SOS de la clausura: necesita nuestro apoyo espiritual y económico

Diócesis de Málaga
Diócesis de Málagahttps://www.diocesismalaga.es/
La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El coronavirus no ha respetado los muros de la clausura, y los conventos han visto cómo esta pandemia mermaba sus fuerzas y sus ingresos, una prueba de fe para las órdenes contemplativas

El lema de la jornada Pro Orantibus de este año subraya la importancia de la vida contemplativa, «que sufre cuando el mundo sufre». En Málaga hay en la actualidad 18 comunidades de clausura, que suman un total de 160 monjas, y todas, de un modo u otro, han conocido el dolor provocado por la pandemia. Son numerosos los conventos que han sido víctimas de contagio, y en las descalzas de Ronda, en cinco meses, han perdido a tres de sus religiosas, dos de ellas de Covid. La superiora del Monasterio del Corazón Eucarístico de Jesús, la hermana Jennifer, cuenta que «la gente, por el torno, nos preguntaban si lo habíamos cogido, y yo les decía: “Aún no, pero es solo cuestión de tiempo”. Al final, fueron cinco las contagiadas y solo dos quedamos en pie».

La enfermedad y el fallecimiento de religiosas han sido un duro zarpazo, también en lo económico. Como explica el delegado de Vida Consagrada de la Diócesis, el carmelita José Manuel Fernández Camino, «las comunidades se sostienen, fundamentalmente, con la venta de dulces y formas, y algunas, como las clarisas de Coín y las de Capuchinos en Málaga, con la lavandería. También reciben algunos donativos y se ayudan con las pensiones de las hermanas más mayores. Por eso, el coronavirus, que ha afectado a todos, a ellas, además, les ha quitado parte de su sustento».

Gracias a la fe, lo han vivido con esperanza. «Fue un momento de Gracia muy fuerte y bonito, dentro de todo -cuenta la hermana Jennifer-. Personalmente sentía muy fuerte las palabras de la Escritura: “os tomé sobre alas de águila” (Ex 19,4). Hasta la cuidadora que tuvimos que contratar para ayudarnos decía que Dios se hacía sentir por los pasillos». Aún así, la situación que han vivido ha sido muy difícil. «Las llamadas a la ambulancia han sido un continuo, teniendo que enviar a las hermanas afectadas al hospital a media noche y recibiéndolas de vuelta con neumonía bilateral. Era vivir sin horarios, en el hoy de Dios. A pesar de todo, del agotamiento de estar a veces las 24 horas de pie, sin descansar ni comer, yo no cambiaría esta experiencia por nada, porque creo que jamás volveré a vivirla».

En lo económico, dejaron de contar con los ingresos de las tres hermanas fallecidas, «pero la gente de Ronda y amigos de otras partes empezaron a socorrernos. Desde las parroquias y particulares nos hacían llegar comida, limosnas, todo para intentar suplir los ingresos».

El torno cerrado durante dos meses también ha dificultado salir adelante, «aunque los dulces no dan para mantener un convento y una iglesia, con sus arreglos de tejado, etc.», puntualiza Jennifer. Respecto a la ayuda que necesitan, la superiora afirma: «Ayudadnos a vivir lo que hemos profesado, con alegría y generosidad. Yo diría con heroísmo. Pero para eso os necesitamos. Necesitamos vuestro apoyo económico, pero aún más el apoyo espiritual. Como dice la escritura: “No solo de pan vive el hombre”. Lo que nos ha mantenido con paz y fuerza, viviendo la fe, en toda su crudeza, han sido las oraciones que diariamente hacían por nosotras este pueblo de Dios, que camina en Ronda, junto con tantas hermanas, y conventos, que nos sostenían rezando sin cesar por nosotras. Eso sí que ha sido una maravilla el poder vivirlo. Más que las penumbras y sufrimiento que la criba iba haciendo en medio de nosotras. Jamás podremos agradecérselo lo bastante. En Los Hechos de los Apóstoles, veo reflejado lo que os quiero decir: nos cuentan que a san Pablo lo apedrearon, lo arrastraron fuera de la ciudad y lo dejaron por muerto. Después los hermanos en la fe se acercaron y lo rodearon. No dice que rezaron por él, que seguro ya lo estaban haciendo, ni dice que le curaron las heridas. Sólo dice escuetamente que lo rodearon y Pablo al rato se levantó y volvió a la ciudad. Ese arropamiento que hicieron los hermanos a Pablo para mí es la fuerza que hace que Pablo, de estar medio muerto en el suelo, reviva, se ponga en pie, y vuelva a la ciudad: vuelva al ataque, al campo de batalla», explica Jennifer. «Esa es la ayuda que necesitamos, ese arropamiento por el pueblo de Dios: que es arropar en cariño, en tratar de comprender nuestra vocación. Ese rezar por vuestras monjas, el ayudarles de mil maneras y cuando puedan… que les ayuden también con  limosnas, pero, primero, arropar con amor y oración. Será lo que levante a tantas almas consagradas, muchas mayores, frágiles, enfermas o agotadas, y con la gracia del Señor, que vuestro arropamiento también levante a tantas comunidades pobres en vocaciones, que parecen dejadas fuera de la ciudad para morir, a levantarse con vigor y volver al campo de batalla y, si Dios quiere, con nuevas vocaciones. Para el bien de toda la humanidad».

Y de ahí, Jennifer apunta aún más lejos: «Y nosotras, ¿cómo podemos ayudar al mundo? Porque nosotras tenemos un deber con el pueblo que Dios nos ha encomendado. Para hacerlo tenemos que ser, de verdad, monjas consagradas a Dios en cuerpo, y alma. Un monasterio por muy pobre que sea en números, si se mantiene con la mirada en Aquel que las amó primero, y las eligió, cumpliendo su voluntad, genera santidad, para ellas y para el pueblo adonde viven.  Y eso es una vocación, y una obligación para con el Señor, y el pueblo que tanto cariño les tiene».

DULCES POR EL “TORNO DIGITAL”

El delegado episcopal para la Vida Consagrada reconoce que «todo lo vivido ha ayudado a las monjas a una mayor confianza en Dios y también les ha abierto a buscar soluciones para poder seguir realizando su misión en la Iglesia, aunque ha sido duro».

Con la pandemia, muchos conventos han potenciado el “torno digital”, promoviendo la venta online de sus productos. En la pasada Navidad, la venta de dulces conventuales ha encontrado en internet y las redes sociales un alivio a la situación. Comunidades como la del Císter de El Atabal, las Descalzas de Antequera o las Clarisas de Málaga, entre otras, ofrecen la posibilidad de adquirir durante todo el año las exquisiteces que realizan las monjas sin necesidad de desplazarse.

Listado de comunidades de vida contemplativa en la Diócesis de Málaga

El programa Periferias dio también voz esta semana a la superiora de las carmelitas descalzas de Ronda.

Ver este artículo en la web de la diócesis

Contenido relacionado

El Papa abre la Puerta Santa en San Pedro

Con el rito de la apertura de la Puerta Santa de...

Comentario en texto al Evangelio del domingo 29 de diciembre

El sacerdote y profesor de los centros teológicos Alejandro Pérez Verdugo...

Enlaces de interés