MONS. CARLOS AMIGO PIDE ORACIONES POR LA LLUVIA

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Sevilla. 02/09/2005. – Mons. Amigo ha hecho pública una carta pastoral, El agua, bendición de Dios y responsabilidad de todos, que comienza de la siguiente forma: "Hace ya algunos años, y con motivo de una visita al Rocío para suplicar la intercesión de la Señora, recordaba que mientras unos piden que hagamos milagros y señales portentosas, otros sugieren que olvidemos a Dios y busquemos otra protección y sabiduría".

 

Más adelante, el prelado señala que "si pedimos que lleguen las lluvias, no es sólo porque se agoten las fuentes del agua, sino porque tenemos fe. Y nuestra confianza en Dios nos lleva a pedir con perseverancia aquello que necesitamos". Aclara que la oración no sería sincera si olvidáramos otras obligaciones, concretamente la de "conservar los dones y bienes que de Dios se reciben". En este sentido hace un llamamiento para implorar la lluvia y trabajar en la búsqueda de nuevos recursos, "así como en guardar, cuidar y compartir un bien tan apreciado como es el agua".

 

En su carta, el cardenal hace algunas reflexiones cristianas sobre el agua. En primer lugar afirma que nadie tiene derecho a apropiarse del agua "como si de una propiedad particular se tratara. Corresponde a la administración pública la justa distribución del agua, atendiendo a las necesidades, ciertamente distintas, que pueden tener unos y otros individuos, unos y otros pueblos. No es justo que unos despilfarren y que otros padezcan sed. Que unos campos puedan producir abundantes cosechas y otros tengan que permanecer en barbecho", añade.

En segundo lugar reclama una atención permanente en torno al agua, y subraya que "más que lamentar la escasez, será por más inteligente y oportuno el cuidar bien de lo que se tiene". Aboga además por la educación, concretamente por "una auténtica pedagogía para educar una conciencia moral del uso del agua. Puede haber medidas coercitivas e incluso penalizaciones, pero siempre, a largo plazo, lo eficaz es una buena formación".

 

Recuerda el magisterio de la Iglesia en esta materia, donde se destaca el agua como "uno de esos derechos humanos con una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes", y concluye la carta pastoral afirmando que el agua es "una bendición de Dios y su uso una responsabilidad moral y un capítulo en el ejercicio de la justicia y de la caridad cristiana".

 

 

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