El 22 de junio celebramos la fiesta de dos mártires que pusieron a Dios antes que a los hombres, y que fueron martirizados por el simple hecho de no renunciar a la verdad del Evangelio y de defender la unidad de la Iglesia: santo Tomás Moro y san Juan Fisher
El primero fue un seglar, padre de familia y presidente del consejo real. Dotado de altísimos dones intelectuales sirvió a su país tratando siempre de buscar el bien común.
El segundo era obispo de Rochester, canciller de la Universidad de Cambridge y cardenal. Fue un gran erudito, reconocido por todos como un hombre de Dios. Cuando le sugerían ser obispo de diócesis más ricas contestaba: «no cambiaría a mi pobre esposa por la más rica viuda de Inglaterra».
Ambos se opusieron al rey Enrique VIII en su controversia sobre el matrimonio y la primacía del Papa, por lo que fueron ejecutados.
