«Estoy convencido de que si das te dan. En esta época hemos apostado por dar empleo para sacar de la calle a la gente que lo necesita», explica José Cobos (Córdoba, 1948) socio fundador de El Pimpi, justo cuando hace 24 horas escasas que esta famosa bodega malagueña ha cumplido 41 años desde que abrió sus puertas un 4 de agosto de 1971.
–¿Por qué Málaga?
–Mi socio Paco Campos y yo queríamos montar un local y fuimos a Granada, pero hacía un frío terrible, en cambio cuando vinimos a Málaga hacía un día precioso y además tuvimos la suerte de que alguien nos enseñó el edificio de El Pimpi y nos quedamos enamorados del sitio. Desde entonces estamos aquí, hemos tenido una acogida espléndida por parte de los malagueños durante todos estos años.
–¿Cómo han conseguido triplicar su plantilla en plena crisis?
–Nosotros siempre pensamos en los demás y en esta época, cuando la crisis se asomó por la ventana, en el año 2007 el Pimpi tenía veinte empleados más o menos. En el 2012 tiene setenta, hemos triplicado la plantilla y sigue siendo negocio, estoy seguro de que Dios nos está ayudando, es un milagro, estoy convencido de que si das te dan. Siendo generoso con los demás eres generoso con Dios. En aquella época apostamos por dar empleo, para sacar de la calle a la gente que lo necesita.
–Por su respuesta se deduce que es usted muy creyente.
–Con 40 años yo no creía ni en mí mismo, pero una serie de acontecimientos personales me hicieron cambiar de idea, descubrir mi fe. La verdad es que no acudo a misa tanto como debiera, pero creo mucho en Dios. No sé por qué pero sé que Dios existe. Cada año viajo a París para dar gracias a la Madeleine, en la que tengo gran fe. Por ello, intentamos que El Pimpi refleje cada festividad religiosa del año. El nacimiento nunca falta a la hora de celebrar las navidades, un año se llevaron al Niño Jesús, una talla muy especial, y de entrada nos disgustó muchísimo pero después pensamos que el que se lo llevó lo necesitaba más que nosotros. En Semana Santa también procuramos poner un trono pequeñito, siempre con el corazón. Durante las Cruces de Mayo, nosotros ponemos una cruz lo más bonita posible durante todo el mes de mayo. Para Dios lo mejor posible, creemos que es muy poquito lo que le damos. Dios responde, yo creo que los no creyentes tienen la desgracia de no conocer. Yo lo he vivido y es una desgracia, porque cuando descubres a Dios no hay nada que se le pueda parecer. Yo intento mejorar todos los días con fe, de corazón.
–El poeta y articulista del diario SUR, Manuel Alcántara, ha escrito en un barril que el Pimpi es «la Capilla Sixtina de Málaga»
–Esta tradición de firmar los barriles se tiene en muchas bodegas, y nosotros como bodega tenemos también barriles de crianza, pero lo normal es que se reserven para los reyes o los príncipes, nosotros quisimos hacer más popular esta tradición. Por ello, todo aquel que tiene que decir algo o es alguien ante la sociedad tiene aquí su espacio. La pena es que no tengamos más barriles.
–¿Quién le gustaría que firmara un barril?
–Me encantaría que firmara el obispo de Málaga, D. Jesús Catalá. Mucha gente no lo sabe, pero esta ciudad le debe agradecer al Papa muchas cosas, por ejemplo cuando vino a Madrid para su encuentro con los jóvenes, bebió y habló del vino de Málaga.
Beatriz Lafuente
Creer
Por Pedro Luis Gómez, Director de Publicaciones SUR
‘El Pimpi’ se ha convertido en una referencia internacional de Málaga. Un símbolo que nace por propia creación de la gente, y cuya fama atraviesa fronteras y alcanza los lugares más recónditos. Siempre he dicho que cualquier empresa, cualquier equipo, cualquier grupo de trabajo, incluso cualquier ciudad o cualquier país, es fiel reflejo de su liderazgo, y eso ocurre con ‘El Pimpi’, que es una proyección de José Cobos, cuya principal virtud es que cree en las cosas, en lo que hace, e incluso en lo que siente. Cree a pie juntillas, y cree en Dios, pero también en el hombre; en lo divino y lo humano, porque creer en Dios sin creer en los hombres es una falacia. Ni le sirve a nadie. Me honro con la amistad de Pepe Cobos, y siempre le expreso mi admiración porque esa fuerza, su creencia, ha hecho que su empresa haya florecido como pocas otras. ‘El Pimpi’ ya es mucho más que un bar o una taberna, incluso más que un negocio. ‘El Pimpi’ está a punto de entrar (si no lo ha hecho ya) en ese libro escrito por los hados, porque no hay autores pero existe, nadie lo ve, pero todos lo conocen, en el que se reflejan los lugares mágicos, con encantos, con leyendas y con un sabor muy especial. Entre la Alcazaba y el teatro Romano, la sombra de Picasso ampara la entrada de un lugar cargado de magia, y ello es hoy posible porque en su día, y cada día, sus propietarios creyeron. Creer es tener fe en algo. ¡Qué grande es creer! Todo lo puedes si crees en ti y en los demás. Y Pepe, cree.
