La Iglesia acaba de conceder a Sor Ángeles la medalla «Pro Ecclesia et Pontifice». Sor Ángeles es una más de las Hermanas Mercedarias de la Caridad, un instituto religioso fundado en Málaga por el Beato Juan Nepomuceno Zegrí.
En la actualidad, es la Madre Superiora de la pequeña comunidad que atiende la residencia sacerdotal. Durante varios años estuvo al frente de una casa de ejercicios en la sierra norte de Sevilla, donde llevó una vida dedicada a la contemplación y a facilitar un lugar de silencio y contemplación a cuantas personas buscaban encontrarse con Dios. Pero la obediencia la sacó de allí y la trajo a Málaga para atender a los sacerdotes. Con este galardón, la Iglesia desea darle las gracias por sus desvelos y cariño, porque Sor Ángeles, tan menuda ella, y las Hermanas Mercedarias, se multiplican ante cualquier emergencia, como puede ser una enfermedad.
Raramente saldrán en la tele o el periódico, pero son cientos de miles las mujeres que entregan su vida día a día en el servicio a los enfermos, a la educación de los niños, a los sin familia, a los sin techo, a la mujer maltratada, a quien cayó en la prostitución o en la droga, a los ancianos… Y otros cientos de miles las que, en los países más pobres, se juegan la vida por los desheredados de la tierra.
Sor Ángeles Sánchez Agudelo es una más de esas mujeres de Dios que, movidas por la fe en Jesucristo, constituyen la parte más noble de la humanidad y de la Iglesia, la parte más silenciosa y eficaz de esa Iglesia pisoteada e insultada cada día por quienes no la conocen o le deben haber salido de la miseria y haber aprendido a pensar. Para quien quiera intentarlo, no es difícil elaborar una larga lista de políticos, escritores, cineastas, profesores y otros profesionales que deben a la Iglesia la base de lo que hoy han llegado a ser. ¡Aunque ahora se avergüencen y no pierdan ocasión para insultarla!