Visita pastoral a la parroquia de San Lázaro (Málaga)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de San Lázaro (Málaga) celebrada el 3 de junio de 2012.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE SAN LÁZARO

(Málaga, 3 junio 2012)

Lecturas: Dt 4, 32-34. 39-40; Sal 32; Rm 8, 14-17; Mt 28, 16-20.

1.- Dios creador y omnipotente

Hoy es la fiesta de la Santísima Trinidad y, providencialmente, la Iglesia nos ofrece que meditemos este sagrado y profundo misterio. Las dos lecturas, primera y última, la del Deuteronomio –del Antiguo Testamento–, y la del Evangelio –del final del Evangelio de San Mateo–, son complementarias y expresan un proceso.

En la primera lectura el autor le dice al pueblo de Israel: «Pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde un extremo a otro del cielo palabra tan grande como ésta? ¿Se oyó semejante? ¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido?» (Dt 4, 32-33).

Esta es la pregunta al creyente del pueblo de Israel: ¿Hay algún dios que haya hablado al hombre cómo ha hablado Dios al pueblo de Israel? ¿Los pueblos vecinos de los israelitas han tenido algún dios, que les ha dicho lo que tienen que hacer? ¿A quién han dado culto esos pueblos? Ellos han dado culto a criaturas creadas por Dios: al sol, al árbol, a la luna, al fuego, a personas. Han equivocado el objetivo de su adoración; han adorado cosas que no son Dios o a personas que tampoco son Dios.

El autor del libro quiere remarcar que el Dios de Israel es el Dios que creó el mundo; por tanto, está por encima de todo. Dios Creador y omnipotente, es esa una característica de Dios.

2.- Dios cercano, providente y liberador

Otra característica de Dios es la de ser un Dios cercano providente y liberador.

El autor del libro del Deuteronomio se sigue haciendo otra pregunta: «¿Algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación de en medio de otra nación por medio de pruebas, señales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como todo lo que el Señor vuestro Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto?» (Dt 4, 34). Es decir, ¿habéis encontrado algún dios –pregunta el autor del Deuteronomio– que haya ayudado a sus fieles como vuestro Dios os ha ayudado haciendo prodigios: sacándoos con mano fuerte de la esclavitud, liberándoos de vuestros enemigos, dándoos el pan de cada día?

La fiesta de hoy proclama la fe en la verdadera y eterna divinidad. Dios se reveló antiguamente a su pueblo como el único Dios viviente y liberador, cercano y fuente de felicidad.

Las preguntas que hace el autor del libro del Deuteronomio podemos hacérnoslas hoy cada uno de nosotros. Nuestros paisanos, nuestros contemporáneos tienen otros dioses. Cuesta mucho creer que haya gente “atea”; incluso los que se dicen ateos no son ateos. Resulta muy difícil, por no decir imposible, ser “ateo coherente”. Los que se llaman ateos son en realidad no-creyentes en el Dios de Jesucristo; o les importa poco la religión cristiana; pero ateos con todas sus consecuencias es muy probable que no existan.

Porque el ser humano es constitutiva y esencialmente un ser abierto a la trascendencia. El ser humano está constitutivamente abierto al otro: es un ser relacional; el hombre es un ser que vive de relaciones desde el momento mismo de su concepción; el niño en el seno materno mantiene una relación materno-filial, porque si no se da esa relación el ser humano muere. El ser humano necesita relacionarse con otras personas. ¿Qué persona podría desarrollarse como ser humano sin relacionarse con ningún otro ser humano?

Si constitutivamente el ser humano es un ser abierto, la relación con otros seres humanos le lleva a la relación con el «Tú absoluto» (Dios). Y ¿qué ser humano sería capaz de relacionarse solamente con un «tú humano» y romper su relación con el «Tú absoluto»?

3.- Dios único

El Dios de Israel es un Dios único. La palabra Dios de por sí ya indica que es único; no puede haber otros dioses. Si ser Dios significa ser omnipotente, omnisciente y único, no puede haber otros dioses, por definición.

El Dios de Israel es el Dios que ha creado el mundo y no hay otro. Dios es uno y no hay otro: «Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro» (Dt 4, 39).

4.- Dios, fuente de felicidad

Dios es fuente de felicidad. En el Antiguo Testamento el pueblo va descubriendo diversas facetas y dimensiones de Dios, conforme lo va experimentando. Lo descubre como creador, como liberador, como cercano, como Dios único; y lo descubre también como fuente de felicidad: «Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor tu Dios te da para siempre» (Dt 4, 40).

¿Cuál es la crítica que hacen muchas personas a los mandamientos de Dios? Dicen que son como losas pesadas de piedra, que las ponen sobre la cabeza de la persona y quedan agobiados. Algunos dicen también que los mandamientos de Dios son leyes duras, imposibles de cumplir, que hunden a la persona. Otros dicen que son como ladrillazos encima de la cabeza.

Pero la verdad es muy otra. Resulta que el Decálogo, (deca: diez, logos: palabras), son Diez Palabras de vida, que Dios ha dado a su pueblo; no son palabras de agobio, ni de esclavitud, ni de muerte. El que intente vivir esas diez palabras vive más feliz. Lo ha dicho el texto bíblico: cumple esos preceptos y serás feliz.

Que levante la mano quien no busque la felicidad. Decidme algún ser humano que conozcáis que no busque la felicidad. Todos vamos detrás de la felicidad. Ahora bien, probablemente mucha gente la busca donde no está, o equivocadamente, o no la encuentra. Pero todos buscamos la felicidad.

Las palabras de vida que Dios nos ha revelado son fuente de felicidad, aunque no nos parezca. No voy ahora a analizar los diez mandamientos, pero tratar de cumplir estos mandamientos dan mucha más felicidad que desobedecerlos. Los mandamientos se reducen a dos: amar a Dios como Dios y amar al prójimo como hermano. No puede dar infelicidad amar a Dios o amar al hermano. Pero tal vez no estamos muy convencidos de ello.

5.- Revelación de la Trinidad

La revelación de Dios al hombre se realiza durante centenares de años; el ser humano va descubriendo los diversos atributos y facetas de Dios. Es un proceso que hace el pueblo de Israel, donde al final Dios se manifiesta de una manera plena y total en Jesucristo. Hasta que no llega Jesucristo encarnado la humanidad no descubre quién es Dios de verdad. Jesucristo es quien revela plenamente al Dios único.

Jesucristo nos habla de Dios como Padre, que Dios perdona, que es misericordioso y es amor, que nos cuida, que provee todo para nosotros, que tiene mucha paciencia con el ser humano. Y eso lo explica a sus discípulos con parábolas.

El mismo Jesucristo revela a Dios con su presencia. Al decir: «Yo soy el Hijo de Dios», está revelando que Dios es Padre, que Él es Hijo y que también es Dios el Espíritu Santo, que Él enviará después de su ascensión a los cielos. Por tanto, la Trinidad la conocemos a partir de Jesucristo y por revelación suya. Y hemos podido entenderlo gracias al Espíritu Santo que ilumina nuestro corazón y nuestra mente.

6.- La Trinidad, modelo de toda relación humana

Esta fiesta de hoy es una alabanza por la revelación hecha por Jesucristo. Descubrir al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (cf. Rm 15,6) no es una consecuencia lógica, ni una deducción matemática, ni una deducción lógica de la mente humana; es una revelación personal. El Dios de Jesucristo al que nosotros adoramos, alabamos y le pedimos, es un Dios Trino.

Podíamos sacar muchas consecuencias de esto; porque si hay tres Personas que son Dios, pero se manifiestan de forma distinta como personas que se relacionan entre sí, esa Trinidad es el modelo perfecto de la relación humana.

¿Cómo tiene que comportarse el padre, la esposa-madre y el hijo? ¿Cuál es el modelo más sublime que tenemos los seres humanos? La Trinidad. Son tres Personas en las que hay una comunión perfecta, una sintonía absoluta, una armonía plena y un entendimiento total. No se puede encontrar otro tipo de relación mejor que las tres Personas. Ese es el modelo del cristiano.

¿Y eso no da esperanza?, ¿no da fuerza?, ¿no da felicidad, saber que podemos conseguirlo por donación y no por esfuerzo propio? Podemos relacionarnos con los demás con ese estilo y con esa fuerza, gracias al Espíritu que es fuente de comunión, de sintonía, de armonía, de amor.

7.- Consecuencias para nosotros

La fiesta de hoy tiene muchas consecuencias, no solamente para creerla en el sentido de fe de un Dios único, sino que, si queremos sacar consecuencias de ser hijos adoptivos del Padre, hermanos de Jesucristo y templos del Espíritu Santo, que empiece cada uno a sacar sus consecuencias, porque seguramente cambiaría nuestra conducta y podríamos afrontar mejor los temas, los problemas, las tensiones humanas, todo; incluso, hasta la muerte.

El Señor mismo, según el Evangelio de Mateo, dice: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado» (Mt 28, 19-20). Los mandatos del Señor dan felicidad.

8.- Visita pastoral

Hoy hacemos la Visita pastoral a esta parroquia de San Lázaro. He tenido ocasión de encontrarme con los distintos grupos, personas con responsabilidad en la parroquia, con niños, con enfermos… Y quiero animaros a vivir cada día con mayor profundidad nuestra fe, que es una maravilla; lo que sucede es que a veces no nos damos cuenta o no lo apreciamos. Pero la fe en el Dios de Jesucristo es una maravilla que nos puede adelantar la felicidad que esperamos en el más allá.

La fe no es para el más allá. La fe en Dios, el perdón de Dios y la felicidad que Dios nos quiere dar por ser hijos adoptivos están ya aquí en este mundo. Es una felicidad incoada, ya ha empezado aquí; con obstáculos, con vendas, pero empieza aquí. Eso es una prenda que anticipa lo que vamos a disfrutar plenamente en el más allá. Aquí lo disfrutamos en la medida en la que uno quiera disfrutarlo. En la medida en la que uno tiene que dejar muchas cosas e ir a lo esencial.

Ojalá viviéramos realmente el amor, –y no lo que dice la sociedad que es el amor, pues se emplean palabras para decir cosas que no tienen nada que ver con el amor. El amor verdadero, que es darse a los demás, no dar cosas–; si nos entregáramos desde el amor viviríamos mucho más felices, anticiparíamos más la vida eterna, la felicidad eterna.

            Quiero felicitaros por formar una comunidad viva, una comunidad que quiere vivir la fe, que quiere ser testigo, que quiere hacer discípulos, como dice san Mateo, que quiere educar a las generaciones jóvenes, a los niños para que entren a formar parte de esta familia y para que puedan disfrutar del amor de Dios. ¡Felicidades y enhorabuena! ¡No desfallezcáis en ese camino! Poned todo ahínco en hacer este tipo de acción, en vivirlo así y ayudar a otros para que lo vivan también.

Esta es la exhortación que pido al Señor y pido por vosotros. Que no desfallezcáis en vivir la fe cristiana católica y la comuniquéis a los demás.

9.- Hijos adoptivos de Dios

Somos hijos de Dios por amor. Nadie tiene derecho a exigir ser hijo de Dios, pero nos lo ha regalado Jesús. Ha muerto en la cruz por nosotros y nos ha hecho hijos en sí mismo. Somos hijos en el Hijo. La diferencia es que Él es Hijo de verdad, Hijo en esencia; nosotros somos adoptados, no somos hijos naturales. Él ha sido engendrado; nosotros somos adoptivos: «Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! » (Rm 8, 15).

Dejemos que el Espíritu de Jesús penetre nuestro espíritu, para poder dar testimonio de que somos hijos de Dios y vivámoslo así.

10.- Jornada “Pro Orantibus”

Además de pedir por esta comunidad cristiana de San Lázaro, hoy vamos a pedir también por aquellas personas que viven en conventos y monasterios: los monjes y las monjas, que viven apartados en silencio, que gastan su vida en oración por nosotros y por toda la Iglesia. Hoy conviene que nos acordemos de ellos, para que también el Señor les dé fuerza y puedan mantenerse en esa vida apartada de la vida activa. Ellos viven dedicados a la oración y a la contemplación, pero ahí viven también felices siendo hijos de Dios y dando su vida por nosotros; rezando por nosotros. No está mal que un día al año nos acordemos de ellos y pidamos por ellos.

A todos vosotros, queridos fieles, ¡mi enhorabuena! Y, en segundo lugar, mi ánimo para que sigáis en buena lid, trabajando en este sentido que hemos dicho.

Le pedimos a la Virgen María, quien supo vivir modélicamente la relación con la Trinidad, que nos ayude a vivir en este caminar terreno. También le pedimos la intercesión de San lázaro, que es el titular de la parroquia. Que así sea.

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