Visita pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario (Cortes de la Frontera)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la visita pastoral a la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario (Cortes de la Frontera) celebrada el 28 de abril de 2013.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA NªSª DEL ROSARIO

(Cortes de la Frontera, 28 abril 2013)

Lecturas: Hch 14,21b-27; Sal 144,8-9.10-13; Ap 21,1-5ª; Jn 13,31-33-35.

(Domingo Pascua V – C)

1.- Un fraternal saludo al párroco, al arcipreste de Ronda y de la Serranía que está aquí a mi lado, y al diácono que me acompaña en esta Visita Pastoral.

La Visita del Obispo, como Visita Pastoral, tiene una índole especial. He venido a Cortes de la Frontera, creo que esta es la cuarta vez, y la tercera Eucaristía que celebro con vosotros. Primero fueron dos confirmaciones, después el Aniversario del V Centenario y ahora la visita.

En la Visita hay una preparación previa que ya habéis hecho con el párroco: entender qué significa la Iglesia, la diócesis; entender cuál es el ministerio del obispo; también, un análisis de cómo funciona la parroquia. Los sacerdotes tienen que hacer un informe al obispo de cómo está funcionando la parroquia, a nivel, pastoral, de sacramentos, de vida, etc. Y después, un encuentro, como he tenido esta tarde con los responsables de los distintos grupos: caritas, consejo parroquial, catequistas, Hermandad, etc. Y ahora la celebración con la presencia de toda la comunidad.

La Visita quiere ser un análisis, una puesta en común, un pararnos a pensar sobre cómo vivimos la fe. Es un tomar el pulso a la comunidad en todas las dimensiones. Por tanto, nos tenemos que preguntar si nosotros estamos viviendo la fe tal y como el Señor nos pide para ser testigos de la misma, sobre todo en este Año de la Fe. Precisamente coincide la Visita en este Año de la Fe que nos ha regalado el papa emérito Benedicto. Hemos de replantearnos cómo vivimos la relación con Dios y con los demás, para profundizar y de purificar nuestra fe.

2.- A veces, entendemos la fe de un modo muy subjetivo: las verdades que yo creo. Pero la fe, antes que nada, es lo que la Iglesia profesa y enseña para que yo lo crea, lo celebre y viva. Por tanto, hemos de hacer un esfuerzo en sintonizar mi fe con la fe de la Iglesia. Hay cristianos que se hacen su fe, que establecen aquello que creen y aquello que no creen.

Habréis oído, probablemente más de una vez, a alguien que es cristiano, apostólico, católico y romano, y después dice: “Pero no creo en la vida eterna. Sino que creo en la reencarnación de los muertos”. O que consulta a los nigromantes y quiromantes. Para ver cuál va a ser su futuro consulta a unas personas que dicen que conocen el futuro, y en realidad, lo conocen igual que nosotros; es decir, nada.

En el Año de la Fe el Señor nos pide que purifiquemos la fe, que la limpiemos. ¿Qué nos pasa con los zapatos cuando vamos caminando entre el polvo del camino? Salimos de casa con los zapatos limpios, recorremos cinco kilómetros, ¿qué nos pasa al final? ¿Cómo están nuestros zapatos? Limpios ¿verdad? ¡No! Hay que limpiarlos.

Pues con nuestra fe ocurre igual, nuestra vida si no la limpiamos, si no quitamos lo que estorba, sin darnos cuenta se nos van pegando cosas que nos llegan de la vida, de la televisión, de los medios, de la gente… y al final terminamos pensando lo mismo que piensan los no creyentes.

Hemos de hacer el esfuerzo de purificar la fe personal a la luz de la fe de la Iglesia. Esa es una tarea que con la Visita Pastoral se nos exhorta a realizar.

3.- Y la segunda tarea es, una vez purificada nuestra fe, nuestro amor a Dios y a los demás, propagar esa fe, ser testigos del Evangelio, de la Buena Nueva. Hablar a otros que no conocen la fe, predicar a otros, anunciarles la Buena Nueva.

Esto es lo que hicieron los Apóstoles según nos ha contado el Libro de los Hechos cuando Pablo, junto a sus amigos y compañeros, caminaron por distintas ciudades que hoy pertenecen a Palestina, a Grecia, a Turquía. Donde anunciaron la fe en Cristo resucitado, la fe de la Iglesia en Jesús, el que había vivido en Palestina, había muerto en la cruz y había resucitado.

4.- Esa evangelización que hizo Pablo en las distintas ciudades que recorrió, incluso llegó a Roma, donde murió, quiere el Señor que nosotros la prediquemos. No nos pide que vayamos a predicar a Japón, a China o a Roma, o a Grecia, o a Turquía, o a Portugal. Nos pide, al menos, que donde vivimos seamos testigos de esa fe y del amor de Dios.

Una vez madurada y purificada nuestra fe podemos ser mejores testigos; incluso entre nuestra familia, entre nuestros amigos, entre la gente del trabajo, entre nuestros paisanos o nuestros contemporáneos. Unos puede que tengan la fe del bautismo, que la perdieron, se marcharon, se alejaron de la Iglesia y ahora viven alejados de la Iglesia. Otros puede que no hayan oído hablar o estén muy pocos formados en la fe. Les podemos ayudar a redescubrirlas, a quitar esas cenizas para que otra vez se reavive el fuego del amor y de la fe en Cristo Jesús nuestro Señor.

5.- Os animo a esas dos cosas: que con motivo de la Visita Pastoral purifiquéis y profundicéis en vuestra fe; y, en segundo lugar, que seáis testigos de la misma.

El Señor cuando nos ha regalado la fe, porque es un regalo del bautismo, ha hecho de nosotros una vida nueva, nos ha trasformado. En el texto del Apocalipsis que hemos escuchado esta tarde dice que el Señor ha hecho algo nuevo, que el Señor ha hecho un cielo y una tierra nueva desde que vino al mundo. (cf. Ap 21,1).

Desde hace dos mil años el mundo no es como era antes, porque la presencia de Dios ha entrado en la historia, el eterno se ha hecho hombre, Dios se ha hecho hombre. El Eterno se ha hecho temporal, ha entrado en la historia y la ha trasformado, la ha cambiado, ha traído algo nuevo.

6.- Ahora estamos ya en primavera y aquí en la zona de Cortes de la Frontera vivís muy cercanos a la Naturaleza: plantas, árboles, montañas… Percibís en primavera ese reverdecimiento, esa renovación vital de la sabia. Empiezan las flores a crecer, empiezan los primeros frutos a despuntar como en germen, reverdecen más los árboles.

La primavera se nota, es una novedad después de haber estado en el invierno algunas plantas, al menos, los sarmientos y otros árboles, invernados, como si no tuvieran vidas. Renace la esperanza, renace la hermosura, renacen los colores.

Pues, la Pascua de Resurrección es Pascua florida, es Pascua de primavera, por eso la celebramos en la primera luna llena de primavera para simbolizar que el Señor ha transformado nuestro ser y ha hecho algo nuevo. Hay una novedad en la presencia de Cristo en nuestra vida y en la presencia de Cristo en la historia de los hombres. Esa novedad la hemos de vivir, hemos de ser conscientes. Hemos sido salvados, hemos sido redimidos, hemos sido limpiados de nuestros pecados por la sangre de Cristo. Esto es una gran novedad que hay que vivirla y hay que pregonarla.

7.- En el Evangelio Jesús nos ha explicado cual es el distintivo de sus discípulos. A ver, ¿qué ha dicho? ¿Cómo podrán ser reconocidos los discípulos de Jesús? ¿Por qué cosa? (Respuesta de un niño: porque nos amamos). Muy bien, porque nos amamos unos a otros como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34).

¿Cuál será la señal que nos distingue? El amor a Dios y el amor a los demás. El amor. No dice el saber más cosas, no dice… ¡tantas cosas podría decir! Dice, el amor. Ese es el distintivo. Quiere decir que debemos corresponder al amor que Dios nos ha regalado. Lo que Dios ha hecho con nosotros ser capaces de hacerlo con los demás.

Así vivía la primera comunidad cristiana. Vivían en comunión, vivían unidos, compartían los bienes, celebraban la Eucaristía como ahora esta tarde nosotros, rezaban juntos, se conocían, se ayudaban, alababan a Dios. (cf. Hch 2, 42-47ª). Esa era la manera en que otra gente no creyente entraba en la Iglesia, aceptaban la fe en Jesús (cf. Hch 2, 47b).

8.- En esta Visita Pastoral quiero animaros a revitalizar la comunidad cristiana, renovarla desde dentro al estilo de la Pascua y vivir con ese estilo que el Señor nos pide, el de los primeros cristianos: en comunión, compartiendo la Eucaristía, rezando juntos, compartiendo las necesidades. Ya sé que lo hacéis, pero eso no puede parar, ha de continuar. Y no sólo porque estemos en crisis económica y haya gente necesitada, porque siempre hay gente necesitada, o de nuestra comunidad o de una comunidad cristiana que vive a diez mil kilómetros de aquí.

Mientras haya un ser humano necesitado en el mundo, no sólo en Cortes de la Frontera, sino en el mundo, nosotros los cristianos debemos de estar abiertos a ayudar a esa persona. Ese es el distintivo de los cristianos.

Le pedimos, pues, al Señor que nos ayude a vivir con alegría la Pascua de Resurrección.

Y también le pedimos a la Virgen, en este caso, con el título de Ntra. Sra. del Rosario, vuestra titular, que nos acompañe y que interceda por nosotros para vivir como Ella vivió. Que así sea.

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