El próximo domingo 20 de octubre celebramos en la Iglesia universal el DOMUND, el Domingo mundial de las Misiones. Todo el mes de octubre es el mes misionero por excelencia. Todos en la Iglesia tomamos conciencia del mandato de Jesús: “Id al mundo entero y anunciad el Evangelio a toda la creación” (Mc, 16-9-15), porque todos somos enviados a anunciar a Jesucristo y su Evangelio con nuestro testimonio de vida y con la palabra
La aventura misionera es la tarea más ingente que la Iglesia realiza desde el comienzo de su existencia hasta el día de hoy, yendo a los lugares más alejados y al mismo tiempo evangelizando a los de cerca. Muchos hombres y mujeres han dejado su vida, literalmente han gastado su vida, en esta aventura. Puede decirse que, hasta hace poco, no ha podido completarse este mandato de Jesús de ir al mundo entero y de llegar a todas las naciones de la tierra. Hoy, el Evangelio de Jesús ha llegado al mundo entero. Estamos al comienzo de una nueva época, en la que este Evangelio tiene que empapar toda la persona, toda la cultura, toda la realidad del mundo, con su mensaje de paz, de fraternidad, de dignidad de hijos de Dios.
El mandato misionero sigue vigente hoy y se convierte en una urgencia de todo cristiano. El lema de este año dice: “Id e invitad a todos al banquete”. Se trata del mismo mandato misionero, con el matiz del banquete de bodas. Ir a todos, nadie se sienta excluido. Se trata de invitar, no de forzar ni engañar, puesto que la fe no se impone, sino que se propone con el propio testimonio de vida y con la predicación. Es necesario el entusiasmo, es necesario quien esté dispuesto a gasta su vida en esta tarea. Invitar al gozo de una boda.
El anuncio consiste en invitar a las bodas de Cristo con su Iglesia, es decir, anunciar el amor de Dios, que se concreta en el misterio pascual de Cristo, su muerte para el perdón de los pecados del mundo entero, y su gloriosa resurrección, que vence la muerte y concede la vida eterna a todo el que se acerca a él. Toda persona está invitada a entrar en esa intimidad de amor a la que Cristo invita, abriéndonos su corazón para comunicarnos sus dones.
El mandato de Cristo es universal, en cuanto a los que son enviados y en cuanto a los destinatarios. Todos debemos sentirnos llamados y enviados, porque hemos alcanzado a Cristo o hemos sido alcanzados por él. Y él nos envía a todos, Jesús no excluye a nadie, sólo queda excluido el que no quiere venir al banquete, pero continúa siendo invitado durante toda su vida, y siempre está a tiempo de venir, porque el amor de Dios es paciente y espera sin límite.
Jesús promete sanar todas las heridas del corazón humano y anticiparnos el gozo del cielo. Cómo vamos a dejar que nuestros hermanos contemporáneos se pierdan ese banquete. No se trata de un proselitismo cualquiera, camuflado con marketing moderno. No. Se trata de ofrecer una vida, una vida eterna, una fraternidad que no se rompe a la primera, un mundo nuevo, que viene constantemente renovado por la resurrección del Señor. El anuncio debe hacerse con gozo, con el gozo de quien lo ha experimentado en su vida, aunque sólo sea inicialmente.
El DOMUND de este año nos traiga a todos la alegría del Evangelio, el gozo de poder anunciarlo, y la decisión de llegar a todos, para que todos sean partícipes de esta buena noticia. Queda mucho camino por andar, por eso la Iglesia renueva el mandato misionero. Y muchos creerán por la fuerza del Espíritu Santo, que interiormente los convenza. Oramos, trabajamos, aportamos nuestra limosna. La empresa vale la pena.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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