D. ANTONIO CEBALLOS. MANOS UNIDAS

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“OTRO MUNDO ES POSIBLE, DEPENDE DE TI”

  

Carta Pastoral de D. Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta

 

 

Mis queridos diocesanos:

 

                Cada año en los primeros días del mes de febrero la Campaña contra el Hambre en el Mundo y el día del Ayuno Voluntario, que ella promueve, es para todos como una fuerte llamada a la solidaridad. El lema de este año es muy elocuente: “Otro mundo es posible, depende de ti”. Os exhorto a todos los miembros de la Iglesia del Señor en Cádiz y Ceuta a ser solidarios. A poner nuestro granito de arena en este proyecto solidario Norte-Sur.

 

1. Tejer  la solidaridad entre todos

 

                Este año “Manos Unidas”, además de esperar nuestra colaboración económica para cientos de proyectos, con sus nombres y apellidos, que esperan nuestra generosidad, nos llama a participar en el mejor de sus proyectos, el de tejer la solidaridad entre todos.

 

                Como católicos, podemos contribuir a que dicha celebración sea una interpelación a la solidaridad, que tal y como nos lo enseña el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Sollicitudo rei socialis”, es una “determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien a todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (SRS 38).

 

2. Entrañas de misericordia

 

         Esta Campaña contra el Hambre en el Mundo está muy metida dentro del corazón de los gaditanos y los ceutíes, que muestran sus entrañas de misericordia y amor. Observo como cada año crece su atención a este grave problema que trata de devolver su dignidad a miles de seres humanos y procurarles unas condiciones mejores de vida. No es cosa de repetir cifras un año más, que denotan la injusticia y la falta de solidaridad de este mundo inhumano en que vivimos. Unos pocos gozan de la mayor parte de los recursos económicos del planeta en los países del Norte, mientras que en los países del Sur de la Tierra las gentes se mueren de hambre y miseria.

3. Sé solidario: otro mundo es posible

 

                   La palabra solidaridad está hoy día cargada de muchas resonancias y referencias. La palabra solidaridad traduce la actitud del buen samaritano que se manifiesta como prójimo del hombre que se encuentra en el camino de la vida de cada día (cf. Lc 10,29). Es necesario hacerse débil entre los débiles…

 

                   Os facilito unos datos significativos: en el año 2004 se han recaudado 46.347,30 euros, y aprobados 720 proyectos de desarrollo en 60 países, repartidos entre las siguientes prioridades y continentes: – África: 282; – Asia: 233; – América: 205. Como veis, estos sencillos datos exigen de nuestra parte una mayor solidaridad.

 

                   Tenemos que ser solidarios. Ser solidarios con nuestros hermanos más débiles y necesitados, y esto no por un sentimiento superficial de compasión, sino por un cambio de actitud, una conversión. Por encima de los vínculos humanos y naturales tan fuertes y profundos, se percibe a la luz de la fe un nuevo modelo de unidad del género humano, en el cual debe inspirarse, en última instancia, la solidaridad: “Esta solidaridad debe aumentarse siempre hasta aquel día en que llegue su consumación” (GS 32).

 

4. Determinación de trabajar por el bien común

 

                   Es amenazadora y pavorosa la distancia entre quienes pueden consumir de todo hasta la saciedad y el derroche, y aquellos que carecen de lo más necesario. Puestos frente a frente, los unos no podrían sostener la mirada de los otros. Sólo puede salvarse lo ancho y lo profundo de esta separación si nos sentimos de veras responsables los unos de los otros “y tomamos la determinación de trabajar por el bien común, es decir, por el bien de todos y de cada uno, porque somos verdaderamente responsables de todos”, como nos decía el Papa Juan Pablo II. Para ello es necesario que entre nosotros se reavive la conciencia moral, embrutecida por esta sociedad de consumo que impide escuchar responsablemente el grito de tantos necesitados que nos reclama.

 

5. Millones de seres humanos nos miran a la cara 

 

                   Es necesario que para remediar el hambre en el mundo haya un cambio en las relaciones estructurales entre las naciones y los pueblos. Este cambio lento por fuerza nos pedirá que influyamos en él por todos los medios pacíficos que estén a nuestro alcance. Pero hay, ya ahora, millones de seres en extrema necesidad que se dirigen a nosotros pidiendo una ayuda inaplazable.

 

                   Manos Unidas nos pone en relación inmediata, sin intermediarios, con hombres y mujeres con nombres y apellidos propios, y con sus necesidades y proyectos para salir con su trabajo y esfuerzo de su miseria, y así recuperar su dignidad humana. Estos hombres y mujeres, gracias a los inapreciables oficios de Manos Unidas están inmediatamente junto a nosotros, y nos miran a la cara. No podemos negar una ayuda que con toda seguridad llegará a ellos, para que construyan viviendas, caven pozos, compren maquinaria agrícola, levanten un dispensario, una escuela, etc.

 

6. La solidaridad tiene un nombre: Caridad

 

                   En esta jornada, día 12 de febrero, me dirijo particularmente, a los cristianos. Aquí la solidaridad tiene un nombre: Caridad. La celebración de la Eucaristía está íntimamente vinculada a las exigencias de justicia y amor. Es el “memorial” de la muerte de Cristo por salvar entre otros, el abismo del que hemos hablado. Nadie puede participar seriamente en él sin dar algún paso con Cristo hacia el hermano que nos reclama desde su miseria y necesidad. En este día quiero que pidáis, en el nombre del Señor, una conversión del corazón para todos.

 

                   Reza por vosotros, os quiere y bendice,

 

 

+ Antonio Ceballos Atienza

    Obispo de Cádiz y Ceuta

 

Cádiz, 12 de enero de 2006.

 

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