Saludo del representante de CIVCSVA, en la Asamblea de CONFER

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Saludo del P. Eusebio Hernández Sola, OAR, representante de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, en la Asamblea General de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), que se celebra en Madrid del 16 al 18 de noviembre.

Saludo cordialmente al P. Elías Royón, Presidente de la CONFER, a los miembros de la Junta Directiva, a la Secretaria, Hna. Julia García Monge, y a todos y cada uno de ustedes aquí presentes y con ustedes, saludo con afecto a sus comunidades e institutos religiosos.

Gracias por esta afectuosa invitación, P. Elías, que he acogido con viva satisfacción, pues siempre he pasado momentos muy agradables en vuestros encuentros.

El lema de vuestra asamblea es: “Nacer de nuevo para una esperanza viva”. San Pedro escribe estas palabras en un momento de persecución de la Iglesia y sin embargo invita a los cristianos a la esperanza. ¿Por qué? Porque la esperanza no es fruto de la imaginación o de los esfuerzos humanos, sino que es un don gratuito de Dios por la resurrección de Cristo; no es resignación pasiva, sino principio dinámico que induce a una nueva forma de comportarse. San Pablo nos invitará a vivir con la alegría de la esperanza (Rom 12,12), porque fruto de la Pascua es siempre: el gozo de la esperanza.

El Papa nos ha invitado en Santiago a “ser semilla de esperanza”. Pienso que la vida consagrada está llamada a ser profeta de esperanza en este momento histórico que no es fácil; donde la crisis social, política, económica, religiosa asume rasgos difíciles de comprender y aceptar. Pero, cuando todo parece que se quiebra, surge la serenidad fecunda de la cruz que ilumina todo y da razón de nuestra esperanza. Cristo no vino a suprimir los tiempos difíciles, sino a cómo superarlos con la seguridad que nos da Aquel para Quien nada es imposible. La Iglesia vive apoyándose en la cruz y canta la seguridad de su esperanza: “Salve, oh crus, nuestra única esperanza”. De ahí que “en la contemplación de Cristo crucificado se inspiran todas las vocaciones; en ella tiene su origen… todos los dones y en particular el don de la vida consagrada” (VC 23).

La verdad es que vosotros con vuestra vida y el servicio que prestáis a la Iglesia y a los hombres de hoy, sois ya signo vivo de esperanza. La Iglesia os debe mucho por el testimonio de generosa entrega en los diversos campos de la pastoral catequética, educativa, sanitaria y social. La Iglesia reconoce todo lo que sois y todo lo que hacéis y agradece la callada labor misionera dentro y fuera de las fronteras de España.

La Congregación para los Institutos de vida consagrada, y s.v.a. sabe de vuestros anhelos de comunión eclesial y de los reales esfuerzos por hacer fructificar la intercongregacionalidad, como también vuestra apertura y colaboración con los laicos.

Es consciente de las dificultades que experimentáis día a día en vuestro empeño por animar a los hermanos y hermanas de vuestras comunidades.

Hermanos y hermanas os invito hoy, con sencillez pero con fuerza, a afrontar las dificultades y los obstáculos, que podéis vivir como religiosos y como ciudadanos, como un “kairos”, como un tiempo de gracia en el cual está presente el soplo vivificante del Espíritu Santo. Vuestra presencia de consagradas y consagrados en los ambientes en los que “se juega y se decide la vida” de las personas, como son: los campos de la marginación, de la migración, de la enfermedad, de la esclavitud y comercio humano, la cercanía a los pobres, a olvidados, a los “últimos” en sociedad, son, igualmente, signos de esperanza y ocasión para revitalizar vuestra fidelidad y creatividad al servicio de la Iglesia y de la humanidad.

Nuestra vida ha de ser alternativa a la cultura dominante, cultura de la avidez del tener, del gozar y del dominio (cf. VC 108), proponiendo el testimonio alegre de esperanza y de una vida nueva, la vida de las bienaventuranzas evangélicas. Tener y dar esperanza significa revitalizar y reconquistar el valor de ser fermento en la masa, de pequeño rebaño en medio de gran masa humana. En definitiva estos retos pueden constituir un fuerte llamamiento a profundizar la vivencia propia de la vida consagrada, cuyo testimonio es hoy más necesario que nunca. Es oportuno recordar cómo los santos Fundadores y Fundadoras han sabido responder con una genuina creatividad carismática a los retos y a las dificultades del propio tiempo”. (Caminar desde Cristo, 13)

Al contemplar la asombrosa belleza de la Sagrada Familia, el Papa ha pedido y rogado para que seamos nuevos testimonio de santidad, porque el gran servicio de la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad es ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado (cf. Jn 6,29). Dentro de pocos meses vendrá de nuevo para la Jornada Mundial de los Jóvenes.

Constituyen dos referencias que debemos considerarlas como hitos que han de marcar nuestra historia y que han de servir de inspiración y estímulo para un mayor compromiso de cercanía y atención a nuestro querido pueblo.

Concluyo deseando que esta Asamblea refuerce la convivencia fraterna y comunión entre todos los miembros de vida consagrada. Es un momento adecuado para renovar el empeño en el seguimiento gozoso del Señor y el servicio apostólico a favor de la Iglesia y de los más necesitados. Que María, modelo de vida consagrada, nos acompañe siempre.

P. Eusebio Hernández Sola, OAR
CIVCSVA

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