Este pasado domingo 6 de octubre finalizó en Tenerife el Encuentro de delegados y responsables de pastoral con jóvenes de España, organizado por la Subcomisión Episcopal para la Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española.
Las jornadas intentaron conjugar tres aspectos: jóvenes, género e Iglesia. Uno de los participantes en esta iniciativa fue Raúl Tinajero, director del departamento de Pastoral de Juventud de la Conferencia Episcopal Española.
P.- Antes de profundizar en la temática de las jornadas me gustaría que me diera su opinión sobre la juventud actual. ¿Es cierta esa realidad a veces tan negativa que se le quiere asociar a los jóvenes de hoy día?
R.- Yo creo que todos somos hijos de nuestro tiempo. Los que ahora peinamos canas, vivimos otras situaciones, con nuestras circunstancias y problemáticas concretas. Los jóvenes del presente no son ajenos a lo que sucede en el mundo. Hay una secularización muy grande de la sociedad y, evidentemente, a los chicos les afecta esta situación. Los jóvenes no dejan de ser el reflejo de la sociedad. Y, en este sentido, el reflejo de los adultos. Lo que pasa es que los adultos, a veces, lo sabemos esconder muy bien y a ellos se les nota mucho.
P.- Y desde un ángulo más positivo, ¿qué destacamos de los jóvenes de nuestro tiempo?
R.- Esta juventud está más concienciada en algunos temas sociales, como, por ejemplo, en lo referente al cuidado del planeta. Por otro lado, sobre todo, tras la pandemia, hemos visto una juventud muy abierta hacia la trascendencia. Los jóvenes tienen mucha inquietud por descubrir, por buscar aquello que dé sentido a su vida, aunque a veces no lo lleguen a mostrar tan abiertamente como nos gustaría. Esto es una oportunidad pastoral que tiene que trabajar la Iglesia.
Por otro lado, tenemos jóvenes que sí han encontrado esa respuesta a su fe y ahora están intentando aprender lo que significa ese camino. Ahí se abre un ámbito de ayuda, para que los jóvenes se puedan insertar en una comunidad y que esta, les lleve a formarse para luego comprometerse en las tareas de evangelización. Y en este último paso, ayudarles a que abran su corazón para dar respuesta a lo que Dios les llama.
P.- Pese a que la situación para atraer a los jóvenes a la Iglesia, en ocasiones, es complicada, vemos algunos “brotes verdes” que sorprenden. ¿Cómo se explica, por ejemplo, lo de Hakuna que han sido capaces, incluso, de llenar un Wizink Center?
R.- Hakuna ha encontrado en la música un lenguaje cercano, un lenguaje agradable, que hace que la gente se enganche. Y no solamente gente de Iglesia, sino personas que simplemente les gusta esa música. Pero además de Hakuna hay muchos más ejemplos. Tenemos las Jornadas Mundiales de la Juventud donde hace no más de un año teníamos a 100.000 jóvenes españoles participando. Fuimos el país con mayor número de participantes. También tenemos el Encuentro Europeo de Jóvenes en Santiago de Compostela, donde después de la pandemia, más de 15.000 jóvenes españoles disfrutaron de estas jornadas. En cualquier caso, hay que recordar que todas estas iniciativas son métodos o propuestas, que intentan dar respuesta a las inquietudes que están surgiendo ahora. Y, en segundo lugar, tenemos que ayudar a que el joven no se quede simplemente en la experiencia personal de lo vivido en un acontecimiento, sino propiciar en él una apertura. En este sentido, es importante destacar que la pastoral con jóvenes, en la que trabajamos desde la Conferencia Episcopal, no es una pastoral de eventos. No nos dedicamos a organizar eventos y ya está. La pastoral juvenil es un proceso que lleva desde la infancia hasta la madurez, un proceso donde se integran los eventos y donde intentamos que el joven descubra, realmente, desde Cristo y su ser iglesia, la llamada a vivir en la madurez su corresponsabilidad en la vida y en la fe.
P.- Estas jornadas de delegados han intentado conjugar tres aspectos: jóvenes, género e Iglesia. ¿Desde qué puntos de vista lo han hecho?
R.- En primer lugar, sabemos las dificultades de abordar un tema tan complicado en la sociedad de hoy día. Lo que hemos intentado es dar un paso adelante. Analizar esta diversidad de realidades que están viviendo los jóvenes, a los cuales tenemos que acoger, acompañar, comprender y ayudar.
Por lo tanto, hemos querido abordar este tema desde el deseo de formarnos y no de establecer conclusiones. Creemos que es importante que primero conozcamos la realidad que hay para luego, desde la luz del Espíritu, ser capaces de dar propuestas pastorales con jóvenes que ayuden a integrar esta realidad que estamos viviendo.
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