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Fallece a los 84 años el padre Salvador García Téllez, un sacerdote paciente, generoso y sencillo

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Por: José Antonio Hernández Guerrero

Ha fallecido el padre Salvador García Téllez, un sacerdote que orientó sus diversas tareas pastorales por las coordenadas humanas y evangélicas de la sencillez, de la naturalidad y de la autenticidad. Esta es la razón por la que, a mi juicio, a nadie ha extrañado que, en su despedida, los compañeros, los amigos, los feligreses e, incluso, los alejados de la Iglesia, lo hayan definido como “una buena persona”, un elogio especialmente importante en unos momentos en los que el concepto y la palabra “bondad” están devaluados. Nacido en Ubrique el año 1940, desarrolló sus trabajos sacerdotales en Vejer como coadjutor de la parroquia del Divino Salvador, y como encargado de las feligresías de los Caños de Meca y de El Palmar. Fue, después, coadjutor en la parroquia de la Palma de Cádiz y, desde agosto de 1979, cura párroco de Palmones, Los Cortijillos, Guadacorte y Ciudad Jardín. El 14 de julio de 2001 recibió de manos del Alcalde, Alonso Rojas, el nombramiento de “Hijo Adoptivo” de los Barrios.

Es comprensible que, a pesar de la categoría de valores cotizados en esta sociedad materialista, pragmática y exhibicionista, hayan sido unánimes los comentarios positivos sobre su generosidad, su sencillez y su serena aceptación de las dolencias que ha soportado durante los últimos años en el Asilo de Ancianos de Algeciras. Estoy convencido de que sus actitudes y sus comportamientos, coherentes con los mensajes evangélicos, poseen mayor fuerza persuasiva que la reiteración de palabras por muy elocuentes que pretendan ser.

Este principio, formulado durante más de veintiún siglos en los textos evangélicos, lo tuvo siempre muy en cuenta el padre Salvador, como me explicó hace escasas fechas su compañero y amigo, el padre Paco García. Enemigo de la frivolidad y, como él decía, de “las tonterías”, era un defensor de las cosas elementales y un maestro de la simplicidad de la vida: sus comentarios obvios y sus actitudes francas, exentos de cualquier pisca de presunción, estaban sustentados en un fondo de honradez y en un sustrato evangélico.

Su perfil humano y sacerdotal era una simpática combinación de valores que incluía, en diferentes proporciones, nobles sentimientos de humildad, de solidaridad y de gratitud. Su elemental manera de ejercer el sacerdocio era, en contra de lo que algunos pensaban, una muestra espontánea de sensibilidad y de delicadeza. Por eso, nunca le oímos comentarios despectivos y, por eso, fue tan generoso en la admiración y en los elogios. Y es que, para elogiar con sinceridad, hemos de cultivar muchas otras virtudes morales. Pero, a mi juicio, lo más lúcido de sus comentarios aparentemente elementales, era su categórica afirmación de que la voluntad de Dios pasa siempre por hacer del amor el centro de nuestra vida porque –como él decía- sólo desde el amor tal como nos cuenta el Evangelio, “podemos vivir como cristianos y como sacerdotes”. Gracias, querido Salvador, por las lecciones que, con palabras titubeantes y entrecortadas, nos has dictado: efectivamente, hemos de ser más buenos y más sensibles. Por eso, sólo las personas admirables son capaces de admirar. Que descanse en paz.

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Jornadas de Pastoral de Escuelas Católicas

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El pasado sábado 15 de marzo, el colegio La Salle San Ildefonso acogió las Jornadas de Pastoral de Escuelas Católicas que se celebraron bajo el lema «Somos Comunidad».

El encuentro reunió a educadores y agentes de pastoral de diversos centros educativos de Canarias con el propósito de reflexionar, compartir experiencias y reforzar los vínculos de la comunidad educativa en su misión evangelizadora.

Durante la jornada, se llevó a cabo la ponencia de Paula Melero que dio pistas para hacer realidad el lema «Somos Comunidad», que recuerda la importancia de caminar juntos en la construcción de una educación basada en valores, en la participación y la fe compartida.

También se profundizó en el valor de la comunidad como eje central de la educación católica.

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Hoy se celebra el viacrucis del Cristo de la Misericordia

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Hoy se celebra el viacrucis del Cristo de la Misericordia

Las parroquias de la Blanca Paloma y Nuestra Señora de la Candelaria, de Sevilla, ha organizado, junto a la Hermandad del Gran Poder, su tradicional viacrucis del Santísimo Cristo de la Misericordia. La imagen, que se encuentra en la Parroquia de la Blanca Paloma, discurrirá por las calles de la feligresía hoy, lunes, 17 de marzo, a partir de las ocho de la tarde, “si el tiempo nos lo permite”, explican fuentes parroquiales.

Se trata de un evento que viene celebrándose el segundo lunes de Cuaresma desde el año 2020 y que se suma a otros actos y celebraciones cuaresmales.

En este, también participan los grupos jóvenes de las hermandades que colaboran en la obra social de la parroquia.

Finalmente, desde la organización han informado que el acompañamiento musical correrá a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de las Tres Caídas.

 

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Monseñor Rico Pavés preside la solemnidad de San José en la parroquia de San José de Jerez

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El templo parroquial de la zona de Vallesequillo de Jerez de la Frontera acogerá esta celebración en torno al patrón De la Iglesia universal.

El próximo 19 de marzo, la Iglesia universal celebra a su patrón, San José. Por este motivo, desde la Diócesis de Asidonia-Jerez este día tan especial nos trasladaremos hasta la parroquia de San José de Jerez de la Frontera. Allí, Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez presidirá esta solemnidad a las 19:30hrs.

Desde la Diócesis se invita a participar de esta celebración junto a nuestro pastor diocesano. Este será el momento perfecto para que en esta Cuaresma sigamos conformando nuestro corazón para vivir intensamente la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Asimismo, para unirnos junto a nuestro Obispo en el Santísimo Sacramento del Altar.

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Monseñor Rico Pavés presente en la Eucaristía con motivo del 50 aniversario sacerdotal de Monseñor Zornoza

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El Sr. Obispo de Asidonia-Jerez, acompañado de D. Luis Piñero, Vicario Episcopal de Evangelización, concelebró en esta Santa Misa en la Santa Iglesia Catedral de Cádiz.

Este sábado 15 de marzo, la Santa Iglesia Catedral de Cádiz acogió una Eucaristía muy especial. En concreto, hablamos de la celebración de los 50 años de sacerdote de Monseñor Rafael Zornoza, Obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. En esta Santa Misa, estuvo presente la Diócesis de Asidonia-Jerez, representada por su pastor, Monseñor José Rico Pavés, que fue acompañado del sacerdote D. Luis Piñero, Vicario Episcopal para la Evangelización.

Como nos cuentan desde la web del Obispado de Cádiz y Ceuta, en una Catedral llena, también acompañaron a Monseñor Zornoza, el Arzobispo Emérito de Granada, D. Francisco Javier Martínez Fernández y el Obispo Auxiliar de Sevilla, D. Teodoro León Muñoz. Una numerosa representación del clero gaditano, Vicarios episcopales, seminaristas, además de autoridades, la curia diocesana, directores y delegados de secretariados y delegaciones episcopales, y muchos fieles laicos amigos del prelado.

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HOMILÍA DEL OBISPO EN LA ORDENACIÓN AL DIACONADO PERMANENTE DE DIEGO HERNANDEZ EXPÓSITO

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Querida Comunidad de Jesucristo Redentor, querida María Luisa, Alejandra y Diego y la familia y los amigos de Diego, queridos Scouts Católicos, querido Diego que hoy recibirás el Orden de los Diáconos, hermanas religiosas, querido Francisco, párroco de esta comunidad, querido Ignacio, vicario general, queridos diáconos permanentes y hermanos en el sacerdocio.

Las lecturas que has elegido Diego para esta celebración nos señalan el camino por donde podemos contemplar el gran misterio que encierra tu ordenación de Diácono Permanente. Damos gracias a Dios.

  1. La institución de los diáconos [Hch 6,1-6]

Querido Diego, como hemos escuchado en la primera lectura, el ministerio de los diáconos en la Iglesia viene de los tiempos de los apóstoles, cuando apartan a siete varones justos. El texto señala que, debido al aumento del número de los discípulos, los creyentes de origen helenista se quejan contra los de origen judío, porque sus viudas no están bien atendidas en la distribución diaria de los alimentos. Ante semejante situación, los Apóstoles hacen notar las dificultades para abandonar el ministerio de anunciadores del Evangelio para dedicarse al servicio de la caridad; por lo que estiman pertinente escoger «siete hombres de buena fama», es decir, sin doblez, donde el ser y el actuar coincidan, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encomiendan la asistencia de los necesitados.

Pero rápidamente vemos que los diáconos, una vez instituidos mediante la imposición de las manos, actúan también como predicadores, responsables y guías de un grupo cristiano, comenzando por llevar la Buena Noticia a los no judíos, siempre bajo la supervisión de los Apóstoles (Cfr. Hch 6, 8 ss). Así nos encontramos con Felipe, uno de los diáconos que componen el grupo de los siete, predicando y bautizando en Samaria (Cfr. Hch 8, 12-16).

San Pablo menciona a los diáconos al menos en dos lugares. Comienza saludándoles en la Carta a los filipenses “a todos los santos en Cristo (la comunidad), a sus Obispos y diáconos” (Flp 1, 1). En la Primera Carta a Timoteo, es donde describe las cualidades y virtudes de los diáconos poniendo en el centro: “que guarden el misterio de la fe con conciencia pura” (1Tm 3, 8).

Durante los primeros cuatro siglos de la Iglesia, el diaconado se concibe en Occidente como una institución permanente, de hecho, sólo se habla de los Obispos con sus diáconos, así lo vemos en las actas martiriales de algún Papa (Obispo de Roma) o varios Obispos martirizados con sus diáconos (San Lorenzo –que está en tantos retablos– uno de los siete diáconos del Papa San Sixto, asesinado con cuatro de sus diáconos cuando celebraba la Eucaristía. En Tarragona: el obispo Fructuoso y sus dos diáconos Augurio y Eulogio fueron encarcelados y quemados en el anfiteatro). San Calixto I, fue elegido Papa, siendo diácono. Ellos, junto a san Esteban, y muchos más serán tus protectores.

A partir del siglo V, cae en decadencia este ministerio diaconal, entendiéndose sólo como una etapa transitoria para la ordenación sacerdotal, tomando más protagonismo los presbíteros. Fue el concilio de Trento, durante el siglo XVI, quien dispuso su restablecimiento en la Iglesia, pero la iniciativa no tuvo ningún éxito. Finalmente, el Concilio Vaticano II determinó restablecer el diaconado como grado propio y permanente de la jerarquía eclesiástica. Hasta aquí la historia del diaconado.

  1. Jesús se entrega a sí mismo como servidor [Jn 13,3-18]

Pero el diaconado no es solo una tarea más, sino que es donación de toda la persona, de sí mismo. Los adversarios de Jesús y los que no se decidían a creer en Él, le piden prodigios que sean capaces de mostrar su gloria; el rechaza este camino de poder y renueva su adhesión al plan divino, que entiende la Encarnación en la línea del despojo, de servicio, de sacrificio, de entrega total, de humilde abajamiento, kenosis. Y esto, querida comunidad, querido Diego, es el único medio por el que alcanzaremos la salvación, la vida eterna, que en definitiva es un estado glorioso en el que el siervo es servido.

La imagen que has elegido como icono de tu ordenación, Jesús lavando los pies a sus discípulos, el maestro en funciones de esclavo, es conmovedora sobre todo cómo observan y aprenden sus discípulos, según me hiciste ver. Somos diáconos para arrodillarnos y lavar los pies de todos, así nos lo enseñó el Señor aquel Jueves Santo, cuando se arrodilló ante los suyos como un esclavo, cuando partió el pan y oró por la unidad: ¡que todos sean uno, como tú y yo Padre, somos uno! Cuando nos dio el mandamiento nuevo del amor. La novedad, queridos hermanos radica en que Amar no tiene otro camino que el “como yo os he amado”, es decir, ser un servidor inclinado en el suelo, desvestido, con la toalla ceñida, antes de nada. De rodillas ante Cristo en la Eucaristía, ante la Palabra de Dios, ante la comunidad congregada, ante los humildes, pobres y necesitados. De rodillas como inútil servidor, como mediador del amor derramado de Dios “por nosotros y por nuestra salvación”.

Ante él, para adorar, ante los demás, para servir. Pero adorar y servir sólo se pueden sostener en una misma unidad, como los dos palos de la Cruz ¡Así todos somos Cuerpo de Cristo! Así seremos personas eucarísticas, contemplativas y orantes, entregados de lleno a la comunidad [la de dentro y la de fuera del redil], partiéndonos y repartiéndonos, como el mismo pan eucarístico, dándonos en alimento, hasta agotar la vida. El que quiera ser el primero que sea el esclavo de todos. Queda claro. También para los presbíteros que somos diáconos.

  1. Cristo icono de la Iglesia que sirve [Lc 10,29-37]

El evangelio que has elegido nos muestra que nuestra Iglesia ha de ser una comunidad samaritana. Debemos reconocer la legitimidad de los sentimientos humanos y exhortar a un acompañamiento empático con los que sufren. Durante la Cuaresma siempre medito el texto de Oseas 11,4. “Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas. Me incliné hacia él para darle de comer”.

Los expertos de la Ley, el sacerdote y el levita, pasan de largo, sus conocimientos de Dios y de la Ley no les sirvieron para responder a la necesidad concreta.

Por el contrario, la parábola nos descubre que el que tiene el secreto de la vida eterna es paradójicamente un samaritano, el extranjero odiado por los judíos. (El legista no se atrevió siquiera a pronunciar su nombre, dijo: “el que practicó la misericordia”).

El sacerdote y el levita no reaccionaron porque la situación para ellos era nueva, no prevista. Y se encuentran en dificultad ante la persona desnuda y malherida.

Estamos ante el hermano en dificultad que pone en dificultad. Y es la dificultad, y no la vida hecha, la que pone al descubierto nuestro amor eficaz y por lo tanto nuestra disponibilidad. El resto son buenas palabras y justificaciones. Las situaciones incómodas, difíciles e imprevistas son el termómetro de nuestra fe, esperanza y caridad.

En este gesto del samaritano la Iglesia de todos los tiempos reconoce un aspecto fundamental de su misión. Levantar a los caídos en los caminos de la historia. Si esto se difumina, se pierde también el sentido del ser y la misión de la Iglesia.

  1. Un desafío para la Iglesia [LG 29] Conclusión

Ahora nos queda una tarea. Si el Concilio Vaticano II, nos recomienda instaurar el Diaconado Permanente está exigiéndonos a toda la Iglesia que nos ocupemos de ello, es todo un desafío para todos nosotros. ¿Qué nos frena en proponer a varones “de buena fama, llenos de espíritu y sabiduría”, de edad madura, a entregar su vida a este servicio de los diáconos? Nos preocupan las vocaciones para el sacerdocio, y está bien, ¿pero las vocaciones para el diaconado permanente, y las vocaciones para servicios laicales? Es todo un reto, que también nos ayudaría a los obispos y sacerdotes a una dedicación más plena a lo específico de nuestro ministerio.

Querido Diego, estás llamado para ejercer la misericordia. Dios entra de una manera imprevista en nuestras vidas y reclama atención en el momento presente, no después cuando yo lo tenía previsto. Este texto nos pone en el punto de mira de nuestra hiperactividad y de nuestra oración. Este Evangelio nos pone en tela de juicio la imagen que somos de Jesús en su Iglesia.

Almería, 15 DE MARZO DE 2025

+ Antonio Gómez Cantero, Obispo de Almería

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La fase de implementación del Sínodo culminará con una Asamblea eclesial en octubre de 2028

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El pasado 11 de marzo, el Santo Padre aprobó definitivamente la puesta en marcha de un
itinerario de acompañamiento
y evaluación de la fase de implementación del proceso sinodal. Ya en la Nota de acompañamiento del Documento final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco había precisado que las Iglesias locales y las agrupaciones de Iglesias están llamadas ahora a desarrollar, en los diversos contextos, las indicaciones autorizadas contenidas en el Documento, a través de los procesos de discernimiento y de toma de decisiones previstos por el derecho y por el Documento mismo.

Según explica la Secretaría general del Sínodo, en carta remitida por el Card. Grech, este camino implicará a las diócesis, a las conferencias episcopales de todo el mundo, así como a sus agrupaciones continentales, que cuidarán de implicar también a los institutos de vida consagrada, a las sociedades de vida apostólica, a las asociaciones laicales, a los movimientos eclesiales y a las nuevas comunidades presentes en sus territorios.

El resultado final será la celebración de una Asamblea Eclesial en el Vaticano en octubre de 2028. El camino que conducirá a toda la Iglesia a la celebración de la Asamblea eclesial en octubre de 2028 estará pautado de modo que ofrezca un tiempo adecuado y duradero para comenzar a poner en práctica las indicaciones del Sínodo, e incluirá algunos eventos significativos de evaluación:

  • marzo de 2025: anuncio del proceso de acompañamiento y evaluación;
  • mayo de 2025: publicación del Documento de apoyo para la fase de implementación con
    las indicaciones para su puesta en práctica;
  • junio de 2025 – diciembre de 2026: itinerarios de implementación en las Iglesias locales
    y sus agrupaciones;
  • 24-26 de octubre de 2025: Jubileo de los equipos sinodales y de los órganos de
    participación;
  • primer semestre de 2027: Asambleas de evaluación en las Diócesis y Eparquías;
  • segundo semestre de 2027: Asambleas de Evaluación en las Conferencias Episcopales
    nacionales e internacionales, en las Estructuras Jerárquicas Orientales y en otras
    agrupaciones eclesiales.
  • primer semestre de 2028: Asambleas continentales de evaluación;
  • junio de 2028: publicación del Instrumentum laboris para los trabajos de la Asamblea
    eclesial de octubre de 2028;
  • octubre de 2028: celebración de la Asamblea eclesial en el Vaticano.

Desde ahora, la Secretaría General del Sínodo se compromete a acompañar y apoyar a las
Iglesias en este camino.

A este fin, la Secretaría del Sínodo considera de fundamental importancia garantizar que la fase de aplicación sea ocasión para involucrar nuevamente a las personas que ya han contribuido y para devolver los frutos de la escucha de todas las Iglesias y del discernimiento de los Pastores en la Asamblea sinodal: de este modo continuará el diálogo ya iniciado en la fase de escucha.

El proceso se valdrá del trabajo de los equipos sinodales formados por presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, laicos y laicas, acompañados por su obispo: los equipos sinodales son instrumentos fundamentales para acompañar de manera ordinaria la vida sinodal de las Iglesias locales. Por esta razón, los equipos existentes deben ser reforzados y eventualmente renovados, y los equipos suspendidos deben ser reactivados y debidamente integrados.

En línea con las indicaciones del Documento final, el objetivo es concretar la perspectiva del
intercambio de dones entre las Iglesias y en la Iglesia entera.
A lo largo del camino, todos podrán beneficiarse de la riqueza y la creatividad de los pasos dados por las Iglesias locales, recogiendo los frutos en sus agrupaciones territoriales (Provincias, Conferencias Episcopales, Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales, etc.).

El itinerario será también la ocasión para evaluar juntos las decisiones tomadas a nivel local y reconocer los progresos realizados en materia de sinodalidad (cf. n. 9). Gracias a este itinerario, el Santo Padre podrá escuchar y confirmar las orientaciones consideradas válidas para la Iglesia entera (cf. nn. 12 y 131). Por último, este proceso constituye el marco en el que situar las múltiples iniciativas de aplicación de las orientaciones del Sínodo, en particular los resultados de los trabajos de los Grupos de Estudio y las aportaciones de la Comisión de Derecho Canónico.

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Los seminaristas lucran el Jubileo siendo sembradores de esperanza

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En el domingo que la Iglesia dedica a San José, el más próximo a su solemnidad, el 19 de marzo, se celebra el Día del Seminario. En esta ocasión y enmarcado en el Jubileo, se desarrolla bajo el lema de “Sembradores de esperanza”. Una jornada festiva, en la que los seminaristas de Jaén lucraron el Jubileo, acompañados de sus formadores y del Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez.

Los 20 seminaristas que se forman en el Seminario diocesano de Jaén y los 4 del seminario menor en familia, han participado los últimos siete días en la Semana Vocacional, que en esta ocasión se ha celebrado en el Arciprestazgo de Alcalá la Real, donde han llevado su testimonio a los institutos y que culminaba con una hermosa Vigilia de Oración, este sábado por la noche.

El domingo, junto a sus familias, participaban en la Catedral de una Eucaristía jubilar, que contó con el acompañamiento musical del coro parroquial de La Asunción de Martos. Las lecturas estuvieron participadas por los familiares de los seminaristas y el Evangelio proclamado por el diácono, Fernando Ruano.

En su homilía, el Obispo diocesano comenzó saludando a los seminaristas, formadores y familiares que participan en el Jubileo, para, después, centrar sus palabras en la reflexión de las lecturas de este segundo domingo de Cuaresma. La Cuaresma, como la vida misma, – explicó Don Sebastián- es un camino de conversión, un proceso de fe en el que estamos llamados a superar nuestras ataduras y a caminar hacia las promesas de Dios. No se trata solo de un tiempo de renuncia y penitencia, sino de una oportunidad para acercarnos más a Él”. Para añadir, “El cristiano no es alguien que se instala cómodamente en este mundo, sino quien está siempre en camino. La fe nos impulsa a mirar más allá de lo inmediato y a confiar en que Dios nos guía, incluso cuando no comprendemos del todo su voluntad”.

Asimismo, quiso subrayar el Evangelio de la Transfiguración como un anticipo de la gloria, en este sentido, afirmó: “Esta escena nos invita a reflexionar sobre el sacerdocio y la vocación. Hoy, en el Día del Seminario, recordamos que los sacerdotes son «sembradores de esperanza», llamados a irradiar la luz y la fuerza de Cristo Resucitado. Como dice el Papa Francisco, el camino vocacional tiene tres señales: la dirección hacia Cristo, la perseverancia ante las dificultades y la necesidad de alimentarse espiritualmente en la oración y la comunidad”.

El Prelado jiennense enfatizó el sentido jubilar de este año, a la vez que entonar un acción de gracias por las vocaciones al sacerdocio: “En este año jubilar, queremos dar gracias a Dios por nuestros seminaristas. La vocación sacerdotal no nace en el vacío; surge en comunidades vivas, en familias que transmiten la fe, en parroquias que fomentan la escucha de la llamada de Dios”. Y añadió, “Nuestro Seminario diocesano es el lugar donde la semilla de la vocación es cuidada con amor y dedicación. Agradecemos a los formadores por su entrega y sabiduría en el acompañamiento de estos jóvenes en su discernimiento”.

Antes de concluir su prédica se dirigió a los 20 seminaristas y en tono paternal les animó, “Queridos seminaristas, sois un signo de esperanza para nuestra Iglesia. En un mundo que a veces parece perder el horizonte de Dios, vuestro «sí» generoso recuerda a todos que Cristo sigue llamando a nuevos obreros para su mies. Perseverad con alegría y confianza en este camino apasionante. El sacerdocio no es una pérdida, sino una entrega que llena el corazón. «No penséis en darle al Señor las migajas de vuestra vida». Quien se entrega a Dios nunca queda defraudado”

Hasta el altar llevaron las ofrendas la familia de uno de los seminaristas. La celebración concluyó con la veneración del Santo Rostro y una foto de familia. A continuación, se trasladaron a la Casa de la Iglesia para, junto con sus familiares, conmemorar la alegría de saberse llamados pastores y esperanza para la Iglesia.

Galería fotográfica: «Día del Seminario 2025»

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San José con el Niño. Iglesia de la Asunción (Estepa)

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San José con el Niño. Iglesia de la Asunción (Estepa)

Como el Papa Francisco nos recordaba en la Patris Corde, la carta apostólica con motivo del 150 aniversario de la declaración de San José como patrono de la Iglesia Universal, debemos tener al igual que el Santo Patriarca una fortaleza llena de esperanza ante las dificultades y los problemas de nuestra vida, dejando de lado nuestra miedo y decepción. En este Jubileo de la Esperanza, fijamos nuestros ojos en San José para llenarnos de esa fortaleza llena de esperanza.

En la Iglesia de la Asunción de Estepa encontramos esta imagen de San José con el Niño formando parte del programa iconográfico de los frescos de la bóveda de cañón con lunetos que cubre la única nave del templo, conjunto obra del pintor Manuel de Jódar y Romero, contratado en 1754 junto con la decoración de los muros laterales. Los lienzos que se encuentran tanto en la bóveda como en las paredes laterales han sido atribuidos por el profesor Fernando Quiles al artista escacenero Andrés Rubira. La bóveda está dividida en cuatro tramos separados por arcos fajones y presenta cada parte un esquema similar: en el centro aparece un lienzo ovalado rodeado de cuatro óvalos más pequeños realizados en pintura mural. Así en el primer tramo de la bóveda, el situado junto al presbiterio, se dispone esta representación del Santo Patriarca, rodeado de los retratos de Santa Inés, Santa Bárbara, Santa Catalina de Alejandría y Santa Lucía.

San José se muestra de pie, sosteniendo al Niño Jesús que aparece sobre el banco de carpintero, en el cual se distinguen algunas herramientas entre virutas de madera. De gran belleza es el Niño, que aparece revestido con una especia de túnica que deja ver parte de su anatomía. Como dato curioso, la vara florecida, símbolo de San José, aparece aquí portada no sólo por el patriarca sino también por Jesús, significando así que la virtud del padre en la tierra de Jesús se apoya en su elección para la misión de protector y custodio del Hijo de Dios.

Al fondo de la composición, a la derecha del Santo, vislumbramos una silla sobre la que se adormece un perrito. Destacamos de la obra su colorido, así como la delicadeza del conjunto.

Reforzando la atribución que Fernando de Quiles lanza, tenemos que relacionar esta obra con el San José con el Niño que se encuentra en la Iglesia del Niño Jesús de Lisboa, presentando evidentes similitudes en la composición del grupo principal. Rubira estuvo trabajando en esta iglesia lisboeta, así como en la Cartuja de Laveiras, ya que entre los años 1740 y 1745, o quizás una década antes como señala dicho profesor, está establecido en la corte portuguesa junto al pintor de cámara José Vieira Lusitano.

Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural

Foto: F. Rodríguez

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Visita Pastoral a la Parroquia de Ntra. Sra. del Pilar y Santa Teresa, la aldea de Santa Eulalia y el santuario de Guadalupe

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El pasado día 7 de marzo, la comunidad parroquial se congregaba en la puerta del templo parroquial de Santa Teresa a las diez de la mañana para recibir a nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez , en el inicio de su Visita Pastoral a esta Parroquia de Úbeda, situada en el barrio de San Pedro y que extiende sus límites hasta la Puerta del Sol y, recorriendo el Parque Norte, llega hasta la Atalaya. También, forma parte de la Parroquia todo el entramado comercial e industrial que se desarrolla desde Cuatro Caminos. Son once mil habitantes quienes habitan en este territorio, situado fuera de la zona histórica y artística de esta Ciudad Patrimonio.

Una vez en el interior de la iglesia y de la oración pertinente ante el Señor, oculto en el Sagrario, el Párroco se dirigió al Obispo presentándole al grupo de la comunidad que se había hecho presente en este inicio de la visita para acogerle en la jornada que se iniciaba con unas palabras de saludo y de agradecimiento de parte de nuestro obispo, que nos venía a visitar con el único propósito de conocer nuestra realidad y de alentarnos la fe y el testimonio cristiano. 

Terminado este primer encuentro nos dirigimos hasta el Cementerio Municipal de San Ginés. Allí, nos encontrábamos presentes los sacerdotes de la ciudad para, junto con el Obispo, rezar por todos los que duermen en el campo santo esperando la resurrección de la carne. Fue un momento de especial sentimiento, sobre todo cuando fuimos recorriendo los lugares de sepultura de los familiares allí presentes que solicitaron una oración por sus fieles difuntos y que el Pastor diocesano atendió con afecto y atenta solicitud, por lo que le están eternamente agradecidos. También, acompañados por el guardián del lugar, dirigimos nuestros pasos hacia las tumbas de nuestros hermanos sacerdotes allí enterrados para pedir por su eterno descanso.

Una vez finalizada la visita al Cementerio llegó la hora de visitar a los enfermos de la Parroquia. ¡Ojalá hubiéramos dispuesto de mucho más tiempo para llegar a otras casas! Sólo pudimos visitar a dos de nuestras mayores, Rafaela y Catalina, que están a unos días de cumplir noventa y ocho años. Es este, también, uno de los momentos en el que los mayores e impedidos sienten la cercanía de Dios y agradecen, ellos y sus familias, la entrada del Obispo en sus hogares.

Pasada la una de la tarde llegamos al Colegio de la Milagrosa de las Hijas de la Caridad, donde fuimos recibidos por las Hermanas de la Comunidad de Baeza y por el equipo directivo del centro, pero sobre todo fue alegre y festiva la acogida de los más pequeños que, haciendo un pasillo, fueron chocando sus manos con las del Obispo. Después, subimos hasta la Capilla del Colegio y nos unimos en oración todos los allí presentes. El grupo de niños con el que nos encontramos, que recordaban la catequesis impartida la tarde anterior en la iglesia de la Trinidad en la que habían participado, fue muy enriquecedor y pudimos ser testigos de la formación espiritual recibida en la catequesis y a través del itinerario de su formación en el espíritu vicenciano. La vivacidad de ese grupo de niños y niñas que van a recibir al Señor muy pronto el día de su Primera Comunión nos sorprendió gratamente. Pasamos todos un buen rato y salimos asombrados de las cuestiones que le plantearon a Don Sebastián. Una vez terminado este encuentro y, antes de marcharnos al almuerzo en la casa de los Salesianos, compartimos un tiempo de diálogo en el despacho de la directora.

Después del almuerzo que como cada día compartimos los sacerdotes del Arciprestazgo con nuestro Obispo, reanudamos la tarea que nos quedaba pendiente en la tarde. Primero, a las cuatro, nos reunimos en la Iglesia de Santa Teresa con miembros de las distintas realidades parroquiales: Catequistas, Cáritas, Manos Unidas, Coro, Limpieza, Economía, Ministros de la Comunión, Visitadores de Enfermos, Cofradía de la Jesús en su Sentencia y María Santísima de las Penas. Cada uno de los que habían acudido al encuentro se fueron presentando y dieron testimonio de su labor en favor de la Comunidad Parroquial y de la alegría de poder sentirse parte de un grupo humano que se sabe iglesia y que quiere servir al Señor y a los hermanos con su entrega y dedicación. El Obispo nos animó a seguir buscando las formas y maneras para llegar a cuantos más mejor, especialmente a los que sentimos o nos sienten alejados, contando con que nuestra Parroquia es la más numerosa en habitantes de Úbeda y a todos hay que hacerles llegar el conocimiento de Cristo, sin olvidar nuestra necesidad de recibir formación y atención espiritual.

Tras este encuentro parroquial, llegamos a la Casa de la Iglesia en donde un numeroso grupo de Catequistas de todo el Arciprestazgo se había congregado para compartir la realidad de la catequesis en las distintas parroquias que forman parte de él. Nuestro Pastor diocesano, junto al Arcipreste, escuchó la presentación de las responsables de cada comunidad, incluidas las responsables de los Colegios de la Milagrosa y Salesianos, ambas partes de Santa Teresa. Finalizada la presentación, los participantes que lo desearon, pudieron expresar sus inquietudes y retos en estos tiempos que nos han tocado vivir en la transmisión de la fe. El Prelado fue respondiendo a todas y cada una de las cuestiones y nos dio pautas para que el mensaje avanzara a pesar de las dificultades y tropiezos de la realidad de nuestros días. Hizo hincapié en la necesidad de la formación a nivel arciprestal, de la oración y encuentro de todos los catequistas dando testimonio de fe y vida en la unidad en torno al único Maestro, nosotros no somos maestros ni “seños”. Fue una hora en la que nos sentimos todos los participantes parte de una única familia movida por el Espíritu de Dios que nos llama a avanzar por la vía del amor.

Concluida la asamblea de Catequistas, de nuevo en Santa Teresa, nos esperaban los miembros del Consejo Pastoral y Económico. La reunión comenzó con la oración y siguió con la presentación de los miembros que los componen. Cada uno de estos responsables y representantes de los distintos grupos que hay en la realidad parroquial hizo una breve presentación de la labor que lleva a cabo en el servicio conjunto de la Comunidad. De este Consejo también forma parte la Familia Salesiana, las dos Cofradías que en el Santuario de María Auxiliadora tienen su sede, la asociación de María auxiliadora y el Colegio de la Milagrosa de las Hijas de la Caridad. El Obispo agradeció el trabajo llevado a cabo por todos ellos junto a los sacerdotes del Arciprestazgo durante los más de tres meses de ausencia del párroco por motivos de enfermedad. Finalizada la reunión llegó el momento culminante de esta fructífera jornada, la celebración de la Misa Estacional. La Eucaristía, presidida por nuestro Obispo, fue concelebrada por el párroco, Luis Juan Gallardo;  y, también, por D. Robustiano Gallego, que preside la Misa dominical en la ermita del Pilar, al que le estamos inmensamente agradecidos por su servicio, frescura y fuerza en su ministerio; por el Director de los Salesianos, D. Manuel Ernesto Granja; por D. Ildefonso Fernández, feligrés y párroco anterior; y por D. Francisco Javier Cova, secretario de la Visita Pastoral.

El coro parroquial fue quien animó con el canto la Eucaristía, que transcurrió de manera sobria y alegre dando gracias al Señor por la presidencia de la Mesa de la Palabra y de la Mesa de la Eucaristía por parte de nuestro Obispo Diocesano. En su homilía nos siguió alentando a todos los presentes a sentirnos amigos del Novio, de Jesucristo, a quien el Obispo hace presente en el ejercicio de su Ministerio de Dios recibido. A gozarnos de su presencia en medio de nosotros y a reconocerle en los hermanos, especialmente en los pobres, hacia quienes tiene que ir dirigido nuestro ayuno y nuestro sacrificio. 

Concluida la celebración con la recepción de la bendición de Dios y el envío para seguir siendo misioneros, el párroco agradeció en nombre de toda la comunidad parroquial el día que estaba a punto de finalizar habiendo contado durante toda la jornada del que es el pastor y servidor de nuestra Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Pilar y Anta Teresa.

Finalmente, revisados y firmados los libros parroquiales y la administración parroquial, Don Sebastián, pudo compartir un pequeño aperitivo en el salón parroquial.

Visita Pastoral a Santa Eulalia y el santuario de Guadalupe

Y no habiendo terminado aún la Visita a la Parroquia, nos retaba la visita a la aldea de Santa Eulalia. Ésta fue el pasado día 12 de marzo. A las cuatro de la tarde llegaba el Obispo con su Secretario a la aldea, donde le esperaba un buen grupo de vecinos en la puerta de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, agradecido por esta atención que le manifestaba al haberse acercado hasta ellos. Una vez dentro de la Iglesia y después de unas palabras de bienvenida del Párroco los vecinos y el Obispo entablaron un diálogo cordial y ameno, en el que Don Sebastián les pidió que les hablaran de su día a día y de las necesidades que tienen. Allí se comprometió en volver para presidir un día la Eucaristía, si fuera posible, en torno a la festividad de San Isidro. Una vez salimos de la iglesia nos dirigimos al salón social de la Santa Eulalia para compartir en un ambiente acogedor y familiar un café y unos dulces acompañados de unos licores. Así se despedía el Obispo de los vecinos de la Aldea que cada año tiene el honor de recibir y despedir a la Virgen de Guadalupe, patrona de los Aldeanos en la subida y en la bajada a su Santuario del Gavellar.

Desde allí el Obispo se desplazó a Úbeda para participar en una sesión divulgativa de su visita a los estudios de Radio y Televisión de Úbeda. De esta manera pudo dar amplitud y conocimiento de la razón de la Visita, especialmente a los que no pueden enriquecerse de ella presencialmente.

A las siete y media de esa misma tarde, en el Santuario del Gavellar, a los pies de la aldea de Santa Eulalia, llegó nuestro Obispo para una  vez recibido por los párrocos de Úbeda, especialmente por el Capellán y rector de la Cofradía y del Santuario,  D. José María y por la Junta Directiva de la Real Archicofradía de la Virgen de Guadalupe, patrona de Úbeda, presidir la celebración de la Eucaristía en este lugar santo en el que hacía más de cuarenta años que ningún obispo diocesano celebraba la Santa Misa.

Fue, por tanto, un momento histórico para la Iglesia de Úbeda. Comenzada la Eucaristía, que contó con el servicio musical del coro “Luz propia”, D. Pedro Javier, Hermano Mayor de la Cofradía, agradecía al Obispo su presidencia del Sacramento de la Fe que se iba a celebrar sobre el altar a los pies de la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Culminado todo este caminar juntos en estas jornadas, agradezco a Dios la visita de nuestro Obispo y confiamos que este acompañarnos y animarnos en el camino del seguimiento de Cristo, movidos por la fuerza del que es «Don en sus dones esplendido y fuente del mayor consuelo», poder llegar alegres a la casa del Padre. Que en este año Jubilar, llenos de Esperanza, el Señor bendiga todas y cada una de las familias de nuestra comunidad parroquial del Pilar y Santa Teresa. Amén.

Luis Juan Gallardo
Sacerdote

Galería fotográfica: «Visita Pastoral a a la Parroquia de Ntra. Sra. del Pilar»

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