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Dos aspirantes al diaconado permanente reciben la admisión a órdenes en el día su patrón, San Esteban mártir

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En el día en el que la Iglesia celebra a San Esteban mártir, patrón de los diáconos permanentes, la Casa de la Iglesia ha acogido la admisión a órdenes de dos candidatos: Jacinto Quesada Rincón, de la parroquia de San Eufrasio de Jaén; y Jerónimo Gómez Fernández, de la parroquia de San Ildefonso, también de Jaén.

La celebración, que comenzaba a las 12.30 horas, ha estado presidida por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, y concelebrada por una decena de sacerdotes, entre los que estaban sus párrocos y los responsables de la formación del diaconado permanente en la Diócesis: D. José Antonio Maroto, D. Juan García Carrillo y D. Jesús Millán Cubero.

Los aspirantes han estado acompañados, además, por sus familiares, amigos y miembros de sus comunidades parroquiales; así como por algunos seminaristas, otros candidatos al diaconado permanente y por los cinco ya ordenados de la Iglesia de Jaén: D. Andrés Borrego, D. Jesús Beltrán, D. José Bellido, D. Francisco José Cano y Francisco Esteban Hernández.

La capilla musical ha corrido a cargo del coro formado por dos de los diáconos permanentes y familiares de los diáconos y aspirantes.

Las lecturas y las ofrendas han estado participadas por las familias de los aspirantes. El Evangelio ha sido proclamado por uno de los diáconos, D. José Bellido.

Homilía
Durante su homilía, en este segundo día de la octava de Navidad, el Obispo ha manifestado que «nos invade una triple alegría: la celebración de la Navidad, donde contemplamos el amor de Dios a los hombres; la memoria de San Esteban, el primer mártir en sufrir en su vida la acogida de este amor; y la admisión de estos aspirantes al diaconado permanente». Y ha continuado: «Es un día que nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado del servicio cristiano, “Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1, 11-12), del servicio al amor de Dios, sobre el seguimiento valiente de Cristo, y sobre el testimonio de la fe que San Esteban nos dejó como ejemplo».

En este sentido el Pastor diocesano ha explicado que a través de la figura de San Esteban, a quien la Iglesia recuerda como el primer mártir de la historia cristiana, «el Señor nos invita a vivir con valentía nuestra fe, nuestro ser hijos, discípulos-misioneros, incluso en medio de las dificultades y persecuciones. Hoy, más que nunca, necesitamos hombres y mujeres que, como San Esteban, sean testigos del Evangelio, y estos Aspirantes al Diaconado Permanente son una muestra palpable de esta respuesta generosa».

Del mismo modo, Don Sebastián ha querido reflexionar sobre la vocación al diaconado permanente. «Hoy, al ver a estos aspirantes, Jerónimo y Jacinto, que se preparan para asumir el diaconado permanente, podemos reflexionar sobre la llamada al servicio. El diaconado, como San Esteban, es una vocación que exige valentía y fidelidad. Es una invitación a vivir al servicio de los demás, a llevar la palabra de Dios con humildad, y a dar la vida por el Evangelio, tal como lo hizo Esteban».

Además, ha subrayado que la figura del diácono «es fundamental en nuestra Iglesia, no solo porque ayuda en la liturgia, sino porque es un testigo de la presencia de Dios en el mundo. Que su respuesta generosa a Dios sea fuente de inspiración para todos nosotros, para renovar nuestro compromiso con la misión de la Iglesia y nuestro seguimiento de Cristo».

El Prelado ha terminado pidiendo la intercesión de la Virgen de la Cabeza, patrona de la Diócesis, y de San Esteban para que los guíe y fortalezca «en este camino de servicio».

Rito de admisión a órdenes
Tras la homilía, D. José Antonio Maroto ha llamado a los candidatos que se han presentado ante el Prelado. Así, Don Sebastián ha confirmado, ante toda la asamblea, sus informes favorables. Posteriormente, los ha interrogado sobre su compromiso para continuar su camino vocacional hacia el diaconado permanente. Para concluir: “La Iglesia acepta con alegría vuestro propósito. Dios lleve a buen fin lo que él mismo ha comenzado en vosotros”.

Durante la oración de los fieles, que fue participada, también por sus familiares, los candidatos al diaconado permanente se situaron ante el Prelado, como objeto especial de esta oración. Al término los aspirantes se han puesto de rodillas ante el Obispo, y éste ha concluido: “Señor, dígnate conceder a estos siervos tuyos que conozcan y vivan cada día más el ministerio de tu amor: Haz que se preparen con empeño para ejercer en la Iglesia el ministerio sagrado, para que, imbuidos del espíritu de tu amor, se consagren con afán a la salvación de los hermanos para gloria de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén”.

Finalmente, mientras el coro interpretaba villancicos, Don Sebastián ha ofrecido al Niño Jesús para adorarlo.

La celebración eucarística ha culminado con unas fotos de familia.

Galería fotográfica: «Admisión a órdenes de dos aspirantes al diaconado permanente»

Jornada de la Sagrada Familia, el sábado en la Catedral

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La Iglesia celebra el domingo 29 de diciembre la Jornada de la Sagrada Familia con el lema “Familia, fuente de esperanza”.  La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida es la encargada de elaborar los materiales para este día, que incluyen un folleto para orar en familia esta Navidad.

En la Diócesis de Jaén, la Delegación de Familia y Vida celebra esta jornada el sábado, 28 de diciembre, con una Eucaristía que presidirá el Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, a las 18 horas en la Catedral.

La Iglesia celebra el domingo 29 de diciembre la Jornada de la Sagrada Familia con el lema “Familia, fuente de esperanza”.  La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida es la encargada de elaborar los materiales para este día, que incluyen un folleto para orar en familia esta Navidad

Materiales de la Jornada de la Sagrada Familia

 ¿Qué dicen los obispos?

Esta Jornada se celebra recién iniciado, el 24 de diciembre, el jubileo de la Esperanza y los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida proponen este jubileo “como una oportunidad de redescubrir el don de la esperanza en la vida familiar, ya que nos trae una sobreabundancia de gracia”.

La familia, comunidad que une persona y sociedad

“En medio de una transformación profunda que puede afectar no solo a la sociedad, sino también al corazón de las personas”, los obispos señalan a la familia como «comunidad que une persona y sociedad” y“un lugar de encuentro y apertura, donde se vive la reciprocidad, el amor y la fecundidad”.

En la familia la persona, además de como individuo, se forma “como miembro de una comunidad que camina hacia Dios y hacia los demás”. Aprendemos, continúan los obispos en su mensaje, que «no es bueno que el hombre esté solo» (Gen 2,18) y que nuestra identidad se construye en la relación con los otros”. Esta verdad, puntualizan, se convierte en una fuente de esperanza en una sociedad herida por el aislamiento, la soledad y la ruptura de los lazos comunitarios” porque “la familia es la primera y fundamental estructura en la que se aprende el sentido de la solidaridad, la gratuidad y el cuidado del otro. Allí donde el amor es verdadero y se comparte, surge la esperanza”.

En este sentido, los obispos proponen la vivencia del año jubilar como una “invitación a fortalecer los lazos de amor en nuestras relaciones y a reconocer la dignidad de cada persona, especialmente en un momento en que las dinámicas sociales pueden llevar a la división y al desencuentro”. La familia cristiana “es llamada a ser testigo de esta misericordia divina, que no se cansa de perdonar y de renovar todas las cosas. En este tiempo de gracia, es fundamental que nos esforcemos por restaurar la confianza y el respeto mutuo, comenzando por el seno del hogar”.

¡No perdamos la esperanza!

Los obispos también tienen una palabra “especial” para las familias que pasan por momentos de prueba, quienes sufren la enfermedad, la pérdida de seres queridos, la pobreza o la incomprensión.A ellos, particularmente, los exhortan para que “¡No perdamos la esperanza! El Señor camina a nuestro lado y renueva su promesa de vida abundante”.

El mensaje concluye pidiendo a la Sagrada Familia de Nazaret que interceda por todas nuestras familias, “para que seamos fuente de esperanza y luz en un mundo que tanto lo necesita. Que el año jubilar que comenzamos sea un tiempo de gracia que nos permita redescubrir la belleza del amor familiar y la alegría de ser «peregrinos de esperanza» en el camino hacia el reino de Dios”.

El presidente de la Diputación visita las instalaciones de la Despensa de Cáritas Interparroquial de Jaén

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El presidente de la Diputación Provincial de Jaén, Paco Reyes, ha realizado este lunes una visita a las instalaciones de la Despensa de Cáritas Interparroquial de Jaén. Este centro logístico de recogida de alimentos, situado en el barrio de San Felipe de la capital, atiende al año a cerca de 500 familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Desde hace más de una década, la Administración provincial ha colaborado con más de 220.000 euros en la ejecución de distintos proyectos dirigidos por Cáritas Diocesana de Jaén.

Durante la visita a estas instalaciones, el máximo responsable de la Administración provincial, que ha estado acompañado de Rafael Ramos, director de Cáritas Diocesana; Javier Porras, coordinador de Cáritas Interparroquial de Jaén; y de María de los Ángeles Gila, responsable de la Despensa; ha felicitado la labor que tanto los directivos como los voluntarios de esta organización realizan en pro de ayudar a las familias más necesitadas de Jaén. “Hablamos de una institución comprometida con la ciudadanía, que lucha por mejorar la situación de miles de personas que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza”, ha afirmado.

En la misma línea, Reyes ha señalado: “Desde la Diputación somos muy conscientes de la labor que realiza Cáritas, y es por ello que colaboramos con esta institución año tras año en programas concretos en torno a la mujer, a la inclusión social y les ayudamos a facilitar alimentación a las familias más necesitadas”. “Hablamos de una organización que llega donde las administraciones no llegamos, y este fue uno de los motivos por el que en el año 2020 le dimos a Cáritas Diocesana el Premio de la Provincia”, ha apostillado el máximo responsable de la Administración provincial. Por su parte, el coordinador de Cáritas Interparroquial, Javier Porras, ha puesto de relieve el apoyo de la Administración provincial.  “Una colaboración que nos permite seguir ayudando a la gente más vulnerable de nuestra tierra día tras día”, ha declarado.

Homilía de la Misa de Inicio del Año Jubilar 2025

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Homilía de Mons. José Ángel Saiz Meneses. Santa Misa de Inicio del Año Jubilar 2025. Fiesta de la Sagrada Familia. Catedral de Sevilla. 29 de diciembre de 2024.

El Santo Padre Francisco, a través de la Bula Spes non confundit, ha convocado el Jubileo ordinario del año 2025, y nos ha recordado que este Año Santo orientará el camino hacia otro aniversario fundamental para todos los cristianos: los dos mil años de la Redención realizada por medio de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que celebraremos en el año 2033. El Santo Padre abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro el pasado 24 de diciembre, dando inicio así al Jubileo ordinario, y, según él mismo estableció en la Bula de convocación, el domingo 29 de diciembre de 2024 los obispos diocesanos celebran la Eucaristía como apertura solemne del Año jubilar en todas las catedrales del mundo.

Queridos hermanos y hermanas que participáis en esta celebración: Obispos Auxiliares, hermanos en el Episcopado; Consejo Episcopal; Deán Presidente y Cabildo Catedral; sacerdotes, diáconos; miembros de la vida consagrada; miembros del laicado; un saludo también a quienes participáis en la celebración a través del canal YouTube de la Catedral.

Este Año Jubilar será un tiempo de gracia en el que Dios nos concede todos sus bienes para nuestra renovación interior. Tiempo de penitencia, de recibir el perdón de Dios; tiempo de conversión personal, comunitaria y social; tiempo de crecimiento en la vida cristiana, de perdonar a los demás, de recomponer las relaciones personales rotas en la familia, en el trabajo, en el ambiente; tiempo de reflexionar profundamente sobre el sentido de nuestra existencia y sobre la llamada a orientar nuestra vida según los valores del Evangelio; tiempo de adoptar un nuevo estilo de vida. El Año Jubilar es una ocasión excelente para hacer una parada en el camino, reflexionar y discernir, y proyectar el futuro de un modo nuevo, resolviendo los problemas del presente con determinación, y afrontando el futuro desde la esperanza.

El papa Francisco nos invita a vivir el Jubileo como peregrinos de esperanza, y desea que seamos capaces de transformar, con la gracia de Dios, nuestro mundo. Nos recuerda dónde está la auténtica esperanza del cristiano: “La esperanza cristiana consiste precisamente en esto: ante la muerte, donde parece que todo acaba, se recibe la certeza de que, gracias a Cristo, a su gracia, que nos ha sido comunicada en el Bautismo, la vida no termina, sino que se transforma para siempre”. Nuestra esperanza se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, nuestra esperanza está en Jesucristo. Por eso cada uno de nosotros, y todo el Pueblo de Dios, hemos de acoger, con plena participación y compromiso, tanto el anuncio de esperanza de la gracia de Dios como los signos que atestiguan su presencia y eficacia.

Un elemento característico del Jubileo es la peregrinación, que recuerda la condición de la existencia humana como un camino. A lo largo del Año Santo es muy importante peregrinar hasta los templos jubilares y ganar la gracia del Jubileo. También será fundamental vivir con intensidad la dimensión interior de la peregrinación. No podemos olvidar que desde el nacimiento hasta la muerte, la condición del ser humano es la de homo viator, hombre viajero, itinerante. El ser humano puede aferrarse a los bienes materiales, al poder, al placer, a los logros personales y a los honores, pero al final se encontrará vacío porque está creado para algo mucho más grande, está creado para la trascendencia. De ahí que esa búsqueda incesante es la que mueve al homo viator a caminar hasta el encuentro con Cristo, Aquel que puede saciar sus anhelos de trascendencia y de plenitud. El peregrino es consciente de que el camino que recorre le lleva a la Verdad que ilumina todos los caminos, a la Vida que da sentido y plenitud a la vida, que da respuesta a todos sus interrogantes y anhelos.

El Santo Padre nos invita a recibir la esperanza teologal, don de Dios, y también a redescubrir la esperanza en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece y que debemos interpretar a la luz del Evangelio. Misión nuestra será transformar los signos de los tiempos en signos de esperanza, empezando por la paz en el mundo. Pide a los responsables de las Naciones que pongan fin a los numerosos conflictos que hay en la tierra. Exhorta a vivir la vida con entusiasmo, a compartir los bienes con los demás; anima a una existencia abierta a engendrar nuevas vidas a través de una maternidad y paternidad responsables. Por otra parte, nos exhorta a convertirnos en signos de esperanza para tantos hermanos que viven en condiciones de penuria y necesidad. El Año Jubilar debe llevar la esperanza a los presos, a los enfermos, a los jóvenes, a los migrantes, a las personas mayores que están solas, y a los pobres.

Nuestro mundo está más falto de esperanza en la medida que se aleja de la fuente de la verdadera esperanza. Cuantas dificultades que se van sucediendo una tras otra en la vida, cuantas expectativas que no llegan a cumplirse y acaban generando frustración, cuantas decepciones acumuladas. No faltan motivos para el desaliento. Pero el ser humano necesita esperanza, una esperanza duradera y creíble, que lo sostenga, que le dé sentido, que le ayude a vencer los problemas. El Papa Benedicto XVI también subrayó que la gran esperanza es mucho más que una idea, o un sentimiento, o un valor. La gran esperanza es una persona viva, es Jesucristo, que tiene rostro y corazón humano, que comparte con nosotros la historia humana, por eso podemos acudir a Él en cualquier situación, en cualquier necesidad, seguros de que nos comprende y nos ayuda para seguir caminando.

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Contemplemos esta familia singular, única e irrepetible, que a la vez es el modelo principal para toda familia cristiana. El Hijo eterno de Dios se ha hecho hombre, ha nacido en una familia humana y, al hacerlo así, ha bendecido y ha consagrado institución familiar. Hoy encomendamos a todas las familias a la protección y amparo de María santísima y san José, especialmente a las que estén pasando por crisis o tengan problemas graves, para que no se desalienten ante las pruebas y dificultades de la vida, para que no pierdan nunca la esperanza, para que crezcan día a día en el amor y en el servicio de la vida. Que el Señor les conceda crecer en la virtud teologal de la esperanza, que no se identifica con el optimismo de carácter ni con las ilusiones efímeras. Es mucho más que eso, es un don de Dios que se compone del gozo en el Señor, la certeza serena de su providencia, la constancia en las pruebas y la paciencia en las dificultades, así como la perseverancia en el trabajo y la fidelidad en medio de los contratiempos. La esperanza no es una realidad pasiva, sino que se manifiesta en la fortaleza ante las adversidades y, sobre todo, en la confianza en Dios.María santísima es modelo de esperanza confiada en Dios, que nunca abandona y que da las fuerzas para superar las pruebas de la vida y para construir un mundo mejor, más acorde a su voluntad. María es la estrella de la esperanza. Conoce bien nuestro interior, los miedos y ansiedades, las alegrías e ilusiones, las necesidades y aspiraciones de cada uno de nosotros y de la humanidad. Ella avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo con total fidelidad la unión con su Hijo hasta la cruz. Ella nos precede, nos acompaña y alienta, para que seamos peregrinos de esperanza y mensajeros de esperanza en medio del mundo, constructores de paz y fraternidad, generadores de solidaridad. Que ella nos ayude a vivir con intensidad este Año Jubilar y a recibir toda la gracia, todo el perdón, todo el amor que el Señor nos quiere conceder. Que así sea.

Un recorrido por la iconografía de la Sagrada Familia de la Catedral

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Más de medio centenar de personas han podido conocerla de manos de un experto en arte, el sacerdote Jesús Daniel Alonso

El Secretariado para el Patrimonio Cultural de la Diócesis ha organizado un año más un recorrido iconográfico guiado por la Santa Iglesia Catedral dirigido a las familias o personas que han deseado conocer la rica iconografía de la Sagrada Familia en la víspera de su fiesta. En esta ocasión, la visita ha sido guiada por el director del Secretariado de Patrimonio Cultural de la diócesis de Córdoba, Jesús Daniel Alonso, el día 31 de diciembre, quien ha explicado como experto en arte, la calidad artística de cada una de las representaciones que hay en el templo principal de la Diócesis, concretamente en el Coro de la Catedral, aportando una explicación teológica y compartiendo el sentido didáctico que cada una contiene.

En total, han participado más medio centenar de personas.










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Mensaje ante el nuevo año 2025

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Mensaje del arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, al cierre del año 2024, con el horizonte puesto en el Año Jubilar 2025, el año de la esperanza.

Siete propuestas para ser ¡peregrinos de esperanza!

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Siete propuestas para ser ¡Peregrinos de Esperanza!

  1. Salir de la psicología de la tumba, que nos habla el Papa Francisco, de aquellos que han perdido el entusiasmo inicial, repitiendo acciones monótonas, que se limitan a elogiar el pasado, convirtiéndose en momias de museo, criticando cualquier iniciativa presente, pero anclados en un mundo que ya no existe. Por eso sufren un desencanto vital y manteniendo su alma en un estado vegetativo.
  2. La esperanza, el gozo, la alegría cristiana sale de la tumba del resucitado que ha roto todas las cadenas, incluso la de la muerte. No somos hijos del Viernes Santo, sino hijos de la Pascua. Somos los que no nos dejamos arrastrar por las estadísticas negativas, ni por los profetas del mal agüero. Los primeros cristianos, impulsados por el Espíritu Santo, no se anclaron en el pesimismo, salieron por todos los caminos y se jugaron la vida por Cristo, nuestros evangelizadores y nuestros mártires, nos empujan a salir de nuestras casas como ellos hicieron.
  3. Por eso la Iglesia Peregrina, es una Iglesia en salida, es obvio, aunque nos cueste entenderlo. Nuestra Iglesia de Almería también está llamada a salir de lo que aún nos quede de una Iglesia encerrada en sí misma, con sabor a invernadero, que sean los otros los que vengan a nosotros … Necesitamos romper con nuestras rutinas, del siempre se ha hecho así, para atrevernos a llegar a todas las personas y periferias que necesitan la luz del Evangelio. Prefiero, nos dice el Papa, una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro en la seguridad de aferrarse a las propias seguridades. Son palabras proféticas de su carta apostólica La Alegría del Evangelio.
  4. Una Iglesia de esperanza, es una iglesia preocupada por el dolor y el sufrimiento humano, que brota de la pobreza extrema, de los abandonos, de las guerras y los terrorismos, de las violencias infringidas, de las masacres, del sinsentido de la vida, de la marginación, de la debilidad, en conclusión, de los pecados, frutos del desamor y del egoísmo, de la falta de fe, de la pérdida de la caridad, entendida como el amor derramado de Dios. Este es nuestro campo de batalla. Y cuánto nos cuesta salir de nuestra comodidad, y cuán duro es entrar en el cuerpo a cuerpo.
  5. Una Iglesia Peregrina de Esperanza, es una Iglesia capaz de vencer la tentación de la posesión. Necesitamos tan poco para vivir la fe con autenticidad, como la vivieron los primeros cristianos. San Pablo VI hace ya muchos años, nada es nuevo, decía que la Iglesia particular debe ser pobre y para los pobres. Que contra el ansia de posesión como elemento de seguridad sea capaz de vivir la generosidad como clave fundamental, siendo Iglesia gratuita dispuesta a ser sierva de la humanidad. Y como dice nuestro Papa Francisco glosando este texto: Que el servicio sea nuestro poder.
  6. Para vivir la fe con autenticidad solo necesitamos una comunidad, en la que los cristianos hablen, oren y compartan. En la Iglesia y en nuestras parroquias, comunidad de comunidades, todos estamos llamados a la conversión, para que todos, laicado, vida consagrada, diáconos y sacerdotes, seamos llamados a ser miembros activos de nuestra comunidad. Conocer la tarea y misión de cada uno de nosotros, que nace de los compromisos bautismales, nos ayudará a desempeñar mejor nuestra labor misionera y evangelizadora.
  7. Pero más que nunca nuestras comunidades necesitan comunión y formación. No somos peregrinos de esperanza por libre, ni nuestras comunidades pueden vivir desgajadas de los demás cristianos. Si fuera así corremos el riesgo de crear pequeñas sectas donde nos creamos superiores o más puros que los demás. Y esto desde el principio es un riesgo en la Iglesia. No somos de Cefas, de Pablo o de Apolo, gritaba san Pablo, ¡somos de Cristo! Y cuidado que nos gusta atomizarnos, separarnos, autentificarnos como los únicos. Necesitamos formarnos también para conocernos y no navegar sólo por los sentimientos.

Este Año Santo, es de gracia, de conversión y de perdonanza, tanto para cada persona como para cada comunidad, y para nuestra Iglesia de Almería.  Todos peregrinamos hacia Cristo, nuestra Esperanza,

+ Antonio, vuestro obispo

Homilía en la apertura del Año Jubilar 2025 en la diócesis de Jaén

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Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Con inmensa alegría nos reunimos en esta solemne celebración, en comunión con la Iglesia universal, para inaugurar el Año Jubilar 2025 en nuestra Diócesis de Jaén, en el que conmemoramos la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Misterio que da pleno sentido a nuestra fe y nos impulsa a ser portadores de esperanza en un mundo que clama por ella, especialmente en estos tiempos de guerra y desorden. Un tiempo de gracia que la Iglesia nos regala para fortalecer nuestra fe católica, renovar nuestra esperanza y vivir con mayor intensidad la caridad. ¡Un tiempo de profunda alegría!

Saludo con especial afecto a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos/as, seminaristas, y fieles de nuestras comunidades cristianas, venidos de todos los puntos de nuestra diócesis jienense, que, unidos como peregrinos, juntos estamos viviendo este momento tan especial de la apertura solemne del Jubileo.

Saludo a las Excmas. e Ilmas. autoridades civiles y militares que nos acompañan.

Y les agradezco su presencia, testimonio de la cercanía y del cariño hacia este pueblo cristiano, que constituye mayoritariamente nuestra sociedad jienense, y que celebra un acontecimiento histórico y de singular importancia para todo el orbe Católico, y que como Iglesia desea ser testimonio de esperanza para todos los ámbitos de nuestra Sociedad. ¡Gracias por vuestra presencia!

Y, también, saludo a todos aquellos que habéis trabajado para hacer posible este momento, de forma especial al Comisario del Jubileo, D. Bartolomé López, Vicario Episcopal de Baeza, y a toda la Comisión constituida para este gran evento, así como a todos los voluntarios que os habéis puesto a disposición para servir en tantos actos que vamos a vivir a lo largo de todo el año 2025.

Bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, este Jubileo nos recuerda que, al igual que el apóstol Pablo escribió a los Romanos, “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5); que la esperanza, fundada en el amor de Dios derramado en nuestros corazones, es el hilo conductor de nuestra vida cristiana.

Al inicio de mis palabras, quisiera detenerme un momento en las lecturas que, en este día, fiesta de la Sagrada Familia, se han proclamado. Pues, nos invitan a reflexionar cómo fue la encarnación del Hijo de Dios, en el seno de una familia, y sobre los valores esenciales que deben orientar la vida familiar y redescubrir la importancia de ésta como comunidad de amor y de fe.

El libro del Eclesiástico subraya la bendición de honrar a los padres, especialmente en su vejez, como un acto de gratitud y obediencia al mandato divino: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. San Pablo, en su carta a los Colosenses, nos exhorta a vivir virtudes como la compasión, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia, esenciales para la convivencia familiar, revestidos del amor que es el vínculo perfecto de la unidad. Y, finalmente, el Evangelio de Lucas nos presenta a la Sagrada Familia enfrentando la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo, una experiencia que resalta la búsqueda de Dios y la vocación única de cada miembro de la familia.

En el contexto actual, donde prevalecen la fragilidad de compromiso, la incertidumbre y la desesperanza, la familia se erige como una fuente de esperanza y renovación. Es el lugar donde se vive la reciprocidad, el amor y la fecundidad de toda una sociedad. En este marco jubilar, recordemos que las familias, “fuente de esperanza”, están llamadas a ser testigos vivos de la misericordia divina y de la esperanza que transforma toda realidad.

Queridos hermanos, el lema del Jubileo, “Peregrinos de Esperanza”, no es simplemente una frase inspiradora, sino una llamada profunda a redescubrir nuestra identidad como pueblo de Dios en camino, enraizado en el amor del Padre manifestado en la carne del Verbo hecho hombre y en el signo de la Cruz, ancla de nuestra salvación.

A través de los siglos, el peregrinaje ha sido un símbolo de la búsqueda de sentido, de transformación interior y de encuentro con lo sagrado. En este Año Santo, estamos invitados a mirar nuestra vida como un peregrinaje hacia Dios, un trayecto en el que la esperanza actúa como motor y guía de nuestra vida.

Por consiguiente, este lema encuentra su fundamento en la Encarnación de Cristo, el Peregrino por excelencia, quien asumió nuestra humanidad para llevarnos a la plenitud de la vida. También nos interpela a reflexionar sobre nuestro papel en el mundo actual: ¿Cómo vivimos nuestra condición de peregrinos? ¿Qué señales de esperanza ofrecemos a quienes nos rodean? ¿Cómo caminamos juntos como Iglesia? Preguntas nos conducen a explorar dimensiones fundamentales que se desprenden del este Jubileo:

La Encarnación de Jesucristo es el acto supremo de amor de Dios hacia la humanidad. Al hacerse hombre, Dios asume nuestra historia y nos abre las puertas de la salvación. Como recordaba San Juan Pablo II, la Encarnación es el punto de encuentro entre el cielo y la tierra, y nos llama a reflexionar sobre nuestra propia vocación a ser testigos de este amor, en un mundo marcado por conflictos, desigualdades y crisis, el misterio de la Encarnación nos da razones para la esperanza.

Hoy, ser peregrinos significa ser conscientes de que nuestra vida es un camino hacia el encuentro con Dios. Este camino requiere paciencia, confianza y solidaridad. Como enseña la “Bula Spes non confundit”, el peregrinaje no solo es un acto físico, sino también un signo de búsqueda espiritual y de renovación interior. En este Año Santo, somos llamados a redescubrir el valor del silencio, del esfuerzo y de lo esencial, dejando atrás las distracciones que nos alejan de Dios.

Como cristianos, nuestra esperanza se funda en la victoria de Cristo, con su Cruz y Resurrección, sobre el pecado y la muerte. Testimoniar esta esperanza significa vivir con la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios (cf. Rm 8,38-39). La esperanza cristiana nos impulsa a ser luz en medio de las tinieblas, a consolar a los que sufren y a trabajar por un mundo más justo y fraterno. Este Jubileo es una ocasión para recordar que la esperanza es también una tarea: debemos cultivarla y compartirla con generosidad.

El camino de la esperanza es también un camino de sinodalidad. Como nos invita el Santo Padre Francisco, este Año Jubilar debe ser un tiempo para caminar juntos, discerniendo y escuchándonos mutuamente. La sinodalidad nos llama a ser una Iglesia abierta, acogedora y comprometida con los más vulnerables. Una Iglesia en Conversión Pastoral, camino que ya llevamos con nuestro Plan Pastoral, que desea llegar al corazón de “todos, todos, todos” los que aún no conoce al Señor, invitándolos a ser sus discípulos, a descubrir que Cristo cuenta con ellos, y los hace partícipe de su gran misión: anunciad a todo hombre y mujer, de toda raza, lengua, pueblo y nación, su amor, haciendo crecer la esperanza en medio de nuestro mundo, que es nuestra “casa común”.

Queridos hermanos, vivamos este Año Jubilar como una oportunidad única para responder a la llamada de Dios en las múltiples dimensiones de nuestra vida cristiana: fortaleciendo nuestra fe, redescubriendo la importancia de la oración, de la Palabra de Dios y los Sacramentos; purificándonos de nuestros pecados, viviendo la reconciliación con Dios y los hermanos con sinceridad y profundidad, renovando nuestra alianza bautismal y acogiendo la Gracia de Dios para la conversión genuina; renovando nuestra esperanza, sabiendo que Cristo nunca defrauda, especialmente en nuestras crisis y en los desafíos que la vida conlleva;  y manifestando nuestra caridad de manera concreta, donde en este Jubileo se traduce también en obras concretas de amor. En consonancia con el proyecto social de la Conferencia Episcopal Española nuestra Diócesis se une al esfuerzo para combatir la trata de personas y la explotación, así como trabajar por la dignidad de las personas migrantes que llegan en busca de una esperanza para sus vidas y la de sus familias a nuestro país.

Al cruzar hoy la Puerta de nuestra Catedral, preludio de una rica experiencia de gracia y misericordia, deseemos renovar nuestro compromiso de ser testigos de la esperanza. Enriquezcámonos de las gracias que este año podremos lucrar en este Templo Jubilar, nuestra S. I. Catedral, y en aquellos que he dispuesto, en fechas y lugares determinados que recogen realidades singulares y que nos hablan de aquellos que son preferidos del Señor: los pobres, los enfermos, los presos y los ancianos.

Gracia enriquecida, en este jubileo, y en estos lugares, con la indulgencia plenaria, que es un don que nos otorga el perdón de nuestros pecados y la gracia de borrar las huellas o penas temporales que merecen esos pecados; que nos habilita a obrar con caridad y a crecer en el amor. Gracia que también puede ser aplicada a los difuntos como signo de amor hacia ellos.

En este tiempo jubiloso, volvemos nuestra mirada a María, la Santísima Virgen de la Cabeza, Patrona de nuestra Diócesis, Madre de la Esperanza. Ella, que albergó en su seno al Salvador del mundo, es modelo de fe, paciencia y confianza. Bajo su protección, iniciamos este camino jubilar con nuestros corazones llenos de gratitud y de esperanza. Que Ella, Estrella de la Mañana, nos acompañe en este peregrinaje hacia el corazón de Dios.

+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

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Posadas se tiñe de solidaridad y cariño

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Las hermandades malenas se unieron para trabajar por Cáritas al tiempo que los niños visitaban a los mayores de Vitalia

“Un corazón, una hermandad” fue la iniciativa puesta en marcha por cuatro hermandades de Posadas, la de Ntra. Sra. de la Salud, Ntro. Padre Jesús Nazareno, Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Santísimo Sacramento, el viernes, 27 de septiembre, para llevar a cabo una recogida solidaria destinada a Cáritas Posadas y las familias necesitadas malenas.

Tanto los miembros de las hermandades, como los grupos jóvenes, grupos de Confirmación, voluntarios y un buen número de establecimientos del pueblo, colaboraron en la iniciativa llevando productos de alimentación, higiene y limpieza, trabajando unidos como Iglesia y como parroquia.

Visita de los niños de 2º año de catequesis

Por su parte, los niños de segundo año de catequesis para su Primera Comunión, visitaron a los ancianos de la residencia Vitalia de Posadas.

Los niños fueron ataviados con atuendos navideños, pastores, ángeles, la Virgen María, San José y el Niño para llevar alegría a los abuelitos, a quienes escribieron tarjetas de felicitación navideña y les pidieron oraciones al igual que ellos rezan por ellos.

Junto a ellos estuvieron jóvenes de Confirmación, padres y catequistas.


















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Felicitación del Arzobispo: ¡Santo y Feliz Año nuevo!

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Felicitación del Arzobispo: ¡Santo y Feliz Año nuevo!

El Arzobispo de Sevilla, Mons. José Ángel Saiz Meneses, ha publicado en sus cuentas tanto de la red social X (@ArzobispoSaiz) como en Instagram ( @arzobisposaiz ), su mensaje de felicitación para el comienzo del año nuevo:

¡Santo y Feliz año Nuevo! comenzamos el año 2025, un año jubilar. El Papa Francisco nos recuerda en la Bula de convocación los problemas del mundo de hoy: la guerra, la muerte, la destrucción, el odio, el hambre, la deuda económica, la baja natalidad, las poblaciones oprimidas por la violencia o atenazadas por la pobreza.

El Santo Padre nos invita a vivir el jubileo 2025 como peregrinos de esperanza. Y pide que estemos disponibles para Dios, que seamos capaces de trasformar con su gracia nuestro mundo.

A María Santísima Reina de la Paz, Madre De Dios y Madre nuestra, confiamos nuestras preocupaciones y esperanzas, nuestra vida entera. Ella es signo de espernanza cierta. De su mano y bajo su protección seguiremos caminando en esperanza. ¡Feliz año nuevo!

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