«Y el discípulo la acogió en su casa»
(Jn 19,27b)
Queridos herreños:
Una vez más os escribo estas líneas ante
La respuesta parece estar sugerida en las palabras del Evangelio de Juan que sirven de lema para esta Bajada: «Y desde aquella ahora el discípulo la acogió en su casa».
Es una escena preciosa, en la que el evangelista nos presenta la crucifixión de Jesús como fuente de vida y de una humanidad nueva, que brota precisamente de la cruz. «Mujer, ahí tienes a tu hijo», dijo Jesús a su madre María. Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre», brindándonos como madre nuestra a su propia madre,
Pues bien, en esta cuatrienal cita con la persona viva, que es María, a quien los herreños conocéis e invocáis con el nombre de la Virgen de los Reyes, también a vosotros parece deciros hoy Jesús: Ahí tenéis a vuestra madre. Y como, entonces hizo el discípulo de Jesús, también ahora espera Jesús que la acojáis en vuestra casa, es decir, que la recibáis como algo propio, según la traducción literal, algo singularmente vuestro.
Contar con nuestra madre es uno de los gozos mayores que se puede tener en
Ciertamente, entre los grandes dones que nos dejó Jesús -la Eucaristía, el Espíritu Santo…-, un gran regalo que nos ha dejado a todos es, sin duda alguna, su Madre María. Pero es un regalo que, como en el caso de la Eucaristía, del Espíritu Santo, hay que acoger con fe, como discípulos del mismo Jesús. Por eso, ante
Viene bien subrayar esta perspectiva de discípulos. Porque no es lo mismo acoger la Imagen de la Virgen de los Reyes desde un puro costumbrismo -pongamos por caso- o un puro símbolo de la isla de El Hierro, que acoger a la persona viva que es María, a través de su Imagen, con la fe y el cariño del discípulo.
En este sentido, bien vendría que todos nos preguntásemos cómo vamos a acoger nosotros a la Virgen de los Reyes y cómo nos estamos preparando para recibir su Visita. ¿La miramos como un elemento más, singular si se quiere, de una costumbre secular o la miramos con ojos de fe y con la apertura del corazón de Juan, el discípulo?
A este respecto, recuerdo muy bien que un conferenciante seglar decía, en
Me gustó oír esta interpretación de
Desde esta perspectiva podíamos interpretar la traducción española «La acogió en su casa», subrayando cómo María viene a hacer familia y hacer casa común entre nosotros y nos invita a vivir como miembros de esa casa y con espíritu de hermanos. Como se canta en la Plegaria a la Virgen de los Reyes, estrenada
Sólo me queda por decir que, así como Jesús está ya despidiéndose de su madre querida y de su discípulo amado para entregarse al Padre, también nosotros en cada Bajada podemos y debemos orar tomando conciencia de nuestra condición de peregrinos por este mundo y pidiéndole a la Virgen su amparo para llegar un día con ella al cielo. Así se canta -se reza- en la Plegaria antes mencionada con estas palabras con las que quiero terminar mi mensaje y que os invito a hacer vuestro, a todos los herreños, «ya estén cerca o lejos»:
«Vamos por este mundo
como una nave al puerto;
danos tu amparo, Madre,
y condúcenos al cielo».
O, como decimos en la Oración a
Así sea.
Pide para todos los herreños, por la intercesión de la Virgen de los Reyes, la bendición de Dios,
† Felipe Fernández García
Obispo de Tenerife