Mª José Hernando Collado, técnica del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, es una de las ponentes de las Jornadas de Formación de Pastoral Social-Cáritas que se celebran los días 17 y 18 de noviembre en la Casa Diocesana.
¿Qué importancia tiene la formación para las personas que trabajan en la acción social?
La formación para cualquier persona es importante, pero, los que queremos servir, no podemos hacerlo sin conocimiento, porque necesitamos hacerlo de forma rigurosa, con criterio, de manera que sea eficaz. Para eso necesitamos saber de lo que estamos hablando y qué es lo que queremos hacer. Entonces, la formación se convierte en un elemento imprescindible en nuestro trabajo.
Su ponencia lleva por título: “Laudato Si’, una luz ilumina el trabajo de Manos Unidas” ¿Cómo ha iluminado la encíclica el trabajo de esta ONGD?
Laudato Si’ está estructurada de manera que sigue la metodología de la Iglesia: ver-juzgar-actuar. Los dos primeros capítulos son el “ver” y lo que hace el Papa es acercarse al contexto en el que estamos viviendo. Y, aunque hasta el segundo capítulo no introduce la fe a la hora de “juzgar” lo que nos pasa en el mundo en el que vivimos, desde el primer momento, su visión es la de la fe. Para nosotros ha sido una inspiración importantísima para comprender cómo vemos las cosas y qué podemos hacer desde dónde estamos trabajando.
Mucha gente no termina de entender la relación entre el cuidado de la tierra y la pobreza sobre la que el Papa ha llamado la atención de la Iglesia y el mundo.
Hay causas de pobreza que están vinculadas con nuestra manera de relacionarnos con el planeta. Nuestra manera de consumir, la manera de extraer los recursos, la manera de tratar la tierra, el agua, las semillas y a las comunidades que viven en los lugares en los que realmente hay necesidades… Eso tiene que ver con cómo luchamos contra la pobreza. Si nosotros (los países ricos) devastamos, si nosotros acaparamos, si nosotros consumimos de manera desenfrenada, que es lo que estamos haciendo en este momento, esto tiene unas repercusiones en la producción y en los precios de los recursos. Para nosotros puede significar tener más o menos calderilla en el bolsillo, pero para otros significa vivir o morir. Es una relación absolutamente directa. Cuando tiramos una barra de pan estamos produciendo un sobreconsumo que repercute en una sobreproducción que no responde a un consumo real porque acaba en la basura. Sin embargo, sí que incentiva al mercado a producir más, lo que se traduce en un aumento del precio del cereal. Esta subida, a nosotros nos va a suponer un céntimo por barra, pero para muchísimos pueblos, para muchísimas comunidades, significa no tener acceso al alimento básico, es decir, tendrán que afrontar una hambruna. Esto es lo que está pasando en muchos lugares de África; o sea, que la relación es directísima. Lamentablemente, nuestra barra de pan no va a ir a la mesa del pobre, pero nuestro sobreconsumo establece unos parámetros en los mercados que condicionan la situación de los países más desfavorecidos, porque ellos pagan también el cereal en el mismo mercado que nosotros.
Antonio Moreno Ruiz