No pone la «x» de la Iglesia y recela del papa Francisco, pero defiende su fe cristiana. Histriónico, provocador… Si hay un adjetivo que lo defina es «inclasificable».
Acaba de publicar la biografía de su amigo Fabio Mcnamara, artista polifacético de la movida madrileña que ha reconocido que entonces «buscaba la felicidad donde no estaba: en la droga, en el sexo, en la fama…», pero que tras convertirse al catolicismo es de misa y comunión diaria. ¿Qué le parece a usted?
Fabio es una persona muy libre y dueña de sí misma. En todo momento hace lo que considera que tiene que hacer. Y yo, como persona que quiere a Fabio, aplaudo su conversión al catolicismo porque considero que le ha salvado la vida. Fabio ha encontrado en la religión una salvación y por ende también nos ha salvado a los amigos, porque yo estoy muy feliz de poder seguir disfrutando de Fabio, de su genialidad, de su pintura.
Usted reconoce que hay muchas cosas de la Iglesia que no le gustan, pero le hemos visto también defenderla a capa y espada
Lo que yo defiendo es que desde que era pequeñito iba con mi abuelita Luisa a Misa. Y, sin hacer la catequesis, cuando tenía seis añitos me salió un día de hacer la comunión y me hacía sentirme muy bien. Y yo siempre que voy a una iglesia me sigo sintiendo muy bien. Pero después hay cosas de la Iglesia que no me gustan. Entonces me siento como un marciano. No me quieren ni los de la Iglesia ni los de fuera de la Iglesia.
Entonces, usted, ¿en qué cree?
Yo me quedo con una cosa : «Lo que quiero para mí lo quiero para los demás». Eso al fin y al cabo es la filosofía cristiana. Y yo como soy una persona muy cristiana, pero muy, pero que muy cristiana, y admiro muchísimo la figura de Cristo es lo que trato de imitar en el día a día.
¿Reza?
Rezo todas las noches antes de acostarme. Rezo un Padrenuestro y un ángel de la guarda
¿Y qué les pide?
Al ángel de la guarda le pido que me proteja a la gente a la que quiero y a mi familia y a mis amigos.
