Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Santa Cruz y San Felipe Neri (Málaga) celebrada el 1 de junio de 2012.
VISITA PASTORAL
A LA PARROQUIA DE SANTA CRUZ Y SAN FELIPE NERI
(Málaga, 1 junio 2012)
Lecturas: 1 Pe 4, 7-13; Mc 11, 11-26.
1.- En el Evangelio de hoy san Marcos nos ofrece dos pasajes: el primero, la escena en la que Jesús se acerca a una higuera, para comer su fruto; y el segundo, la expulsión, por parte de Jesús, de los mercaderes del templo.
En la primera escena aparece Jesús saliendo de Betania, sentía hambre, y viendo de lejos una higuera con hojas, se fue a ver si encontraba en ella frutos. Al acercarse no encontró más que hojas y, curiosamente, dice el Evangelio que no era tiempo de higos (cf. Mc 11, 12-13). Sin embargo, Jesús le dijo: «¡Qué nunca jamás coma nadie fruto de ti!» (Mc 11, 14). Esto lo oyeron los discípulos, era como una maldición, pero una maldición a un elemento, a un árbol que no debía dar fruto en ese momento. Jesús quería decir algo a los discípulos con este gesto.
Al día siguiente pasaron por allí y vieron que a la higuera a la que Jesús le había dirigido ese improperio de que nadie comiera fruto de ella, estaba seca hasta la raíz (cf. Mc 11, 20). Pedro se dio cuenta y se lo recordó: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca» (Mc 11, 21).
2.- Jesús aprovechó para hablarles de la fe. Jesús les dijo: «Tened fe en Dios» (Mc 11, 22). Y como ejemplo de gran fe les interpeló mostrándoles que, si fueran capaces de tener, aunque fuera, una fe pequeña y le dijeran a un monte: “Quítate y arrójate al mar», si no vacilara su corazón, iba a suceder lo que pedían o lo que se decía (cf. Mc 11, 23).
Tener fe en Dios implica que tenemos que hacer un esfuerzo por equilibrar nuestra fe subjetiva y la fe objetiva de la Iglesia. Nosotros podemos tener imágenes subjetivas de Dios que no concuerden con la fe de la Iglesia, con la fe objetiva, y necesitamos purificar esta imagen de Dios y ajustarla a la fe de la Iglesia.
Según el Señor, una pequeña fe es “como un pequeño grano de mostaza” (cf. Mt 17, 20), suficiente para hacer grandes milagros. A nosotros nos falta, a mí el primero, una gran dosis de fe. Una fe que permitiera a Dios ser el que me trasforme por dentro, que permitiera al Espíritu habitar dentro de mí, que me divinice, me cambie, me ilumine por dentro. La fe no es solamente el aceptar unos contenidos más o menos intelectuales; la fe es, sobre todo, una adhesión personal al Señor, un fiarse y confiarse unidos al amor y a la esperanza.
Cuando Jesús dice: “si tuvierais la fe como un granito de mostaza haríais tantas cosas” nos anima a confiar en Él. Pidámosle hoy que nos ayude a aumentar nuestra fe, la purifique y la renueve.
Es importante que nosotros seamos, en medio de nuestra sociedad, testigos de esa fe sea en la vocación que sea, siempre respondiendo a la voluntad de Dios con nosotros. Vivimos la fe en la Iglesia, pero esa fe, una vez purificada y profundizada, debe ser comunicada y anunciada a todos aquellos con los que convivimos día tras día.
El Señor insiste en el tema de la fe y de la oración; por eso les dice a sus discípulos: «todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis» (Mc 11, 24). Una fe en el verdadero Dios y en la acción del Espíritu en nosotros lleva a una oración eficaz; es pues necesario que purifiquemos desde lo más profundo del alma nuestra fe.
3.- El segundo episodio que narra Marcos en su Evangelio de hoy es la escena del Templo de Jerusalén, cuando Jesús se encuentra la Casa de Dios convertida en una morada de comerciantes. Entonces, «entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo» (Mc 11, 15-16). Insistía en que ese lugar sagrado era una Casa de oración, no era una casa de intercambio, de bandidos y de comercio (cf. Mc 11, 17).
Este templo parroquial de san Felipe Neri, que ha sido restaurado, es un templo sagrado, es una casa de oración. Interiormente hemos de renovar el ser templo del Espíritu, adornar y embellecer nuestra alma, como hemos embellecido de forma maravillosa este Templo. Esta espacio, como lugar sagrado que es, está dedicado a Dios, está dedicado a la liturgia, a la alabanza divina, a la escucha de la Palabra y a compartir el pan del Señor. De la misma manera que cuidamos este templo material, cuidemos el tiempo espiritual que se hace rostro en la comunidad que lo habita.
4.- La Visita Pastoral del Obispo no es una visita cualquiera. He tenido ocasión de venir varias veces a celebrar la Eucaristía y a visitar el Templo durante las obras, pero esta visita del Obispo es una visita especial. Es una visita que pretende, por una parte, un conocimiento mutuo, el Obispo conoce mejor a los fieles y viceversa. Se trata, por tanto, de una mayor relación de amor, de amistad, de aceptación mutua y, juntos, revisar hacia donde caminamos. Un compartir los problemas, los obstáculos, las dificultades que encontramos en el camino de la fe, en el camino de la vida, en el camino cristiano y ayudarnos mutuamente a superar esos obstáculos dialogándolos e iluminándolos desde el Evangelio.
El Obispo quiere animaros a que seáis verdaderos cristianos en medio de esta sociedad. Una sociedad que rechaza, o al menos, prescinde de Dios. Una sociedad que pone pegas a los cristianos, les vapulea y pone en jaque. Este es el objetivo fundamental de la Visita Pastoral: un acercamiento mutuo, un conocimiento mayor, una profundización en las relaciones, una revisión de nuestra vida y un animarnos mutuamente a todo lo que signifique profundizar en nuestra vocación cristiana siendo testigos del Señor.
5.- En su primera carta, San Pedro nos ha recordado hoy dos cosas. En primer lugar, que los dones que cada uno hemos recibido de Dios debemos ponerlos al servicio de los demás. «Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios» (1 Pe 4, 10). A cada uno el Señor nos regala unas dotes personales, unas facultades, pero también unas gracias que pone, no solamente para nuestro crecimiento personal, sino para el crecimiento y desarrollo de la Iglesia, para construcción de la comunidad cristiana concretizada en la parroquia.
Deseo agradecer a cada uno de vosotros vuestra colaboración, vuestro aporte a la comunidad cristiana. La aportación de cada uno al movimiento, a la institución, al grupo, a la cofradía a la que pertenece. Entre todos formamos la Iglesia. Unos trabajan y colaboran como catequistas, otros como cantores, otros arreglan la iglesia, algunos como responsables de las cofradías, asociaciones y movimientos, etc. Pero entre todos se va edificando este edificio, esta casa que dedicamos al Señor, no solamente en lo material, sino en lo espiritual. No solamente reconstruimos un bello templo de San Felipe Neri, sino que intentamos reconstruir, embellecer, adornar el templo espiritual de la comunidad cristiana que aquí camina.
Os animo a que viváis con gozo esta pertenencia a la comunidad, no solamente a la institución o a la asociación propia, sino a la Iglesia universal a través de la parroquia de san Felipe Neri.
6.- San Pedro nos recomienda que vivamos en el amor: «Ante todo, tened entre vosotros intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados» (1 Pe 4, 8). Que tengamos un ambiente de fraternidad, de comunión, de relación, de amor mutuo, de saber excusar las cosas que puedan ser molestas, de saber perdonar las flaquezas del prójimo, de saber acogernos como somos, de estimularnos en el camino de la perfección. Ese es el deseo que espero para vosotros y que pido al Señor.
Y finalmente, san Pedro en esta primera carta, nos recuerda algo que es bonito e importante, dice: «Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo» (1 Pe 4, 13). No es fácil ser cristiano en la sociedad en la que vivimos. Es una sociedad que rechaza a Dios, o al menos, que lo ignora o prescinde de Él. Estar alegres cuando compartimos los padecimientos es asociarse a los padecimientos que Cristo Jesús, el Señor, sufrió y aceptó por nosotros. Vosotros, sobre todo las cofradías, celebráis y pregonáis por las calles la pasión y resurrección de Cristo. Pues unirse a la pasión de Cristo es compadecerse con Él, es mostrar su rostro al mundo, es ser misionero del Evangelio.
7.- Cuando los que no creen, o los que están en contra de la fe, pretenden que la Iglesia quede arrinconada en las sacristías y no tome parte en la construcción de la sociedad, cuando ellos actúan así, nos molesta y sufrimos. Pues ese sufrimiento es, primero, un compadecer con Jesús y, en segundo lugar, es fuente de alegría. ¡Estad alegres cuando eso suceda, estad alegres cuando deis testimonio, cuando no os comprendan por ser cristianos, cuando os rechacen por ser católicos, estad alegres cuando os insulten por ser cofrades o por ser catequistas!
Vamos a pedirle hoy al Señor que nos ayude a vivir desde esta perspectiva que estamos comentando. Ya que el titular de esta parroquia es san Felipe Neri, pedimos su protección y su intersección. Él, sacerdote de Florencia que pasó a Roma, estuvo evangelizando, sobre todo, en una zona pobre, en una barriada de la Roma de entonces. Le pedimos tener alegría, como la que él ponía en su trabajo. La alegría en el vivir y en el convivir, la alegría en el crecer, en el cantar y en el alabar a Dios.
Le pedimos también a la Santísima Virgen, ella que ha vivido mejor que ninguna otra criatura humana, la fe, la confianza en Dios y los buenos frutos que todo eso ha dado, nos ayude a caminar, a purificar nuestra fe, a sintonizar mejor con lo que significa la vida divina; a permitir que Dios penetre dentro de nosotros, nos vaya trasformando y divinizando. Que así sea.