La defensa de los valores cristianos frente a la presión social y cultural de ideologías laicistas no suele ser un argumento recurrente en la industria cinematográfica. Por eso adquiere más valor la apuesta de Andrés Garrigó por un documental que muestra el coraje de personas que sencillamente no se dejan llevar por agendas que contravienen sus valores. ‘Valientes’ es el título elegido para narrar las historias de gente que va contracorriente.
La cinta aborda esta apuesta contracultural de la mano de 23 hombres y mujeres de distintos estamentos y procedencias. Políticos, líderes mediáticos y activistas de distintos continentes ofrecen sus testimonios en defensa de sus valores. Una defensa que muchas veces se ha cobrado un elevado coste personal y social. De ello da fe el documental.
Los productores de este documental ya han expresado con claridad su intención final, que no es otra que “animar a los que dan por perdida la batalla cultural para que despierten y pasen de espectadores a actores, en especial entre los jóvenes”. ‘Valientes’ se estrenó en España el 27 de febrero.
La Hermandad de la Merced y la Pastoral Penitenciaria organizan un programa de actos para los internos
La Hermandad de la Merced, en su compromiso con la Pastoral Penitenciaria, ha organizado una serie de actos cuaresmales y pascuales en el Centro Penitenciario de Córdoba con el objetivo de acompañar espiritualmente a los internos y fortalecer su fe en Cristo.
Siguiendo la tradición de años anteriores, la Diputación de Cultura de la Hermandad, en colaboración con la Pastoral Penitenciaria y el propio Centro Penitenciario, ha preparado un programa especial que, como novedad en esta edición, incluirá también actos para celebrar la Pascua del Señor.
Según el calendario previsto, el primero de los actos será el sábado, 15 de marzo, a cargo de Jesús Sánchez Cabezas, Vicario de San Antonio de Padua, quien ofrecerá la charla “La esperanza de la Cuaresma”. Seguidamente, el sábado 22 de marzo, habrá otra conferencia sobre la Sábana Santa; el sábado 5 de abril, un Vía Crucis presidido por el Cristo de la Luz; y ya el jueves 10 de abril, el III Pregón de Semana Santa en el Centro Penitenciario, a cargo del Padre Trinitario Manuel García.
El obispo de Córdoba participará también en esta iniciativa y ofrecerá el Sábado Santo, 19 de abril, la conferencia sobre la Resurrección.
Mañana, jueves 13 de marzo, la Catedral de Cádiz acogerá una ceremonia especial en memoria de Monseñor Carlos Cuarteroni, prefecto apostólico en las islas de Labuán y Borneo, con motivo del 145 aniversario de su fallecimiento. La misa, que se celebrará a las ocho de la tarde, estará presidida por el canónigo doctoral, P. Guillermo Domínguez Leonsegui, y congregará a familiares y fieles que desean rendir homenaje a su figura.
Tras la eucaristía, se llevará a cabo un responso y una ofrenda floral en la cripta de la Catedral, donde reposan los restos de Cuarteroni. Este acto busca recordar la vida y obra de un gaditano que dedicó su existencia a la lucha por la liberación de cautivos y a la evangelización en Asia.
Por otro lado, hoy miércoles, 12 de marzo, en el salón de actos del Colegio de las Esclavas, a las 19.00 horas, tendrá lugar una conferencia a cargo de Gonzalo Crespo Grosso, titulada Don Carlos Cuarteroni Fernández, 145 aniversario. Una vida contracorriente. El pecado gaditano.
Una vida de entrega y lucha
Carlos Cuarteroni nació en Cádiz a principios del siglo XIX, en el seno de una familia de ascendencia italiana. Desde temprana edad, su vida estuvo ligada al mar. A los 13 años realizó su primer viaje a Filipinas como agregado de piloto, y posteriormente obtuvo el título de ‘piloto de todos los mares’. Al mando del bergantín ‘Cántabro’, navegó por distintos puertos de Asia, donde fue testigo de la esclavitud a la que eran sometidos muchos filipinos por los piratas moro-malayos.
Profundamente conmovido por esta situación, Cuarteroni decidió cambiar el rumbo de su vida. Ingresó en la Orden Trinitaria y se consagró a la liberación de cautivos. Al mando de su goleta, rescataba esclavos en los puertos más peligrosos, pagando sus rescates y devolviéndolos a su hogar en Filipinas.
En 1849, el papa Pío IX lo ordenó sacerdote dentro de la Congregación de Propaganda Fide. Cuarteroni presentó un proyecto para establecer nuevas misiones católicas en Labuán y el noroeste de Borneo. Con el permiso del sultán de Brunei y el gobernador inglés de Labuán, fundó la misión de Nuestra Señora de Belén, donde intentó proteger a los filipinos esclavizados y evangelizar la región.
Sin embargo, la creciente expansión inglesa en la zona generó tensiones, y Cuarteroni se enfrentó a numerosos obstáculos. No cesó en su lucha y apeló a las autoridades españolas, llegando incluso a la reina Isabel II. Aunque su sucesor, Amadeo de Saboya, le concedió una subvención, no logró que se reconociera a los filipinos esclavizados como súbditos españoles.
Agotado y sin fortuna, tras una vida dedicada a los más desfavorecidos, regresó a Cádiz en 1880, donde falleció poco después. Su legado, sin embargo, permanece vivo, y la ceremonia de mañana será una oportunidad para recordar su entrega y valentía.
Bajo el lema «Sembradores de esperanza», vamos a celebrar durante este mes de marzo la campaña del Día del Seminario. Un mes marcado por la solemnidad de san José en el contexto del Jubileo 2025, avivando con ello la esperanza de que el Señor nos siga bendiciendo con santas y numerosas vocaciones al sacerdocio ministerial.
Esperar es algo innato a la persona. Todos continuamente esperamos algo. Este estado de espera permanente refleja el anhelo de una esperanza más grande que colme nuestra vida de plenitud. Y esa gran esperanza solo puede venir de «Cristo Jesús, esperanza nuestra» (1 Tim 1,1), «pues todas las promesas de Dios han alcanzado su sí en Él» (1 Cor 1,20). Con Jesús, la esperanza no queda en un mero deseo humano, sino que aparece como un don que Dios nos regala para que esperemos confiadamente en Él, «porque es fiel quien hizo la promesa» (Heb 10,23).
Sin embargo, son muchos los que viven hoy con mucha indiferencia ante la realidad de Dios, el único que puede saciar nuestra sed de vida buena para siempre. En nuestra sociedad se difunden ideologías y corrientes de pensamiento que cierran la razón a la trascendencia e impiden la apertura a Aquel que «cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia» (Prov 3,19). En consecuencia, para muchas personas con las que convivimos cada vez resulta más lejana o inexistente la esperanza que Cristo nos ha traído con su muerte y resurrección.
Todo esto, queridos hermanos, nos ha de impulsar a pedir insistentemente al Señor que siga enviándonos «sembradores de esperanza». Hombres dispuestos a responder a Dios, con su gracia, a la llamada al sacerdocio ministerial. Trabajadores en la mies del Señor que, a imagen del sembrador de la parábola, salgan a los campos a sembrar la semilla de la palabra de Dios (cf. Le 8,4-15). Que proclamen a tiempo y a destiempo que Dios existe, es amor y se nos ha revelado en Jesucristo. Que, en nombre del Señor, perdonen los pecados y ofrezcan su Cuerpo y Sangre como alimento de vida eterna. En definitiva, que sean imagen viva de Jesús, el cual «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28).
Es por esto que reitero mi invitación a orar con insistencia por nuestro Seminario Diocesano y por las vocaciones sacerdotales. Hoy, tenemos catorce seminaristas. Recemos por ellos y por otros jóvenes a los que, sin duda, el Señor está llamando. Una buena forma de hacerlo comunitariamente es fomentar los jueves como día para pedir especialmente por las vocaciones sacerdotales. Dedicar un tiempo a la adoración eucarística y ofrecer la santa Misa por esta noble causa, como ya se viene haciendo en algunas parroquias e iglesias de la diócesis. De esta manera, en la conciencia de todos se significará el jueves como día «eucarístico y sacerdotal». Y con ello, surgirán más iniciativas pastorales para el fomento de las vocaciones sacerdotales, y todos tendremos una mayor conciencia de la necesidad trabajar por ellas.
Pidamos, pues, en este mes de marzo, por intercesión de san José, vocaciones al sacerdocio ministerial. Encomendemos nuestro Seminario y la causa de las vocaciones al sacerdocio al que fue custodio del Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo. Y junto a san José, imploremos la intercesión de la Virgen Inmaculada, patrona de nuestro Seminario Diocesano y de nuestra diócesis.
La Delegación Diocesana de Educación y Cultura de la Diócesis de Huelva organiza su tradicional retiro de Cuaresma, un espacio de reflexión y recogimiento dirigido al profesorado de Religión. Este encuentro espiritual tendrá lugar el próximo viernes 14 de marzo de 2025, en la Casa Diocesana de Ejercicios «Virgen de la Cinta», en horario de 17:00 a 20:00 horas.
El retiro estará impartido por el Rvdo. P. Juan Manuel Arija, Siervo de la Caridad, quien actualmente desempeña su labor como secretario de CONFER-Huelva, capellán del Hospital Vázquez Díaz y administrador parroquial de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en La Ribera.
El encuentro contará con un momento especial al inicio, en el que el profesor de Religión recientemente jubilado, D. Jesús Calvo Núñez, realizará una breve presentación de su libro «De la Cruz a la Luz. Misterios de Pasión y Amor por las calles de Huelva».
Desde la Delegación Diocesana de Educación y Cultura se invita a todo el profesorado de Religión a participar en este retiro, como una oportunidad para profundizar en la espiritualidad de la Cuaresma y prepararse, desde la oración y la meditación, para vivir plenamente el misterio pascual.
En este Año Jubilar de la Esperanza, nos sentimos llamados a vivir con renovada confianza en el Señor, seguros de que “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5). Con esta certeza, celebramos el Día del Seminario 2025, bajo el lema “Sembradores de esperanza”, una invitación a mirar la vocación sacerdotal como un servicio de entrega a la Iglesia y al mundo, irradiando la luz y la fuerza de Cristo Resucitado.
El reciente Congreso de Vocaciones, celebrado en el contexto de este Año Jubilar, nos ha interpelado con una pregunta decisiva: “¿Para quién soy?”. Cada vocación en la Iglesia es un don que hemos recibido de Dios y que nace en el encuentro personal con Cristo y en la llamada a una misión concreta. En el caso del sacerdocio, esta misión es la de sembrar esperanza en los corazones.
El sacerdote no es un simple gestor de lo sagrado ni un funcionario religioso. Es un sembrador, llamado a depositar la semilla de la fe en el corazón de las personas, a sostenerlas en la caridad y a infundir en ellas la certeza de que Dios camina con su pueblo. Donde hay un sacerdote fiel a su vocación, hay esperanza: en la parroquia, en el confesionario, en la predicación, en la atención a los enfermos, en la entrega silenciosa y constante de su vida.
Toda vocación necesita un tiempo y un espacio para crecer y madurar. Nuestro Seminario diocesano es el campo donde la semilla de la llamada de Dios al servicio de los hermanos es cuidada con amor y dedicación, para que pueda dar fruto en el ministerio sacerdotal.
Quiero aprovechar esta carta para felicitar y agradecer de corazón al equipo de formadores de nuestro Seminario, que con paciencia, sabiduría y entrega acompañan a nuestros seminaristas en su proceso de discernimiento y crecimiento humano, espiritual, pastoral e intelectual. Su labor, discreta pero fundamental, es clave para que nuestra Diócesis siga contando con sacerdotes santos y entregados.
Igualmente, deseo expresar mi alegría y reconocimiento a los veinte jóvenes que en este momento se están formando en nuestro Seminario. Cada uno de vosotros sois un signo de esperanza para nuestra Iglesia. Con vuestro sí generoso al Señor, recordáis a toda la sociedad que Dios sigue llamando y que merece la pena entregar la vida por Él y por su pueblo. Os animo a perseverar con alegría y confianza en este camino apasionante que el Señor ha trazado para vosotros.
El Santo Padre Francisco decía a los seminaristas, enmarcado en el Jubileo de la Esperanza, que son tres las señales que van marcando el itinerario en el viaje de la vida y de modo particular las del camino hacia el sacerdocio. “La primera es la dirección: hacia el cielo, al encuentro definitivo con Jesús. No a las primeras posiciones, no a los sitios más cómodos, esos son callejones sin salida, que si tenemos la desdicha de embocarlos debemos salir marcha atrás con trabajo y vergüenza. La segunda señal, los peligros en el camino. Armados con el yelmo de la esperanza, se puede dar testimonio, se puede perseverar en el camino del Señor, convencidos de que Jesús los sostendrá siempre y nos dará además la fuerza de ser sembradores de esperanza. Y la tercera señal, las zonas de avituallamiento. En el camino, necesitamos ser sostenidos, sentir la presencia del que es nuestra única esperanza, Jesús. Sin esa esperanza, ponernos en camino sería una locura, pero fiados en Él no tenemos dudas de que llegaremos al puerto deseado”. (Saludo del Santo Padre Francisco a la comunidad del seminario de Córdoba. Enero de 2025) Que vuestro camino sea siempre el de seguir los pasos de Cristo, sumo y eterno sacerdote, que os conducirá al cielo; armados de esperanza, sabiendo que es Dios quien sostiene vuestra vida y siempre confiando en el que es camino, verdad y vida, nuestro Señor.
Queridos jóvenes, que podéis estar leyendo esta carta, este es también un momento para vosotros. Dios sigue llamando hoy, como lo hizo con nuestros seminaristas. A veces lo hace en el silencio de la oración, otras a través de quienes nos rodean o de experiencias concretas de la vida.
No tengáis miedo de preguntarle a Dios cuál es su plan para vosotros. Tal vez, entre vosotros, alguien sienta la llamada al sacerdocio. Os animo a confiar en Él y a seguir su voluntad con un corazón generoso. “No penséis en darle al Señor las migajas de vuestra vida”, porque Él no ha escatimado en entregarnos la suya. Quien se entrega a Dios nunca queda defraudado; Él siempre recompensa con amor, alegría y paz.
No podemos hablar de vocaciones sin reconocer el esfuerzo y el trabajo que se realiza desde la pastoral vocacional en nuestra Iglesia diocesana. Por ello, agradezco, de manera especial, a la Delegación diocesana de Pastoral Vocacional y a todos aquellos que, desde sus distintas responsabilidades y carismas, se dedican a fomentar la cultura vocacional en nuestras parroquias, movimientos y familias. Su labor es esencial para que más jóvenes se pregunten, con sinceridad, cuál es el plan de Dios para sus vidas y puedan descubrir la belleza de la vocación sacerdotal.
El crecimiento de nuevas vocaciones sacerdotales no depende solo de la buena voluntad de los jóvenes, sino del testimonio de toda la comunidad cristiana. Sembrar esperanza significa también sembrar vocaciones, ayudando a los jóvenes a descubrir la llamada de Dios en sus vidas.
Por ello, como Iglesia diocesana, debemos comprometernos en:
Orar intensamente por las vocaciones sacerdotales, pidiendo al Señor que suscite en nuestro Seminario nuevos sembradores de esperanza.
Acompañar a los jóvenes en su discernimiento vocacional, ofreciéndoles espacios de escucha, formación y dirección espiritual.
Sostener nuestro Seminario con generosidad, tanto con la colaboración económica como con el apoyo humano y espiritual a nuestros seminaristas.
Cada vocación es un don para la Iglesia. Cuidemos y fomentemos este don, con la certeza de que el Señor sigue llamando y enviando obreros a su mies.
En este camino de siembra, confiamos nuestra tarea a María, Madre de la Esperanza. Ella, que acogió con fe la Palabra de Dios y la hizo germinar en su seno, nos enseña a ser dóciles al Espíritu y a confiar en el plan de Dios. Que, bajo su amparo maternal, nuestro Seminario siga siendo un lugar fecundo donde crezcan los futuros sembradores de esperanza.
Con afecto y en comunión en la oración, os bendigo de corazón.
En el marco del Jubileo de la Esperanza, el Papa Francisco ha invitado a todos los fieles a participar en la jornada de adoración eucarística y confesiones sacramentales «24 HORAS PARA EL SEÑOR», que se celebrará en toda la Iglesia los próximos viernes 28 y sábado 29 de marzo. Esta iniciativa, que tanto bien aporta a cuantos participan en ella, lleva este año el lema «Tú eres mi esperanza» (Sal 71,5).
En la ciudad de Huelva, esta jornada tendrá lugar en el templo jubilar del Santuario Diocesano de Nuestra Señora de la Cinta.
Todas aquellas entidades que deseen colaborar pueden solicitar la asignación de uno de los turnos de adoración. Para ello, se ruega comunicar la confirmación de participación a través de las siguientes vías de contacto:
La proximidad de la solemnidad de San José marca la cuenta atrás para la celebración del Día del Seminario, la jornada anual que la Iglesia reserva para conocer, valorar y rezar por una institución vital en el día a día de la diócesis. El lema de la jornada de este año, ‘Sembradores de esperanza’, aúna el contexto jubilar con la figura del sembrador, que es Cristo, y los ministros que lo representan sacramentalmente en la comunidad. Una de las citas previas es la Jornada de Puertas Abiertas del Seminario, que se celebra dos días antes, el viernes 14 de marzo.
Precisamente, esperanza es uno de los términos a los que el rector del Seminario, Andrés Ybarra, recurre para resumir el ambiente que se vive en la institución en la que se forman, humana, espiritual y académicamente los futuros sacerdotes. El presente da pie a ello. Basta con analizar los datos que hablan de una familia sana, amplia y alegre, compuesta por jóvenes de la capital y del resto de la provincia con una procedencia diversa, llegados de parroquias, hermandades y familias con una marcada identidad religiosa.
Una gran familia para guiar la vocación sacerdotal
La comunidad del Seminario de Sevilla está formada en la actualidad por 35 seminaristas, uno de ellos cursando estudios en Roma, siete en el curso propedéutico o introductorio y otros siete ya diáconos. Estos últimos serán ordenados presbíteros el 14 de junio en la Catedral. En total, hay cuatro seminaristas más que el curso pasado.
El equipo formativo lo encabeza el propio arzobispo, que nombró en junio de 2022 al sacerdote Andrés Ybarra rector del Seminario. Junto a él se encuentra Manuel Jiménez, como vicerrector; dos confesores y tres directores espirituales: Marcelino Manzano, Francisco Ortiz y Antonio Rodríguez Babío. La gran familia se completa con la comunidad de religiosas que atiende la casa y los trabajadores que ponen de su parte para que esta sea un hogar.
La Pastoral Vocacional atiende también un sector no menos importante, el de los más jóvenes que aún no pueden acceder al Seminario por edad. Es el Seminario Menor en Familia (con seis seminaristas), abierto a los adolescentes que tengan una inquietud personal relacionada con la posible llamada al sacerdocio. Este ámbito pastoral se completa con el Seminario Redemptoris Mater (15 seminaristas, tres de ellos diáconos), un centro “diocesano, misionero e internacional” que acoge a jóvenes que han descubierto la vocación gracias al itinerario neocatecumenal de iniciación cristiana. Este último lo dirige el sacerdote Ramón González.
“Dios nos ama y nos llama”
El Congreso Nacional de Vocaciones, que se celebró en Madrid el pasado mes de febrero, mostró la riqueza de la vocación desde diversos ámbitos. Naturalmente, uno de ellos fue el sacerdotal. Cristian Rodríguez, seminarista de quinto curso, formó parte de la numerosa delegación sevillana en el congreso y aprovechó su participación en esta cita eclesial para aconsejar a otros jóvenes que tengan confianza en el Creador. “El lema ‘Para quien soy’ refleja muy bien la existencia de una persona real y viva, externa a nosotros, que es quien nos conduce”, afirmó.
Por su parte, Andrés Ybarra, que coordinó la representación hispalense, subrayó que “el Señor toca los corazones, y con su gracia los llena, los llama”. Desde su experiencia como rector del Seminario, hizo hincapié en que “Dios nos ama y nos llama”, al tiempo que destacó la “importancia de descubrir la llamada personal de cada uno, de querer vivirla con fidelidad y esperanza”. Ybarra resumió su trayectoria y la de tantos que han dado el sí al Señor a través del sacerdocio, con una frase que resume el estado de ánimo de quienes comparte ese hogar llamado Seminario: “La llamada del Señor es una experiencia maravillosa”.
Puertas abiertas
La campaña del Día del Seminario cuenta con varias citas previas a la jornada central del domingo 16 de marzo. Uno de los cometidos de los seminaristas, dentro del proyecto vocacional dirigido desde el Seminario, es la visita a las parroquias, compartiendo sus experiencias vocacionales con las comunidades parroquiales en el curso de las misas.
Otra de las citas marcadas en rojo en la agenda del Seminario es la Jornada de Puertas Abiertas. Se celebra el 14 de marzo, a partir de las cinco y media de la tarde. Tras la merienda compartida, se inicia un recorrido por las distintas dependencias de la casa, para terminar con la vigilia de oración en la capilla mayor en la que interviene el grupo Hakuna.
El aula San Pablo del Instituto Teológico San Leandro acogía la segunda sesión del curso monográfico «La vocación laical» que organiza la delegación diocesana para el Apostolado de los Laicos, con la colaboración de este Instituto Teológico, en conexión con el Congreso Nacional sobre las Vocaciones celebrado en Madrid el pasado mes de febrero.
En esta ocasión, el profesor dr. Antonio Cózar Santiago, sacerdote de la prelatura del Opus Dei, capellán del Colegio Tierra Llana de Aljaraque y profesor del área de Filosofía del Instituto Teológico San Leandro, fue el encargado de conducir la sesión empezando su intervención por hacer algunas aclaraciones terminológicas para exponer el significado del concepto «santidad», «mundo» y «laico». A continuación, aclaró el sentido erróneo de lo que se suele concebir como «santificar el mundo» para apostar por la expresión «santificarse en el mundo», una espiritualidad que, en el caso de los laicos, significa buscar esa plena identificación con Cristo en las condiciones normales de la vida ordinaria. Así, invitó a «amar el mundo apasionadamente» tomando pie de una homilía pronunciada por San José María Escrivá de Balaguer, concluyendo con la propuesta de los llamados «cinco pasos para la santificación de la vida ordinaria en el mundo», de Béatrice de La Coste (Oficina de comunicación del Opus Dei en Francia), que son: amar la realidad del mundo presente; descubrir lo divino detrás de los detalles; buscar la unidad de vida; ver a Cristo en los demás; y hacerlo todo por amor.
La próxima sesión será el próximo lunes, 17 de marzo, de 17:30 a 19:30 hrs., en la que se contará con la presencia del profesor dr. Enrique Belloso Pérez, director de Proyección Social y Comunicación de CEU Andalucía y delegado diocesano de Apostolado Seglar de la Archidiócesis de Sevilla, que hablará sobre los «Desafíos de la Doctrina Social de la Iglesia para los laicos».
Una de las imágenes más antiguas y valiosas de la Semana Santa de la provincia de Sevilla, el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz de Coria del Río, cumple 525 años de su ejecución, y por dicho motivo su hermandad está celebrando diversos actos conmemorativos. Entre ellos destaca una misión evangelizadora en el barrio de la Blanca Paloma de la localidad. Asimismo, el próximo 24 de mayo el crucificado realizará una nueva misión en la Parroquia de San José.
Sobre este aniversario, el hermano mayor, Antonio Mª Herrera, recuerda que “desde hace ya varios años nuestra hermandad viene trabajando en la organización de actividades que enriquezcan la vida de hermandad. Para ello siempre teníamos claro que debíamos atacar los ámbitos históricos, culturales, caritativos, formativos y espirituales”. Y resumiendo el sentido de todas las acciones conmemorativas, “no sería otro que propiciar entre nuestros hermanos y vecinos un encuentro personal con Cristo Jesús, acercarlo a aquellos que aún no lo conocen y fortalecer el vínculo entre los que ya lo hemos reconocido como nuestro Dios y Señor”.
Sobre los actos celebrados destaca la salida en misiones al barrio de la Blanca Paloma, hacia la capilla de Jesús Cautivo, “uno de los momentos que con más ilusión esperábamos”. “Es imposible describir con palabras lo vivido los dos días”, en que se cumplió el objetivo de “llevar el Señor a aquella zona donde se necesitaba su presencia, para que se pudiera contemplar la mayor fuerza de amor que ha existido, entregar su vida en una cruz por salvarnos”.
Además, están muy satisfechos por el seminario sobre “La Imagen del Crucificado. La Vera Cruz en el Reino de Sevilla” que se ha celebrado en la Catedral y en su sede canónica, así como de los conciertos, conferencias formativas, etc.
Y esperan con ilusión la misa pontifical en honor del Cristo de la Vera Cruz el 5 de abril, con la presencia del arzobispo, “sin lugar a dudas el acto más importante donde nuestra hermandad proclamará su fe”. Este año de forma extraordinaria se celebrará a los pies de la escalera, de 33 escalones, que antecede a la ermita de San Juan, “simbolizando el acercamiento del Señor a su pueblo y a su vez como homenaje a los vecinos de una calle que durante quinientos veinticinco años han cuidado de él”.
El broche de oro a este aniversario será la nueva salida en misiones hacia la Parroquia de San José.”En esta ocasión estará centrada en los jóvenes del barrio, realizando innumerables actividades enfocadas a que conozcan a Jesucristo como su verdadero amigo que nunca falla”. Y es de destacar la obra social planteada, centrada en un programa de atención psico-social para familias con necesidades de Coria del Río, “en las que confluyan factores de riesgo importantes que puedan ser aliviados o paliados por una intervención planificada y continuada”.
Respecto a la próxima estación de penitencia la noche del Jueves Santo, el hermano mayor recuerda que “la vida de un cofrade no puede dejar de entenderse sin su salida procesional, sin hacer pública protestación de fe”. En este año tan especial se recuperará el recorrido antiguo de la hermandad, pasando por la capilla de la Soledad y así culminar con las visitas a todos los lugares de cultos existentes en Coria del Río.