Apuntes para la vida
Comentario Semanal de Mons. Juan del Río
COPE Jerez
25 de septiembre de 2005
Benedicto XVI y los jóvenes
La celebración de la XX Jornada Mundial de la juventud en Colonia del 15 al 21 de agosto ha marcado un punto culminante en la actualidad eclesial de este verano. El lema “Hemos venido a adorarle” alude al pasaje de los Reyes Magos, que guiados por la estrella encontraron al Mesías, al Salvador, al verdadero Dios (cf. Mt 2,1-12). Hoy los peregrinos son otros; hasta Alemania han caminado más de un millón de jóvenes de 193 países distintos respondiendo a la llamada del Sucesor de Pedro, que – después del inolvidable iniciador de estas Jornadas, Juan Pablo II- es Benedicto XVI. El nuevo Papa se ha visto respaldado por toda la Iglesia, desde las oraciones y sacrificios de los monasterios y fieles ofrecidos por los frutos espirituales del encuentro, a la presencia de 60 cardenales, 880 obispos y cerca de 10.000 sacerdotes. Nuestra diócesis de Asidonia-Jerez también se hizo presente con la participación de más de 500 jóvenes de nuestras parroquias, comunidades y movimientos. Pero todo esto no se improvisa; detrás de estas cifras tiene que haber mucha vida cristiana durante todo el año, de familias, parroquias, sacerdotes, religiosos, agentes de pastoral y pueblo de Dios en general.
Aquella “ciudad juvenil” improvisada en los campos de Marienfeld no se concentraba alrededor de un artista o cantante de moda.¡No! Aquello era la contracultura de los jóvenes cristianos frente a los valores del hedonismo, sexo y alcohol a los que nos tiene tan acostumbrados la sociedad sin Dios llamada del bienestar. Allí pudimos palpar cómo la “Iglesia es viva y joven”, cómo la “estrella de la fe” nos lleva a desprendernos de los “Herodes de turno” y adorar al único Dios vivo y verdadero que se ha empeñado en salvar al hombre. Los jóvenes no fueron buscando a un Papa determinado, sino al Vicario de Cristo en la tierra que la divina providencia en cada momento pone al frente de su Iglesia, ahí está su magnífica respuesta a las claras, precisas y profundas palabras del Papa Ratzinger, que con saludable provocación les hablaba en estos términos: “la libertad no consiste en gozar de todo, sino en orientar la propia vida hacia el bien y la virtud”, o bien estas otras: “el tiempo libre permanece vacío si en él no está Dios. No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis el sacramento de la penitencia”. Es decir, el Papa ha recordado elementos básicos del cristianismo, que no se debe descafeinar pensando que con ello hacemos más atrayente la fe a las nuevas generaciones, porque, como afirmó, “una religión buscada a la medida de cada uno no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis, nos abandona”.
Colonia ha representado la consagración de Benedicto XVI como el “Papa del mundo”, el “Papa de la palabra” que cautiva el corazón de los jóvenes, que sabe llegar a judíos y musulmanes, que habla de unidad y reconciliación entre las diferentes confesiones cristianas. En fin, ha sido toda una gracia de Dios para la Iglesia, pero también un aldabonazo en las conciencias de muchos contemporáneos que se encuentran esclavizados por el duro materialismo en la cultura dominante.