Abril terminó en la parroquia del Santo Ángel, de Baza, con un viaje del grupo de Mayores en Marcha al santuario diocesano del Saliente, en Albox (Almería). Fue el 25 de abril. Allí el grupo visitó las instalaciones del templo. Los guías Pedro y Natalia comentaron la historia del lugar, que acoge la principal devoción de Albox. Desde la parroquia bastetana se agradece la buena acogida, su comprensión y cariño.
Este santuario, además de albergar la imagen de la Virgen del Buen Suceso, más conocida como del Saliente, también contó con una hospedería y el proyecto de un palacio episcopal. Este último nunca llegó a funcionar como palacio episcopal y hoy en día está destinado a espacio museístico del santuario.
Después, el grupo accedió al camarín de la Virgen del Saliente. La imagen está atribuida a la Roldana y es objeto de varias leyendas. Una de ellas la relaciona con la diócesis accitana, pues dice que la talla fue traída desde Guadix. Su iconografía está vinculada al Apocalipsis, algo poco común en las imágenes marianas. Y, antes de concluir la visita, todos juntos rezaron una Salve.
La Renovación Carismática Católica de Huelva invita a todos los fieles a participar en su próximo encuentro mensual de alabanza y adoración, que se celebrará el viernes 9 de mayo de 2025, a las 19:15 horas, en la parroquia de Santa Teresa de Jesús, ubicada en Huelva capital.
Durante la jornada, los participantes podrán disfrutar de momentos de alabanza, adoración ante Jesús Eucaristía y la celebración de la Santa Misa. Estas reuniones se desarrollan en un ambiente de fraternidad, donde los asistentes cantan, alaban y oran juntos, fortaleciendo así la comunidad de hermanos en la fe.
La Renovación Carismática Católica de Huelva anima a todos los interesados a unirse a este espacio de gracia y comunión, abierto a quienes buscan profundizar en su relación con Dios y compartir su fe con otros creyentes.
A las 10.00 horas del miércoles 7 de mayo, se celebró la Misa Pro Eligendo Pontifice en la Basílica de San Pedro, con la que daba inicio el Cónclave para elegir al Sucesor de San Pedro número 267. Aquí te contamos cómo fueron sucediendo los acontecimientos.
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En la Misa Pro Eligendo Pontifice, presidida en la basílica vaticana, el cardenal decano del Colwgio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, esbozó las tareas de cada sucesor de Pedro, marcadas por el «mandamiento nuevo» del amor; y recordó a los cardenales electores que eligieran con «la mayor responsabilidad humana y eclesial», evitando consideraciones personales y mirando al bien de la Iglesia y de la humanidad.
«Suscitaré un sacerdote fiel, que obrará según los deseos del corazón de Dios» fue la antífona inicial que acompañó la larga procesión que entró lentamente en la basílica vaticana, en la mañana del 7 de mayo, para celebra la Misa Pro Eligendo Romano Pontifice. Presidió el rito en el Altar de la Confesión el Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, en el lugar de culto que custodia los restos de Pedro, cuyo sucesor está llamado a elegir el Cónclave, concelebraron 220 cardenales, electores y no electores. Entre ellos, también el 267º Pontífice. En la «confiada espera» de estas horas, el cardenal Re invocaba la ayuda del Espíritu Santo, porque «rezar es la única actitud justa y necesaria».
La responsabilidad de los cardenales electores es «un acto de la máxima responsabilidad humana y eclesial -subrayó el cardenal Re- y una decisión de excepcional importancia». «Acrecentar la comunión» es otra de las tareas del Sucesor de Pedro destacadas por el cardenal decano: «comunión de todos los cristianos con Cristo, -explicó- comunión de los obispos con el Papa y entre sí: no una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas, velando para que la Iglesia sea siempre «casa y escuela de comunión».
Igualmente fuerte es la llamada a «mantener la unidad de la Iglesia en la senda trazada por Cristo a los Apóstoles».
La elección de un Papa «no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa. Recemos para que Dios conceda a la Iglesia el Papa que mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios», añadía.
Entrada de los cardenales en el Cónclave y primera fumata negra
A las 16.10 de la tarde de este miércoles 7 de mayo tuvo lugar la procesión de los cardenales desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina y la entrada en Cónclave.
Los 133 cardenales electores, alrededor de las 15.45, abandonaron la Domus Sanctae Marthae, donde residen durante el Cónclave, y se dirigieron al Palacio Apostólico. Juntos rezaron en la Capilla Paulina y juntos caminaron la corta distancia desde la Sala Regia hasta llegar a la Capilla Sixtina, con las Letanías de los Santos sonando de fondo.
Una larga fila de hábitos corales, con excepción de los hábitos negros de los cardenales de las iglesias de rito oriental y el hábito blanco del cardenal dominico Timothy Radcliffe desfilaron por los pasillos del Palacio Apostólico. El más joven de los electores tiene 45 años y es el ucraniano Mykola Byčok, obispo de la eparquía greco-católica de Melbourne. El mayor es Carlos Osoro Sierra, arzobispo emérito de Madrid, de 79 años, próximo a cumplir 80. Es el Cónclave más concurrido y variado de la historia. Los votantes proceden de 70 países de los cinco continentes.
Una vez llegados a la Capilla Sixtina, entraron y se dispusieron en el mismo orden que la procesión, por rango y creación, cerrando la procesión el primer cardenal entre los obispos, el ex secretario de Estado Pietro Parolin.
El juramento lo realizaron en orden inverso: la larga fórmula introductoria en latín la pronunció el cardenal Parolin y después, cada uno de los cardenales juró en latín sobre el libro abierto del Evangelio, colocado en un atril delante del altar diciendo: “Y yo… cardenal… prometo, hago voto y juro. Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios de Dios, que toco con mi mano”.
Con el “Extra Omnes” (todos fuera), pronunciado por el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Mons. Diego Ravelli, se cerraron las pesadas puertas de la Capilla Sixtina, custodiadas por dos guardias suizos y comenzó el proceso de elección.
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Desde las 19.00 horas se esperaba la primera fumata, que se hizo visible a las 21.00 horas y fue fumata negra.
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Segunda fumata negra
En la mañana del segundo día del Cónclave, los 133 cardenales aún no eligieron al Sucesor de Pedro. Un humo negro salió de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 11.51 horas, ante unas 15.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro. Esa mañana, los cardenales electores se reunieron en la Capilla Paulina para celebrar la Misa y rezar Laudes, en la Capilla Sixtina rezaron la Hora Media y luego procedieron a las votaciones.
A las 10.00 horas del miércoles 7 de mayo, se celebró la Misa Pro Eligendo Pontifice en la Basílica de San Pedro, con la que daba inicio el Cónclave para elegir al Sucesor de San Pedro número 267. Aquí te contamos cómo fueron sucediendo los acontecimientos.
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En la Misa Pro Eligendo Pontifice, presidida en la basílica vaticana, el cardenal decano del Colwgio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, esbozó las tareas de cada sucesor de Pedro, marcadas por el «mandamiento nuevo» del amor; y recordó a los cardenales electores que eligieran con «la mayor responsabilidad humana y eclesial», evitando consideraciones personales y mirando al bien de la Iglesia y de la humanidad.
«Suscitaré un sacerdote fiel, que obrará según los deseos del corazón de Dios» fue la antífona inicial que acompañó la larga procesión que entró lentamente en la basílica vaticana, en la mañana del 7 de mayo, para celebra la Misa Pro Eligendo Romano Pontifice. Presidió el rito en el Altar de la Confesión el Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, en el lugar de culto que custodia los restos de Pedro, cuyo sucesor está llamado a elegir el Cónclave, concelebraron 220 cardenales, electores y no electores. Entre ellos, también el 267º Pontífice. En la «confiada espera» de estas horas, el cardenal Re invocaba la ayuda del Espíritu Santo, porque «rezar es la única actitud justa y necesaria».
La responsabilidad de los cardenales electores es «un acto de la máxima responsabilidad humana y eclesial -subrayó el cardenal Re- y una decisión de excepcional importancia». «Acrecentar la comunión» es otra de las tareas del Sucesor de Pedro destacadas por el cardenal decano: «comunión de todos los cristianos con Cristo, -explicó- comunión de los obispos con el Papa y entre sí: no una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas, velando para que la Iglesia sea siempre «casa y escuela de comunión».
Igualmente fuerte es la llamada a «mantener la unidad de la Iglesia en la senda trazada por Cristo a los Apóstoles».
La elección de un Papa «no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa. Recemos para que Dios conceda a la Iglesia el Papa que mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios», añadía.
Entrada de los cardenales en el Cónclave y primera fumata negra
A las 16.10 de la tarde de este miércoles 7 de mayo tuvo lugar la procesión de los cardenales desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina y la entrada en Cónclave.
Los 133 cardenales electores, alrededor de las 15.45, abandonaron la Domus Sanctae Marthae, donde residen durante el Cónclave, y se dirigieron al Palacio Apostólico. Juntos rezaron en la Capilla Paulina y juntos caminaron la corta distancia desde la Sala Regia hasta llegar a la Capilla Sixtina, con las Letanías de los Santos sonando de fondo.
Una larga fila de hábitos corales, con excepción de los hábitos negros de los cardenales de las iglesias de rito oriental y el hábito blanco del cardenal dominico Timothy Radcliffe desfilaron por los pasillos del Palacio Apostólico. El más joven de los electores tiene 45 años y es el ucraniano Mykola Byčok, obispo de la eparquía greco-católica de Melbourne. El mayor es Carlos Osoro Sierra, arzobispo emérito de Madrid, de 79 años, próximo a cumplir 80. Es el Cónclave más concurrido y variado de la historia. Los votantes proceden de 70 países de los cinco continentes.
Una vez llegados a la Capilla Sixtina, entraron y se dispusieron en el mismo orden que la procesión, por rango y creación, cerrando la procesión el primer cardenal entre los obispos, el ex secretario de Estado Pietro Parolin.
El juramento lo realizaron en orden inverso: la larga fórmula introductoria en latín la pronunció el cardenal Parolin y después, cada uno de los cardenales juró en latín sobre el libro abierto del Evangelio, colocado en un atril delante del altar diciendo: “Y yo… cardenal… prometo, hago voto y juro. Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios de Dios, que toco con mi mano”.
Con el “Extra Omnes” (todos fuera), pronunciado por el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Mons. Diego Ravelli, se cerraron las pesadas puertas de la Capilla Sixtina, custodiadas por dos guardias suizos y comenzó el proceso de elección.
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Desde las 19.00 horas se esperaba la primera fumata, que se hizo visible a las 21.00 horas y fue fumata negra.
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Segunda fumata negra
En la mañana del segundo día del Cónclave, los 133 cardenales aún no eligieron al Sucesor de Pedro. Un humo negro salió de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 11.51 horas, ante unas 15.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro. Esa mañana, los cardenales electores se reunieron en la Capilla Paulina para celebrar la Misa y rezar Laudes, en la Capilla Sixtina rezaron la Hora Media y luego procedieron a las votaciones.
A las 16.10 de la tarde de este miércoles 7 de mayo tuvo lugar la procesión de los cardenales desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina y la entrada en Cónclave. Desde las 19.00 horas se esperaba la primera fumata, que se hizo visible a las 21.00 horas y fue fumata negra.
Así fue la entrada de los cardenales en el Cónclave
A las 10.00 horas del miércoles 7 de mayo, se ha celebrado la Misa Pro eligendo Pontifice en la Basílica de San Pedro, que se pudo seguir en directo gracias a la señal de Vatican Media. Aquí pueden ver la retransmisión.
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En la Misa Pro Eligendo Pontifice, presidida en la basílica vaticana, el cardenal decano esbozó las tareas de cada sucesor de Pedro, marcadas por el «mandamiento nuevo» del amor. El recordatorio a los cardenales electores: elegir con «la mayor responsabilidad humana y eclesial», evitando consideraciones personales y mirando al bien de la Iglesia y de la humanidad.
«Suscitaré un sacerdote fiel, que obrará según los deseos del corazón de Dios»: la antífona inicial acompaña la larga procesión que entra lentamente en la basílica vaticana esta mañana, 7 de mayo, para la misa Pro eligendo Romano Pontifice. Presidió el rito en el Altar de la Confesión el Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio. En el lugar de culto que custodia los restos de Pedro, cuyo sucesor está llamado a elegir el Cónclave, concelebran 220 cardenales, electores y no electores. Entre ellos, también el 267º Pontífice: su nombre sigue guardado en el corazón del Señor, pero las oraciones y los ojos del mundo se dirigen a él.
En confiada espera
En la «confiada espera» de estas horas, el cardenal Re invoca la ayuda del Espíritu Santo, porque «rezar -dice- es la única actitud justa y necesaria»: Que sea elegido el Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo.
Máxima responsabilidad humana y eclesial
La de los cardenales electores, que a las 16:30 se reunirán en la Capilla Sixtina e iniciarán el Cónclave, es «un acto de la máxima responsabilidad humana y eclesial -subrayó el cardenal Re- y una decisión de excepcional importancia»: Un acto humano por el cual se debe abandonar cualquier consideración personal, y tener en la mente y en el corazón sólo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y de la humanidad.
El amor cambia el mundo
El purpurado se detuvo después en el Evangelio de Juan, proclamado en latín durante la celebración: es el pasaje en el que Jesús invita a los discípulos a permanecer en su amor, el mandamiento «nuevo» que «no conoce límites y debe caracterizar los pensamientos y la acción de todos sus discípulos». «El amor es la única fuerza capaz de cambiar el mundo», prosiguió el cardenal decano, reiterando que «la cualidad fundamental de los Pastores es el amor hasta el don total de sí», junto con «la ayuda mutua y el compromiso por la comunión eclesial y la fraternidad humana universal»
Acrecentar la comunión
«Acrecentar la comunión» es otra de las tareas del Sucesor de Pedro destacadas por el cardenal decano: comunión de todos los cristianos con Cristo, -explicó- comunión de los obispos con el Papa y entre sí: No una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas, velando para que la Iglesia sea siempre «casa y escuela de comunión».
Unidad en la diversidad
Igualmente fuerte es la llamada a «mantener la unidad de la Iglesia en la senda trazada por Cristo a los Apóstoles»: La unidad de la Iglesia es querida por Cristo; una unidad que no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad, siempre que se mantenga en plena fidelidad al Evangelio.
La elección de un Papa no es una simple sucesión
Un nuevo Papa «según el corazón de Dios para el bien de la Iglesia y de la humanidad» es, por tanto, la invocación del cardenal decano, porque la elección de un Papa «no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa»: Recemos para que Dios conceda a la Iglesia el Papa que mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios.
Que los cardenales concuerden en su elección
Por último, el deseo de que los cardenales electores reunidos en la Capilla Sixtina -donde el Juicio Final de Miguel Ángel recuerda a cada uno «la grandeza de la responsabilidad» de poner el Pontificado «en las manos adecuadas»- estén de acuerdo «en elegir al Papa que necesita nuestro tiempo».
Hoy comienza el cónclave para elegir al nuevo Papa, conforme a las disposiciones de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por san Juan Pablo II en 1996. Este documento, piedra angular del proceso de sucesión papal, regula cada etapa del periodo de Sede Vacante y la elección del nuevo Sucesor de Pedro.
Entre sus puntos centrales, la constitución establece que solo los cardenales menores de 80 años pueden votar, y que el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días después de la vacante de la Sede Apostólica. Durante este tiempo, la Curia Romana limita sus funciones a lo estrictamente ordinario y urgente, bajo la coordinación del Colegio Cardenalicio.
Universi Dominici Gregis detalla minuciosamente el desarrollo del cónclave: el aislamiento de los cardenales en la Casa Santa Marta y la Capilla Sixtina, las medidas para preservar el secreto del proceso, y las normas para la votación, que requiere una mayoría de dos tercios. Si tras varias rondas no se alcanza acuerdo, la constitución prevé continuar con votaciones hasta lograr el consenso necesario.
San Juan Pablo II subrayó la importancia de la oración, el discernimiento y la libertad de conciencia en este proceso, recordando que la elección del Papa no es una cuestión de poder humano, sino de fidelidad al Espíritu Santo.
En este día histórico, la Iglesia reza para que los cardenales electores, guiados por el mismo Espíritu que condujo a Pedro, elijan al Pastor que mejor pueda servir al Pueblo de Dios en nuestro tiempo.
El papa nº 267 sucederá no a Francisco ni a Benedicto XVI, sino a Pedro, pero innegablemente regirá la Iglesia con el poso aún reciente de sus antecesores más directos. Aunque cada pontífice aporta sus dones a esta encomiable misión, hay una continuidad entre sus pontificados.
En este tiempo de Pascua en que se celebra el Cónclave, conviene recordar que, por su Resurrección, Jesús derrama el Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Iglesia. Este Espíritu Santo (dice el Catecismo de la Iglesia Católica), «construye, anima y santifica a la Iglesia» y es, han insistido los cardenales antes de la elección, quien determina la persona que ocupará la sede de Pedro.
Por ese motivo, aunque cada pontífice aporta sus dones a la encomiable misión, hay una continuidad entre sus pontificados. En el rogito (breve texto escrito en el que resume la vida y las obras importantes del difunto, y que se deposita en el féretro, conservándose además otra copia en los archivos vaticanos), de Benedicto XVI, «humilde trabajador en la viña del Señor”, como se presentó en la Logia de las Bendiciones el 19 de abril de 2005, se destaca su aportación a la hora de poner «el tema de Dios y de la fe en el centro de su pontificado, en una búsqueda continua del rostro del Señor Jesucristo y ayudando a todos a conocerlo», también «la extraordinaria capacidad de elaborar síntesis esclarecedoras sobre los principales temas doctrinales y espirituales, así como sobre cuestiones cruciales de la vida de la Iglesia y de la cultura contemporánea», su promoción del diálogo con anglicanos, judíos y representantes de otras religiones, y su lucha «con firmeza contra los delitos cometidos por representantes del clero contra menores o personas vulnerables, llamando constantemente a la Iglesia a la conversión, la oración, la penitencia y la purificación». «Como teólogo de reconocida autoridad, dejó un rico legado de estudios e investigaciones sobre las verdades fundamentales de la fe», afirma el documento.
De Francisco, el rogito dice que «su recuerdo permanece en el corazón de la Iglesia y de toda la sociedad». «Comencemos este camino: obispo y pueblo», recuerda sus primeras palabras al presentarse a los fieles tras ser elegido. El documento destaca de él que estaba «siempre atento a los más pobres y a los descartados por la sociedad», su continua exhortación a los sacerdotes a que estuvieran «siempre dispuestos a administrar el sacramento de la misericordia, que tuvieran el valor de salir de las sacristías para ir en busca de la oveja perdida, y que mantuvieran abiertas las puertas de la iglesia para acoger a todos». Insistió en los llamamientos en favor de la paz y condujo a la Iglesia apostando por la sinodalidad y la corresponsabilidad, como expresa su ampliación del Colegio Cardenalicio y la convocatoria de cinco asambleas del sínodo de los Obispos, dos de ellas extraordinarias sobre la familia y la Región Panamazónica. De Francisco nos queda también su «incansable dedicación al diálogo con los musulmanes y con representantes de otras religiones», «su amor por los últimos, los ancianos y los pequeños» y su «defensa de los inocentes», aspectos destacados en este documento que resume en pocas palabras lo que los sucesores de Pedro han llevado a cabo en el ministerio petrino.
El sacerdote malagueño Rafael Vázquez es secretario técnico de la Comisión para la Doctrina de la Fe y de la Subcomisión para las Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal.
¿Dónde le pilló la noticia del fallecimiento de Francisco y qué fue lo primero que pensó?
Yendo de camino a hacer ejercicios espirituales porque era justo la semana después de Semana Santa y quería aprovechar esos días de menos trabajo. Tuve que darme la vuelta porque enseguida empezaron a llegar llamadas para atender a las distintas confesiones que se querían poner en contacto con nosotros para hacernos llegar las condolencias, así como a los representantes de otras religiones: musulmanes, judíos, hinduistas o budistas.
¿Qué le parece todo el revuelo mediático que ha suscitado la muerte del Papa?
Es curioso que, estos días, escuchando radio y televisión, tantos repitieran que España es una sociedad aconfesional, incluso oí decir a uno que “España ya es laica en la práctica” y, sin embargo, se declararon de pronto tres días de luto oficial. No dejan de sorprenderme estas “aparentes” contradicciones, aunque reflejan también la importancia de la fe para la sociedad y de los testigos del Evangelio, como lo ha sido el Papa para el mundo.
Si a los cristianos ya les resulta difícil de entender eso de la acción del Espíritu Santo en el proceso de elección del Papa. ¡Cuánto más a una persona no creyente!
Si lo único que vemos es la película «Cónclave», y las maniobras políticas en las que se fija, es muy difícil de entender. Pero las películas son eso, películas y fantasía. Si los guionistas entrasen realmente en un cónclave, quizá se sorprenderían porque no encontrarían tantas “cuestiones humanas” y sí verían el acontecimiento espiritual que es lo que va a ocurrir en los próximos días. Es verdad que el Espíritu Santo no actúa de manera inmediata; no va a ser un rayo de luz el que caiga sobre un cardenal y se oiga una voz de lo alto que diga “este es el escogido”. El Señor se sirve siempre de las mediaciones humanas, en este caso de los cardenales, que en estos días preparan su corazón para ser dóciles a la voluntad del Señor.
¿Por qué no nos explica qué es un Papa?
El Papa es el sucesor de Pedro como obispo de Roma. Y la Iglesia de Roma es la que preside a la Iglesia universal, por ser el lugar donde sufrieron el martirio Pedro y Pablo, las dos grandes columnas de la fe de la Iglesia. El Obispo de Roma, como sucesor de Pedro, ejerce desde los inicios de la vida de la Iglesia un papel relevante en lo que se refiere a mantener a la Iglesia en la unidad de la fe y presidir a los demás obispos en la caridad. Esta es su principal misión. Lo que ahora buscarán los cardenales, por tanto, no es el sucesor de Francisco, sino el sucesor de Pedro, y de Francisco, en tanto que este ha sido el sucesor de Pedro.
O sea que, en términos sacramentales, el Papa no es más obispo por ser el de Roma que lo es el de cualquier otra diócesis
Sacramentalmente tiene la misma dignidad de obispo, pero por ser Obispo de Roma le corresponde presidir a la Iglesia universal y al resto de los obispos que conforman el colegio episcopal. Por su parte, cada obispo preside su Iglesia diocesana en comunión con la sede de Roma y, por tanto, con su obispo, el Papa.
Se hacen quinielas entre conservadores, progresistas… ¿Qué le parecen esos términos a la hora de hablar de un papa?
Ese lenguaje no es propio de la Iglesia. Ojalá desapareciera. ¿Qué es lo más conservador y qué es lo más progresista en la Iglesia? El Evangelio. Vivimos de fidelidad y dinamismo, que es lo que se llama tradición. Es decir, la Iglesia es tan progresista como convervadora. Conservadora porque transmite el depósito de la fe que está contenido en el Evangelio y, por otro lado, progresista porque es capaz de actualizarlo y hacerlo significativo en el mundo de hoy. El Papa que sea escogido, sea el que sea, va a continuar con esta tarea esencial de la Iglesia, con sus matices, con sus formas, pero, en lo esencial, la Iglesia va a seguir siendo la misma que fundó Jesucristo respondiendo, sin rupturas, a los interrogantes del hombre de hoy.
Lo que es innegable, es que hay distintos modos de entender la Iglesia en el colegio cardenalicio.
Es bueno que en la Iglesia haya diversidad. La uniformidad no es propia de la comunión. Hay personas con distintas sensibilidades que buscan el bien de la Iglesia. Desde mi trabajo con los obispos en la Conferencia Episcopal, donde veo distintas sensibilidades, lo que descubro son personas de Dios que aman a la Iglesia, que quieren aportar lo mejor de su reflexión, de su trabajo pastoral, de su experiencia personal y de su espiritualidad al servicio de la iglesia. ¿Pueden equivocarse? Lógicamente, como yo me equivoco al día mil veces, pero no me cabe duda de que todos quieren el bien de la iglesia. Unidad en lo esencial y diversidad en todo lo que es accesorio para continuar la misión encomendada por Cristo a la Iglesia, el anuncio del Evangelio.
Estaba previsto que se celebrara el pasado 28 de abril, pero el inesperado apagón, canceló también, la celebración del funeral por el alma del Santo Padre, el Papa Francisco.
Hoy, la Catedral de Jaén ha acogido ese funeral multitudinario, en el que la sociedad jiennense: civil, militar, académica, del ámbito local, provincial, autonómico y nacional se han querido unir a la oración del pueblo cristiano que peregrina en Jaén para hacer memoria agradecida del Papa Francisco.
Junto con la Corporación Municipal casi al completo, el Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en la provincia, D. Jesús Estrella; el Presidente de la Diputación, D. Francisco Reyes; el Subdelegado del Gobierno; D. Manuel Fernández Palomino; otros tantos Delegados territoriales, miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, como el Subdelegado de Defensa, el director de la Academia de la Guardia Civil de Baeza, la Comisaria Jefe de la Policía Nacional y el Jefe de la Policía Local de Jaén, entre otros; miembros de la Universidad de Jaén, y más de 15 alcaldes de toda la provincia han acudido a la invitación del Prelado jiennenses, Monseñor Chico Martínez, para rezar por el Papa. También se han unido algunos miembros de los Colegios profesionales de la provincia y una gran representación del pueblo fiel, que abarrotaba la Catedral.
Junto con más de una treintena de sacerdotes, se han unido al funeral diocesano diáconos permanentes y los seminaristas. El Orfeón Santo Reino ha estado a cargo del acompañamiento musical. El Evangelio lo ha proclamado el diácono Fernando Ruano y las lecturas han estado a cargo de dos religiosas.
Homilía
Don Sebastián Chico Martínez, Obispo de Jaén ha querido en su homilía recordar a la figura del Papa Francisco. Hacerlo desde el recuerdo cariñoso del Pontífice que ha marcada un estilo propio en su manera de ejercer su pontificado, en el que los pobres, los débiles, los migrantes, los presos han sido su prioridad y a los que ha puesto en el centro a lo largo de estos 13 años de magisterio petrino. Tras los saludos, ha afirmado: “Hoy, nuestra Iglesia de Jaén se inclina en oración ante Dios por quien fue, como Jesús pidió a Pedro, “el que confirmó a sus hermanos”. Se nos ha ido el pastor que caminaba junto a nosotros: delante, entre y detrás de su rebaño, con una sonrisa franca, una palabra profética y el Evangelio siempre en los labios y en su corazón”.
Tras la reflexión de las lecturas ha querido repasar el magisterio de Bergoglio, empezando por su hoja de ruta, su primera Exhortación Apostólica, “Evangelii Gaudium”, para expresar: “En la misión del Papa Francisco, quien nos invitó, constantemente, a buscar no lo superficial, sino lo profundo: un renacimiento espiritual que proviene únicamente de la comunión con Cristo, con el Resucitado. Esa fue la gran llamada que sintió y de la que nos hizo partícipes: un nuevo nacimiento para la Iglesia. Desde el principio de su pontificado, lo expresó con fuerza en su Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, su texto programático: una Iglesia que se deja renovar por el Espíritu, que sale de sí misma, que abandona la autoreferencialidad y que se reencuentra con la alegría del Evangelio, no para sí misma, sino para anunciarlo a toda la humanidad”.
Del mismo modo, el Prelado del Santo Reino, ha hablado de la entrega al pontificado de Francisco, a pesar de la edad, de la enfermedad, como un servicio a la Iglesia y al mundo, y lo ha recalcado con estas palabras: “Nos hizo ver que el verdadero poder es servir. Y sirvió sin descanso: enfermo, anciano, débil, pero lleno de Espíritu Santo. Hermanos, cuando un pastor entrega su vida al servicio del Evangelio, su muerte no es el final, es también una siembra fecunda. El Papa Francisco no sólo nos ha dejado un ejemplo luminoso de fidelidad, humildad y cercanía. Nos deja una herencia espiritual que no podemos olvidar, porque nace del corazón del Evangelio y se encarna en los gestos concretos de su pontificado”.
Antes de finalizar, el Obispo de Jaén ha querido hacer una semblanza de la herencia espiritual del Papa de la ternura, a través de sus gestos: “El Papa Francisco nos deja una llamada a todos, también para políticos, y gobernantes del mundo, recordando cuál es su misión: “Cuidar la fragilidad del pueblo. Y no aprovechar el poder para obtener beneficios personales, sino para cuidar a la gente, para sostener y promover a los más débiles”, y una afirmación rotunda diciendo que las guerras son miserables, y es miserable la muerte de los niños y de los inocentes en ellas. Dejándonos, también, su llanto contenido ante la paz aún no conseguida. Bergoglio nos deja el reto de reconocer nuestro planeta como “la casa común” a proteger y a cuidar por todos. Nos deja una llamada a recuperar lo esencial, ante la burbuja del consumismo que podemos vivir, anestesiados ante el sufrimiento humano. Nos deja el legado de su cercanía con los pobres, los niños, los migrantes, los últimos, y su ternura espontánea por todos los excluidos de la sociedad. La herencia de Francisco es su lucha contra la cultura del descarte, invitándonos a respetar la diversidad y a acoger a “todos, todos, todos”. Con él hemos aprendido y hecho nuestra la sinodalidad, porque la Iglesia es pueblo, comunión, discernimiento comunitario, en el que TODOS caminamos juntos. Nos da una lección de vida con su austeridad, su coherencia, su alegría sencilla y desarmante. El Papa Francisco nos enseña a reír con su humor y su alegría. Nos deja la frase que tantas veces repitió: “No se olviden de rezar por mí”. Nos deja…”
Monseñor Chico Martínez no se ha olvidado del tiempo nuevo que empieza mañana cuando se cierre “con clave”, la Capilla Sixtina para elegir al sucesor número 267 de San Pedro, que guie, con corazón de padre la Iglesia Universal. En este sentido, ha pedido a los presentes rezar para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales para que el nuevo Pontífice sea el que necesita la Iglesia católica y el mundo en este momento precioso de la Historia de la humanidad.
Las ofrendas las han llevado hasta el altar representantes de algunas cofradías, la de Ntra. Sra. de la Cabeza y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la capital.
Antes de la bendición apostólica, el Prelado jiennense ha vuelto a agradecer a las autoridades su presencia y sus muestras de pésame y cercanía en los días posteriores al fallecimiento del Papa argentino. También, ha reiterado la petición de oración por el nuevo Sumo Pontífice y ha anunciado que habrá una misa de acción de gracias cuando sea elegido el futuro sucesor de Pedro.
Pocos minutos antes de las diez de la noche se iba retirando los miles de congregados en del templo catedral, con el corazón puesto ya en el Vaticano a la espera del que el humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina anuncie en pocos días: Habemus Papam.