En Congo y Sudán del Sur, el 40º viaje del papa Francisco es no solo un acontecimiento eclesial de máxima importancia, sino la esperanza de que pueda ser semilla de convivencia fraterna. Desde la República Democrática del Congo, hablamos con la misionera malagueña Pilar Delgado.
Pilar Delgado, natural de Málaga, es Misionera de Nuestra Señora de África (Hermana Blanca) y malagueña de nacimiento. En la actualidad se encuentra en Congo y desde allí explica a los medios de la Diócesis de Málaga cómo ha seguido la llegada del Papa a Congo, junto a su comunidad, a través de la televisión. Ella vive en Bukavu, a la orilla suroeste del lago Kivu, y capital de la provincia de Kivu del Sur, la zona del país donde se concentra ahora mismo el rostro más amargo de la guerra. Hasta allí no viajará Francisco, ya que milicias muy violentas combaten entre sí en esa región para apropiarse de las minas de coltán. La violencia y las agresiones a civiles, especialmente mujeres, son el pan de cada día. Es, además, el epicentro del último brote de ébola acontecido en la República Democrática del Congo, y el lugar donde más de 120 grupos rebeldes actúan impunemente.
«Toda la ciudad de Bukavu está viendo la televisión. Un grupo de obispos, curas, monjas y laicos nos representa en Kinsasa», explica la misionera malagueña. El viaje del Papa lo lleva a estar cuatro días en la capital del país antes de poner rumbo a Sudán del Sur, donde permanecerá durante tres días.
Para ella, como para aquellos con quienes comparte la vida, «es una gran alegría la que vivimos. Nuestro gran deseo es que el Papa nos traiga la paz, pues estamos casados de ver tanta gente morir. El regalo de esta visita será la paz»