El Miércoles de Ceniza,
Ante el inicio de la Cuaresma
«“Convertios…”. Esta invitación es muy personal y siempre nueva cada año. Nos la dice el Señor en la liturgia e incluye mucho más que un cambio de fachada, de costumbres, de ocupaciones. Supone un cambio profundo de criterios, de nuestro modo de pensar y de actuar, de afrontar
Se trata de una conversión del corazón, desde nuestra cercanía real y afectiva a Jesucristo que sufre y muere por nosotros para “con su sangre y agua” introducirnos en el misterio del amor de Dios misericordioso, que se extiende hasta el hermano que camina junto a mi y lejos, también, de nosotros.
Convertirse es mirar “al que traspasaron”, poner rumbo en nuestro corazón, enderezar el timón hacia el Dios comprensivo y misericordioso de brazos abiertos en la cruz, y lleno de nueva vida pascual para quien le busca.».