Mi nombre es Francis, tengo 23 años y desarrollo mi actividad pastoral en la parroquia Divina Pastora y Santa Teresa de Jesús, en el barrio de Capuchinos.
En mis veranos, un lugar importante es participar como monitor en los Campamentos Diocesanos de verano que se celebran entre junio y julio.
De esta experiencia tengo que contar que, en primer lugar, para poder asistir tengo que pedir vacaciones en el trabajo.
Cuando le dices a tus compañeros que tus vacaciones son para asistir a un campamento, te miran extrañados y te preguntan “¿Gastas tus vacaciones en cuidar niños, trabajar y GRATIS?” Pues sí, así es. ¿Que por qué lo hago? La verdad es que porque considero que vivir un campamento diocesano es una experiencia increíble. Principalmente voy acompañando a mi grupo de la parroquia, adolescentes de entre 14 y 15 años, pero también voy por mí mismo. ¿Qué me llevo cuando terminan? Buenos recuerdos, diversión, amor, compartir y, por supuesto, cercanía de Dios.
Los campamentos me ayudan a acercarme al Señor. Eso es lo que intentamos transmitir a niños y jóvenes durante los días de campamento. Lo cierto es que todo esto requiere un gran esfuerzo, trabajar durante todo el curso y mucha entrega, pero finalmente merece la pena. Cuando ves que los niños y jóvenes disfrutan en el campamento y se llevan todo lo mencionado anteriormente, te das cuenta de que todo el esfuerzo realizado y haber “perdido” las vacaciones ha merecido la pena. Querido lector: niño, joven o adulto, te animo a pasar un verano con nosotros en los campamentos diocesanos. ¿Te atreves?