D. ANTONIO CEBALLOS. SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

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“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20)

 

Carta Pastoral de D. Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta

 

 

                Mis queridos diocesanos:

 

                Con particular afecto dirijo un caluroso saludo a todos los cristianos, católicos y no católicos, que desean la unidad y se preocupan de que esta aspiración se traduzca en una fidelidad al mensaje de Jesucristo, el cual oró al Padre por la unidad de todos los que creen en su nombre. Os invito a participar en la Semana de Oración por la unidad de los cristianos, que tendrá lugar del 18 al 25 de enero de 2006.

 

1. Donde dos o tres….

 

                Hace sólo unas semanas celebrábamos todos los cristianos el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, designado por el evangelista san Mateo como Jesús, el “Salvador” y el “Dios con nosotros” (cf. Mt 1,21-23). En este contexto se expresa la promesa de Jesús, que sirve de tema para la Semana de Oración por la unidad de los cristianos en este año: “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Y tengamos también presente las palabras de Jesús en la llamada oración sacerdotal: “Que todos sean uno, para que el mundo crea” (cf. Jn 17).

 

2. Son más las cosas que nos unen que las que nos separan

 

                Esta confesión unánime y muchos otros elementos comunes que enumeró el Concilio Vaticano II en su Decreto sobre el Ecumenismo fundamentan las relaciones de buena hermandad que deben mantener las diferentes Iglesias cristianas, a pesar de las prolongadas discordias y enemistades que marcaron largas etapas del pasado. El buen Papa Juan XXIII nos recordó, una y otra vez, que son más fuertes las cosas que nos unen que aquellas que nos separan.

 

 

 

 

3. Pedir la gracia y el don de la unidad

 

                Durante la Semana de oración por la unidad de los cristianos y en nuestra oración por la unidad durante todo el año, os invito a tomar conciencia de que la unidad es una gracia y de que debemos invocar sin cesar este don. Para ello nada  mejor que confiar en la presencia de Jesús que ha prometido a sus discípulos: “Os digo  también: si dos de vosotros, estéis donde estéis, os ponéis de acuerdo para pedir algo en oración, mi Padre celestial os lo concederá” (Mt 18,19). Y también tener presente el capítulo 17 del evangelio de san Juan, que nos habla de la centralidad que los cristianos de todos los tiempos descubren en la plegaria y en la  oración  por la unidad : “Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado” (Jn 17,21).

 

4. Unidad cristiana y unidad de la humanidad

 

                En el contexto de esta semana y dadas las divisiones eclesiales, ninguna oración como ésta para obedecer e identificarnos con el deseo de Jesús. La oración al Padre será asumida por todos los cristianos de tantas tradiciones diversas y, sin duda, será escuchada por Aquel que concede toda dádiva y todo don.

 

                Vale la pena recordar que la oración por la unidad no puede ni debe representar una preocupación marginal entre otras muchas. Toca el fondo de la obra redentora de Cristo. La unidad de sus discípulos es vital para hacer creíble el mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres del mundo. Por eso, unidad cristiana y unidad de la humanidad son realidades que se implican mutuamente. No cabe la segunda sin la primera. Es el sentido profundo del que “todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17,21).

 

5. Restauración de la unidad visible

 

                Las dificultades por las que atraviesa el movimiento ecuménico son obvios. Pero este hecho no debe hacernos rebajar la guardia, antes al contrario, debería estimularnos a todos a proseguir en esa búsqueda de unidad visible.

 

                Todos conocemos las dificultades y diferentes niveles en el que se mueve el trabajo ecuménico. El doctrinal, el institucional, el “de base”. Pero hay uno que envuelve, de alguna manera, a todos los demás: la plegaria, que es como el “alma de todo el movimiento ecuménico, y con razón puede llamarse ecumenismo espiritual” (UR 8).

 

                Al dirigiros estas líneas tengo muy presentes los gestos y palabras del Papa Benedicto XVI, y más concretamente de su antecesor, el Papa Juan Pablo II: “Contra el fondo de la desunión humana la difícil marcha hacia la unidad cristiana debe ser continuada con determinación y coraje, aunque se perciben obstáculos que bloquean la senda. Aquí y de forma solemne, nos comprometemos de nuevo, con nosotros mismos y con los que representamos, a la restauración de la unidad visible y la plena comunión eclesial, en la confianza de buscar algo menos sería traicionar la intención del Señor por la unidad de su pueblo” (Juan Pablo II y el Primado Anglicano, 1989).

 

6. Convertir esta urgencia en un reto

 

                Nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta, poco a poco, va asumiendo la tarea ecuménica. Durante la celebración de nuestro Sínodo Diocesano se hicieron verdaderos gestos en este sentido.

 

                Os invito a todos, un año más, a convertir esta urgencia en un reto. Del día 18 al 25 de enero nos uniremos a la misma oración del Señor: “Que todos sean uno para que el mundo crea”, y sabiendo también que “donde dos o tres se reúnen en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Esta será la plegaria y la experiencia cristiana de nuestras parroquias, de nuestras comunidades religiosas, de nuestros grupos juveniles. Esta será nuestra valiosa aportación al movimiento ecuménico. Cuando nos reunimos para orar juntos por la unidad, la unidad se siente cercana. Oremos, pues, unidos “para que todos sean uno”.

 

                Reza por vosotros, os quiere y bendice,

 

 

                                                               + Antonio Ceballos Atienza

                                                             Obispo de Cádiz y Ceuta

 

 

Cádiz, 10 de enero de 2006.

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