«En el 60 aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa Benedicto XVI», escrita por Mons. Ginés García Beltrán, en la Fiesta de San Pedro y San Pablo.
Queridos diocesanos:
Cada año el final de Junio nos trae la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la fe que dieron testimonio con la entrega de sus vidas en la ciudad de Roma.
Pedro, el pescador de Galilea elegido por Cristo para ser el primero de los apóstoles y así confirmar a los hermanos en la fe; el que lo confesó como Mesías y Señor y se vio probado por la debilidad y la negación, aprendió así que hay que saber amar desde la debilidad, que no podemos confiar en nuestras fuerzas para seguir a Jesús, pues todo es gracia. Desde el amor a Cristo es encargado de pastorear su rebaño. Después de Pentecostés, nada le pudo retener hasta llevar el Nombre del Señor al centro de la civilización romana, a la misma sede del Imperio, Roma. Allí fue crucificado dando testimonio que el Evangelio es la fuerza transformadora del hombre y del mundo.