El diestro de Jerez nos recibe amable y tranquilo en el hotel malagueño en el que se aloja, a pesar de que le quedan pocos minutos para hacer el paseíllo en la plaza de toros de La Malagueta. Sorprende su templanza, fruto de una madurez propia de los años y duras experiencias en el ruedo. Deja entrever que su fe le ha llevado donde está. Pocas horas antes de convertirse en el primer torero de esta feria de Málaga en abrir la puerta grande del coso malagueño confesaba dar gracias a Dios cada mañana por poder vivir un nuevo día y por poder seguir disfrutando de su profesión.
– Conociendo su trayectoria parece que el miedo no existe en su vocabulario. ¿Cómo lo vence?
– El miedo siempre se tiene. Uno es consciente del riesgo que hay y los toreros somos conscientes de la dimensión que tenemos que dar en una plaza y ese riesgo se corre pero, a la vez, lógicamente hay técnicas, mentalización y preparación y eso va por encima de todo. La ilusión hay que tenerla siempre puesta en el triunfo y eso supera todas las situaciones de miedo.
– Ha tenido a la muerte de frente en muchas ocasiones. ¿Qué cara tiene?
– Siempre miro la parte positiva. Soy una persona que ya ha subido a hablar con San Pedro en alguna ocasión y siempre le he pedido que me dé otra oportunidad para seguir afrontando mi vida con felicidad, con pasión. Soy consciente de que la vida y la muerte están paseando de la mano. Lo importante es vivir el día a día con ilusión.
– ¿En qué momentos tiene a Dios más presente?
– Siempre. La presencia del Altísimo para mí es importante. Por la mañana cuando despierto siempre doy gracias a Dios por el día que me ha regalado y ofrecerle todo lo que pueda aportar en ese día. Cada día le doy gracias por despertar un día más.
– Lleva una capilla portátil consigo. ¿Qué pide momentos antes de hacer el paseíllo?
– Siempre le doy gracias a Él por tener la oportunidad de dedicarle la tarde, por poder seguir disfrutando de mi profesión, por tener la compañía de mi familia y entorno, de los que siempre recibo tanto apoyo. También pido para que la tarde sea lo más fácil posible para todos los compañeros, que no ocurra ningún percance y si sucede que tengamos el amparo de Él.
– ¿Alguna vez ha sentido que le ha abandonado?
– No, nunca. El sufrimiento es parte de la gloria y en ningún momento podría pensar que Dios me abandona. Considero que las cosas que tienen que suceder es porque Dios quiere que sucedan.
– Es de suponer que la fe le ha ayudado en momentos tan duros como la pérdida del ojo.
– Sí. Todas las personas que tienen fe y son conscientes de un trance o un percance en su vida lo aceptan con humildad y fuerza. El verdadero valor está en afrontar lo que te sucede. Se afronta con la fe y con el apoyo de Dios y eso me aporta mucha seguridad.
-¿Cómo vive su familia su profesión?
– Para ellos lógicamente es difícil. Pienso que Dios nos manda una familia con el convencimiento de que el torero tiene que salir a jugarse la vida, del riesgo que corre. Cuando he salido de viaje a torear y dejo en mi casa a mis niños y mi mujer ellos se quedan felices. Saben que voy a afrontar lo que más me gusta, mi profesión, que vivo y disfruto de ella y lo asumen con muchísima ilusión. Son mi soporte. Ellos saben que hay riesgo pero que, a la vez, hay una satisfacción muy personal y una recompensa muy gratificante para una persona que, en este caso, es el público que te llena en la plaza.
– Tiene dos hijos, Martín y Paloma. ¿Y si uno de ellos decidiera seguir sus pasos?
– No me quedaría mas que sufrir también. En este caso no por el riesgo, que por supuesto se tiene, si no por que es una profesión de mucha dedicación y disciplina. Si me pidiesen consejo les diría que se formasen, que estudiasen una carrera y que tomaran la decisión de ser aficionados prácticos. Yo nunca dejaré de ayudarles ni de apoyarles en todo lo que quieran.
– ¿Qué le diría a los que no consideran la tauromaquia como un arte?
– En principio no me gustaría dirigirme a ellos por que son personas que no se dejan convencer o no quieren escuchar. Creo que tendrían que informarse bien de lo que es nuestra cultura, de lo que es esta fiesta, y que tuvieran una información de cómo el toro se cría en el campo, de cómo se crea una ganadería brava, la preparación de un torero…y luego comenzaríamos a hablar.
Inma Prieto