
Cada vez que recitamos el Credo, todos nos inclinamos al pronunciar unas determinadas palabras. Así nos lo recuerda el Misal en su número 137: “El Símbolo lo canta o lo recita el sacerdote juntamente con el pueblo, estando todos de pie. A las palabras: Y por obra del Espíritu Santo se encarnó…, etc., o que fue concebido…, etc., todos se inclinan profundamente”.