La humanidad redimida
Felicitación de Pascua
Queridos diocesanos:
¡Jesucristo ha resucitado! Es la gran noticia de la Pascua. Porque Cristo ha resucitado, hay esperanza cierta para una humanidad redimida por su sangre, a pesar de que la cruz seguirá pesando sobre la vida de los hombres; a pesar de que los males físicos y el peor de los males, el mal moral, continuarán afligiendo a los seres humanos y seguirán poniendo en peligro la convivencia social y la paz. Mas, porque Cristo ha resucitado, hay futuro para la vida. La muerte ha sido vencida por Cristo con su propia muerte y sepultura.
Sobre este anuncio gozoso han pesado amenazas sin cuento a lo largo de veinte siglos de cristianismo, pero hemos que fiarnos de la palabra de Jesús: “En el mundo tendréis muchas tribulaciones, pero, ¡ánimo!, yo he vencido al mundo” (Juan 16,33). Cristo resucitado ha vencido el acoso del mundo y surge victorioso del sepulcro. Vacío, el sepulcro de Cristo es prueba palpable de esta victoria. Jesús resucitado sale al encuentro de aquellas valerosas mujeres que le acompañaron durante su vida pública y permanecieron junto a la cruz, para entregar un mensaje de esperanza a los discípulos desconcertados: “No temáis; id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán’” (Mateo 28,10).
Hoy parece que son muchos los que quisieran ahogar esta noticia que cambió la historia, para mejor ocultar al ser humano su destino trascendente, pero nada podrá acabar con la inquietud del corazón mientras aliente en el espíritu del hombre la búsqueda de la verdad total y la belleza.
¿Qué turbios intereses intentan difuminar la imagen de Cristo del corazón creyente de los cristianos? ¿A quiénes incomoda que Cristo esté vivo? ¿Por qué quisieran que hubiera muerto pasa siempre? ¿Por qué pretenden borrar los signos cristianos que han dado cauce a una cultura que ha humanizado la vida? Mayor motivo para nosotros, que sabemos que Cristo ha resucitado y lo sentimos vivir en nosotros porque está vivo en Dios, para dar alas y altavoces a la noticia pascual de que Cristo vive para siempre.
Las palabras del Apóstol resuenan con particular fuerza en esta mañana pascual: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra” (Col 3,1-2). Hemos de invitar a los hombres y mujeres de hoy a seguir la propuesta del Apóstol. Sólo si Cristo arrastra el mundo tras de sí, podrá la humanidad alcanzar la meta de su destino.
La Pascua nos invita a preguntarnos: ¿cómo podrá la sociedad de hoy seguir a Cristo, si nosotros los cristianos no damos testimonio de su resurrección? La Pascua viene a fortalecer hoy la fe de los discípulos y a sostener e impulsar el testimonio público de los cristianos. Hoy más que nunca y contra una cultura de la muerte, necesitamos coraje para el anuncio sin pudor del triunfo de Cristo sobre la muerte.
Nadie puede impedir a los cristianos vivir y comportarse de acuerdo con su fe, que alcanza la vida en totalidad, todas sus dimensiones y circunstancias. Los cristianos hemos de ser dignos del nombre que nos acredita como discípulos de Cristo en privado y en público, capaces de “dar razón a todo el que nos pida cuentas de la esperanza que alienta en nosotros” (1 Pe 3,15).
Dar razón de la esperanza es el gran reto del testimonio cristiano, para el cual hemos de prepararnos cada día, alimentando la fe con la audición y la meditación asidua de la palabra de Dios y la gracia de los sacramentos. Sin una fe vivida a la luz del Evangelio, es imposible ser discípulos de Cristo. Quiera el Resucitado llenarnos de la luz pascual que transforma la vida, para que así demos testimonio de él ante los hombres, para que todos podamos convivir en la paz y alabar a Dios, que por amor nos llamó a la vida y resucita a los muertos para una vida sin fin.
En verdad, ¡Cristo ha resucitado y la humanidad ha sido redimida! ¡Aleluya! Feliz Pascua de Resurrección a todos.
27 de marzo de 2005
Domingo de Resurrección
X Adolfo González Montes
Obispo de Almería