Esta semana se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud Laboral, en relación al influjo del estrés que se genera y las consecuencias que acarrea.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) propuso esta fecha para no olvidar que el trabajo, siempre, debe desarrollarse en condiciones seguras, saludables y dignas. Es una buena fecha para que recordemos a aquellos trabajadores que o bien pierden la salud, o incluso pierden la vida, ya sea por las condiciones en las que tienen que desarrollar su actividad o por la falta de prevención que se tiene en los puestos de trabajo. Estamos llamados a luchar por la dignidad de las condiciones de trabajo, reclamando que dicha aspiración no es un capricho. Si en todo momento diéramos prioridad a la persona por encima de un falso rendimiento del capital, se crearían condiciones justas en las que los trabajadores no perderían, con tanta frecuencia, ni la salud ni la propia vida.
Los datos son significativos: a nivel mundial unos 865.000 trabajadores, que se sepa, se han visto privados de su autonomía por la pérdida de su salud, a parte de aquellos que han perdido la vida. Aquellas empresas que, en su lógica, siguen poniendo por encima de las personas los beneficios de capital, no se dan cuenta de que ello provoca que, cada año, se tenga que destinar más de 2,8 billones de dólares a cubrir indemnizaciones, sufragar los gastos derivados de las pérdidas de horas laborales, tratamientos médicos y rehabilitaciones de lesiones por las enfermedades ocupacionales. Al final el gasto de prevención y de creación de situaciones justas, evitaría estos gastos tanto a la propia empresa como a la sociedad en su conjunto.
Un ejemplo de estas situaciones son las personas que mueren en accidentes laborales. Si el trabajo es para la vida de las personas no podemos permitir que haya personas que pierdan la vida en el trabajo. O la falta de reconocimiento de enfermedades laborales y la justa protección que nos merecemos ante ellas.
La Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que en las legislaciones de los países deben contener elementos jurídicos que provean el reconocimiento del derecho que tienen los trabajadores, junto a una remuneración adecuada y al descanso, de condiciones laborales que no pongan en peligro ni su salud, ni su vida, ni su integridad moral. Las condiciones en las que desarrollamos nuestra tarea son tan importantes como la tarea en sí misma.
José Luis Fernández Orta
Presidente de la HOAC en Málaga