D. ANTONIO CEBALLOS. DÍA NACIONAL DEL DONANTE DE ÓRGANOS

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Oficina de información de los Obispos del Sur de España

Queridos diocesanos:

Cada primer miércoles de junio, animados por el lema «Donar órganos es donar vida«, celebramos el «Día Nacional del Donante». La celebración de esta jornada quiere recordarnos la gran trascendencia que posee la donación de órganos como medio para la supervivencia, e incluso curación, de muchas personas enfermas.

Los trasplantes de órganos constituyen una gran conquista científica y técnica que la medicina moderna ha puesto al servicio de muchos enfermos. En efecto, aumenta sin cesar el número de personas que han podido sobrevivir, e incluso alcanzar gran calidad de vida, gracias a los trasplantes de órganos. Estas técnicas terapéuticas se están revelando en la actualidad como un instrumento cada vez más apto para alcanzar aquello que constituye la primera y principal finalidad de la medicina: la defensa y el servicio de la vida humana.

Podemos sentirnos satisfechos de que España se encuentra a la cabeza de los países en los que es más alta la frecuencia de donaciones. Este hecho, constatado estadísticamente, nos revela la gran generosidad de nuestro pueblo, expresión, en gran medida, de sus hondas y vivas raíces cristianas.

A pesar de todo, estas notables cotas de generosidad aún no son suficientes para resolver el problema que nos plantea la existencia, sólo en nuestro país, de una lista de espera de más de 5.000 enfermos cuya salud depende de que se les pueda trasplantar un órgano sano.

Resulta fácil imaginar, y difícil describir, la terrible angustia que afecta a estos miles de enfermos y a sus respectivas familias, enfrentados a largos periodos de espera en condiciones, muchas veces, críticas. De la escasez de órganos disponibles da idea el hecho de que, en el sector de Cádiz, sólo se hayan producido a lo largo de este año 17 donaciones, y sólo se hayan podido realizar 32 trasplantes.

Urge, pues, que hagamos todo lo posible para promover una cultura de la donación de órganos, a fin de disponer de recursos suficientes para afrontar las necesidades sanitarias de nuestra población.

Fue el inolvidable Juan Pablo II quien tuvo el mérito de recordarnos que, entre los gestos que contribuyen a crear y promover una auténtica cultura de la vida, «merece especial reconocimiento la donación de órganos» realizada según criterios éticamente aceptables, para ofrecer una posibilidad de curación e incluso de vida, a enfermos tal vez sin esperanzas» (Carta encíclica Evangelium vitae, n. 86).

En efecto, todo trasplante se hace posible porque tiene en su raíz un gesto de altísimo valor ético y cristiano: la decisión de donar los propios órganos. El amor y el aprecio por la vida del prójimo conducen al donante, o a sus familiares, a procurar de manera altruista, mediante la donación de órganos, la salud y el bienestar de una persona enferma. Por eso, la donación constituye, sin duda, un gran gesto de caridad fraterna, pues no consiste sólo en entregar al prójimo algo que nos pertenece, sino una parte de nosotros mismos.

Una especial atención merecen los llamados trasplantes inter vivos, en los que una persona accede a que se le extraiga un órgano no vital para que sea implantado a un familiar enfermo que lo necesita. Múltiples son las razones médicas que hacen especialmente deseable este tipo de trasplantes. Por lo que se refiere a su dimensión humanitaria, semejante gesto heroico de solidaridad deja patente, con singular fuerza, la naturaleza de la familia como santuario de la vida.

Es, por tanto, necesario que promovamos, mediante los medios a nuestro alcance, una cultura de la donación de órganos que se exprese tanto en la decisión de declararse donante, como en la pronta disposición a permitir la extracción de órganos del cadáver de un familiar o en la determinación generosa de donar un órgano no vital a un familiar enfermo, cuando lo necesite y sea posible.

El Señor Jesús, que dijo que todo cuanto hiciésemos en favor de nuestros hermanos enfermos a Él mismo lo hacíamos (cf. Mt 24,40), recompense abundantemente la generosidad de los donantes de órganos, de sus familias y de todos cuantos contribuyen a formar la conciencia social en esta importante cuestión.

Os quiere, reza por vosotros y os bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 1 de junio de 2005

 

 

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