Purificación Moyano Sánchez y María del Carmen García Palma recibieron el 29 de junio, en su parroquia de Santa Ana, en Algarrobo, la Medalla Pro Ecclesia Malacitana, de manos de su párroco, José Mariano Pérez, tras concederla Mons. Jesús Catalá por su gran generosidad y su entrega dedicada.
El 29 de junio era el cumpleaños de Pura, como todos la conocen en el pueblo. Diez días antes había tenido una caída y no podía moverse con facilidad, pero su párroco, José Mariano, le pidió al hijo que, ya que era su cumpleaños, hiciera todo lo posible por llevarla a Misa ese día, porque no podía faltar.
«83 años cumplía ese día y yo pensaba que mi párroco quería que no me perdiera la Misa porque, para mí, el Señor lo es todo», afirma Pura.
Siempre ha sido parroquia porque «nací en una familia católica y me casé con un hombre católico también (Ramón, que falleció hace 14 años), así que siempre he estado en ella y he hecho todo lo que he podido, desde arreglar las flores y ayudar a adecentar el templo, hasta cantar en el coro y ser catequista de niños de primera comunión y de perseverancia. También visito a los enfermos y, sobre todo, visito todos los dais a mi Señor a quien le digo: “Señor, aquí estoy. Tú me miras y yo te miro”, y sigo adelante con las tareas del día», explica emocionada Pura.
Está muy agradecida por la Medalla en la que se representa a la Virgen de la Victoria pero dice no haber hecho nada par recibir honores porque «honores sólo al Señor».
Con tan sólo 11 años tuvo que dejar la escuela pero con 20 comenzó a trabajar en la farmacia del pueblo, hasta que se casó. Da gracias a Dios por todo porque: «hasta en la caída de hace unas semanas, podría haberme matado pero no me rompí ni un hueso, sólo estoy magullada, pues es para darle gracias a Dios. Veo su mano en todo. Tengo muchos defectos, pero también mucha fe».

Carmen: «En la parroquia está Dios y todos somos bienvenidos»
«”Este domingo no te pierdas la Misa, Carmen, que hay una sorpresa”, me dijo mi párroco, y a mí me dio por pensar que lo cambiaban, ¡qué preocupación! Cuando nos nombró en Misa a Pura y a mí para que subiéramos, me quedé a cuadros, pero muy contenta», así explica Carmen la emoción que sintió cuando recibió la Medalla.
Y es que José Mariano se había propuesto que sus feligresas homenajeadas no se enteraran de la sorpresa que les esperaba, y lo consiguió.
«Toda la vida llevo en la parroquia. Hice la primera comunión en una escuela rural y después me vine a vivir al pueblo, muy cerca de la iglesia en la que he sido muchos años catequista de niños de los grupos de perseverancia y de los de primera comunión. También me he dedicado al cuidado del templo pero con los achaques de la edad lo he tenido que ir dejando. Ahora soy miembro del Consejo Parroquial y estoy disponible para lo que se necesite».
«Para mí, la parroquia es mi casa porque es la casa de Dios y todos somos bienvenidos a ella», añade Carmen, «y transmitir la fe a los niños es para mí una tarea muy importante, además de llevar la Comunión a los enfermos».
Da gracias a Dios «a pesar de todas las cruces y problemas, y jamás le he dicho al Señor qué por qué me ha tocado esto. Sí que le pido que me dé las fuerzas necesarias para llevar la cruz de cada día. No hay que perder la esperanza ni venirse abajo, ni guardar rencor por nada, sino perdonar. Y también le doy las gracias y le pido todos los días por mis dos hijos y mis cuatro nietos».