Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. Jornada por la Familia y por la Vida.
SAGRADA FAMILIA DE NAZARET
JORNADA POR LA FAMILIA Y POR LA VIDA
(Catedral-Málaga, 28 diciembre 2024)
Lecturas: Eclo 3, 2-6. 12-14; Sal 127, 1-5; Col 3, 12-21; Lc 2, 41-52.
1.- Celebramos hoy la Jornada de la Sagrada Familia con el lema «Familia, fuente de esperanza», que se enmarca en la apertura del Jubileo 2025, convocado por el papa Francisco para celebrar el aniversario bimilenario del Nacimiento del Hijo de Dios como hombre.
El papa Francisco ha hablado repetidamente de un cambio de época marcado por desafíos económicos, políticos, culturales y tecnológicos que pueden llevar a la desesperanza al menoscabar la dignidad del ser humano, y ser manipulado por los poderes y por intereses egoístas.
Nos encontramos, pues, en medio de una transformación profunda que afecta a la sociedad, a la familia y las personas individualmente. Y en este contexto conviene recordar que la familia es la comunidad que une persona y sociedad (Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, Mensaje para la Jornada de la Sagrada Familia 2024. Madrid, 29.12.2024).
2.- La familia cristiana es lugar de encuentro entre personas, de apertura a la vida, de fraternidad y de amor. La familia es la gran escuela de la vida, donde la persona se forma como individuo y como miembro de la comunidad cristiana.
El libro del Eclesiástico nos ha recordado que «quien honra a su padre expía sus pecados» (Eclo 3, 3), «y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros» (Eclo 3, 4). Honrar y obedecer son dos tesoros, que no quitan la libertad y la voluntad propia; Jesucristo obedeció al Padre y no por ello perdió su libertad y voluntad.
La familia, teniendo como modelo a la Sagrada Familia, se convierte en fuente de esperanza en una sociedad caracterizada por el individualismo, la soledad y la ruptura de los lazos comunitarios.
3.- Nuestra sociedad aparta a los mayores y los relega en ambientes fuera de la vida ordinaria, porque los considera un estorbo para las actividades lucrativas, sociales y culturales. Sin embargo, la enseñanza de la Palabra de Dios es todo lo contrario, porque nos anima a cuidar a los padres y a los mayores: «Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza» (Eclo 3, 12).
Incluso cuando las personas mayores pierden el juicio hay que ser indulgentes y cariñosos con ellas (cf. Eclo 3, 13); «porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados» (Eclo 3, 14).
En la familia se aprende el sentido de la solidaridad, de la gratuidad y del cuidado del otro. En este tipo de familia nace el amor verdadero y surge la esperanza.
4.- El Salmo que hemos cantado nos recuerda el gran regalo que son los hijos: «La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre» (Sal 127, 3). Nuestra sociedad no apoya el nacimiento de los hijos, que ciertamente son un tesoro y la mejor riqueza que se puede tener.
Una sociedad que no se renueva con nuevos hijos se autodestruye, se debilita y va perdiendo poco a poco su identidad, su cultura y su religión. Si, además, llegan gentes de otras culturas, lenguas y religiones puede que impongan frente a las autóctonas.
En tiempos de invierno demográfico el Evangelio de la familia debe ser vivido y anunciado por esposos y padres que testimonien que la familia es fuente de alegría y de vida, si está fundada en el amor, en la entrega esponsal, en la fidelidad a la alianza asumida y en la apertura a la vida y a su cuidado (cf. Conferencia episcopal española, El Dios fiel mantiene su alianza, 77).
Si queremos que el lema de la Jornada «Familia, fuente de esperanza» se haga realidad, es preciso tomar conciencia de la necesidad de engendrar hijos y educarlos en la cultura y en la religión propia, sabiendo apreciar nuestras raíces cristianas, que han permeado la vida de nuestros pueblos y ciudades y han sido fuente de vitalidad, de creatividad y de regeneración.
5.- San Pablo nos recuerda que hemos sido elegidos y amados por Dios, y nos exhorta a revestirnos «de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia» (Col 3, 12). Esto se vive y se aprende en la comunidad eclesial y en la familia cristiana. Como dice la carta a los Colosenses: «y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta» (Col 3, 14).
La familia, según el designio de salvación de Dios, es el lugar donde renace la esperanza, donde se inicia la búsqueda de Dios, donde se aprende a encontrar la verdadera felicidad en el amor, donde uno se siente acogido y amado (cf. Francisco, Spes non confundit, 21). En la familia experimentamos este amor incondicional, que es reflejo del amor infinito de Dios.
Todo esto podemos vivirlo de manera concreta en el Jubileo 2025, al que nos ha invitado el papa Francisco. En la familia debe reinar el perdón, propio del Jubileo, como dice san Pablo: «Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo» (Col 3, 13).
6.- Queridos esposos, la Sagrada Familia de Nazaret es fuente de esperanza para todos; porque es posible perdonarse mutuamente; es posible la unidad y la comunión entre los esposos. Con la fuerza de la gracia de Jesucristo y el don del Espíritu Santo, recibidos en el sacramento del Matrimonio, sois capaces de perdonaros mutuamente y de seguir adelante, recomponiendo la unidad matrimonial, si ha sido quebrada.
Y la familia cristiana es fuente de esperanza para nuestros contemporáneos, porque da testimonio de que es posible amarse durante toda la vida; porque es testigo del amor, que es eterno; y no del simple “gusto” que pueda cambiar y apagarse; es posible vivir unidos hasta el final de la vida. La familia cristiana es fuente de esperanza para nuestra sociedad, porque es fuente de acogida, de perdón y de amor.
Os animo a todos a contemplar el ejemplo de amor y de comunión de la Sagrada Familia, a pesar de la pobreza y las dificultades que tuvo que vivir. Jesús nació en pobreza y tuvo que emigrar fuera de su país.
7.- Pedimos al Señor por las familias que pasan por momentos de prueba, enfermedad, pérdida de seres queridos, pobreza, rechazo o incomprensión. Pero en todas estas situaciones la fuerza de Dios es más grande; la fuerza del amor lo puede todo.
Que la Sagrada Familia de Nazaret interceda por todas nuestras familias, para que sean fuente de esperanza y de luz en este mundo, en esta sociedad nuestra, que tanto lo necesita. ¡Sed testigos del amor de Dios, que puede cambiar la vida y renovar nuestra sociedad!
Que el Año Jubilar, que mañana comenzaremos, sea un tiempo de gracia y de esperanza, que nos permita redescubrir la belleza del amor familiar y la alegría de ser «peregrinos de esperanza» en busca del reino de Dios.
Deseo agradecer a todas las familias cristianas su testimonio y animarlas a seguir viviendo al estilo de la Sagrada Familia, para ser “fuente de esperanza”. Como hemos dicho que los hijos son el tesoro y la mejor riqueza de la familia y de la sociedad, al final de la Misa bendeciré uno a uno a todos los niños que se encuentran en esta celebración. Amén.