Peregrinación diocesana a Tierra Santa (Jerusalén)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la peregrinación diocesana a Tierra Santa (Jerusalén) el 10 de abril de 2013.

PEREGRINACIÓN DIOCESANA A TIERRA SANTA

(Jerusalén, 10 abril 2013)

Lecturas: Jn 3, 1-8.

1.- Hoy nos presenta la lectura del evangelio un diálogo íntimo entre un maestro de la ley y Jesús, el Maestro por excelencia. El maestro de la Ley era discípulo de Jesús, pero en privado. No tenía valor para decirlo abiertamente, pero cuando murió Jesús, fue a Pilatos a pedirle el cuerpo y entonces se manifestó como discípulo del Maestro.

El diálogo entre Nicodemo, fariseo y jefe judío, que va a ver a Jesús de noche y que le llama Rabí, es decir, lo reconoce como un rabí, como un maestro y le hace preguntas que él no entiende, como cuando al decir Jesús que hay que nacer de nuevo (cf. Jn 3, 3), él se escandaliza y pregunta: «¿cómo puedo nacer de nuevo? ¿Tengo que volver al seno materno?» (cf. Jn 3, 4). No, Nicodemo, no es eso, se trata de otra cosa, de un renacimiento espiritual.

2.- ¿Qué hemos hecho esta mañana en el río Jordán? Renovar el bautismo. Y, ¿qué es el bautismo? Un renacer de nuevo. Una vida nueva en Cristo resucitado. Hemos nacido todos de nuestra madre, de nuestros padres, pero el bautismo nos ha dado una vida nueva, distinta. Creo que, a veces, no nos lo creemos.

La vestidura blanca que se nos pone en el bautismo está simbolizando una vida nueva. Jesucristo se encarnó, tomó carne, tomó el vestido nuestro, —el vestido de la humanidad—, se revistió de humanidad, para que nosotros podamos revestirnos de divinidad. El bautismo nos da esa vestidura blanca, símbolo de una vida nueva.

3.- Este es un diálogo íntimo con Jesús. Hemos ido viendo diferentes lugares, distintas predicaciones del Señor y hoy la lectura del evangelio nos ofrece un diálogo personal que podemos entablar esta tarde.

El término griego «de nuevo» se puede traducir de dos maneras. La más plausible, la que más se traduce al castellano es nacer «de nuevo». Pero este adverbio griego, también se puede traducir como nacer «de lo alto». En realidad, las dos son complementarias. Uno nace en la tierra de sus padres. Uno vuelve a nacer de Dios, vuelve de nuevo, u otra vez, o uno nace de lo alto. Porque somos bautizados con agua y Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo es el que nos hace renacer de lo alto. Con lo cual es un re-nacimiento de gracia, de filiación con Dios, de respuesta a esa donación que el Padre nos hace en el Hijo.

4.- Hoy que hemos renovado las promesas bautismales vamos a pedirle al Señor que nos haga renacer, que nos haga criaturas nuevas, criaturas bautizadas, criaturas pascuales, criaturas que viven la alegría y la luz de Cristo, criaturas que nacen de lo alto.

El tiempo pascual es siempre una invitación a no poner el corazón en las cosas terrenales y mirar hacia lo alto. «Mirad las cosas de ahí arriba», nos dicen Pedro y los discípulos en este tiempo pascual.

Mirad las cosas de arriba. Y aquí engarzamos lo de «nacer de lo alto». Miremos a lo alto, a Dios Padre, al cielo. Al cielo en el sentido de Dios, que procede de Dios, que somos adoptados por Dios.

Ahora en silencio hagamos como Nicodemo, y preguntemos al Señor: «¿Cómo puedo nacer de nuevo? ¿Cómo puedo renacer de lo alto?». Y escuchemos su respuesta. Que así sea.

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