El sacerdote Pedro Villarejo predica la novena a la Patrona de Málaga y su Diócesis, la Virgen de la Victoria, desde el 30 de agosto al 7 de septiembre, en la Catedral de Málaga. En este Año Teresiano han elegido a uno de los mayores expertos en la santa de Ávila que tiene nuestra diócesis, que es párroco en Estepona desde hace 15 años.
¿Qué sintió cuando le propusieron ser el predicador de la novena a la Patrona?
Un honor. Cuando me lo propusieron lo agradecí profundamente y sentí que no podría defraudar. Por lo menos voy a intentarlo.
¿Cómo va a orientar la predicación?
Desde el principio había una intencionalidad en mi propuesta. Ya que estamos en pleno Año Teresiano, por el V Centenario del nacimiento de santa Teresa, que de alguna forma propusiera o manifestara algo que tuviera que ver con la mirada de la Virgen a santa Teresa y de santa Teresa a la Virgen.
¿Era santa Teresa una mujer mariana?
Mucho. Era una mujer más josefina (de san José), por lo menos así parece por sus escritos, pero ella llevaba a san José a todas partes como vínculo con la Virgen. La postura fervorosa de santa Teresa con respecto a la Virgen ya le venía de su madre. Según cuenta ella misma, se ponía a hablarles de la Virgen en el campo, alrededor de la candela y la Santa se quedaba absorta escuchando.
Quienes hemos sido sus alumnos, hemos conocido a santa Teresa y a san Juan de la Cruz desde un punto de vista distinto. Seguro que quienes vayan a la novena sentirán lo mismo.
(Se ríe) Los que habéis sido alumnos míos habéis sido generosos en la interpretación de mi texto. Santa Teresa supone para mí, igual que san Juan de la Cruz, el aprendizaje en mi fe. Tienen mucho que ver con el esplendor luminoso que en la fe significan Jesucristo y la Virgen. Desde ellos he aprendido a abrir los ojos y mirar diferentemente las cosas de Dios.
Se ha dicho mucho sobre la Patrona de la Diócesis, ¿se puede decir algo más?
Fue un obispo de Málaga quien nos dijo una vez «que Dios nos libre de los pregones y de los pregoneros». Supongo que hay quien diga «que Dios nos libre de quien predica las novenas». Yo creo que predicar la novena a la Patrona es como cada vez que uno lee el Evangelio, que se encuentra con una novedad, con la sorpresa de una presencia que antes no había sido capaz de distinguir. De la Virgen siempre se puede decir la maravilla que uno ve cuando mira la hermosura a los ojos y destella una luz nueva. Creo que lo que voy a hacer es hablar con la Virgen, más que hablar de la Virgen.
Cómo nos recomienda que vivamos la fiesta de la Madre de la diócesis.
La vida es una Victoria cuando se cree. Ésa es la clave del nombre de la Patrona, desde el ángulo en que yo lo miro. Uno tiene la Victoria cuando sabe que junto a él tiene la seguridad del que acompaña bien, que es Jesús. Deseo que la Diócesis viva las fiestas de su patrona sabiendo que somos amados. Cuando uno es amado, es victorioso; ya tiene la ganancia de la vida; todo su quehacer ha sido una victoria, una lucha ganada. Los que somos creyentes siempre tenemos que estar agradecidos, porque nuestra manera de ser tiene mucho que ver con una presencia. Somos, como dice san Juan de la Cruz, la presencia y la figura que no nos deja que suframos el amor, sino que lo gocemos.
Si tuviera que resumir en tres palabras a la Virgen de la Victoria, ¿qué diría?
Lo que yo diría de la Virgen de la Victoria es que nos anima, del mismo modo que estuvo con los apóstoles mientras llegaba Pentecostés, en ese decaimiento de las puertas cerradas. A veces nuestra sociedad tiene las puertas cerradas porque se entretiene con los pequeños candiles que hay dentro, pero si se sintiera acompañada por la luz profunda que se espera, tendría otra dimensión de esperanza. La Virgen es aliento en la vida, es perplejidad, pero es también paciencia de saber que todo se alcanza cuando se tiene la certeza de que Dios no ha engañado a nadie y siempre ha sido fiel a sí mismo en Jesucristo.
Encarni Llamas Fortes