Toma de posesión de la nueva Junta de la Agrupación de Cofradías de Pasión de Málaga

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga el 21 de julio, en la toma de posesión de la nueva Junta de la Agrupación de Cofradías de Pasión de Málaga (Iglesia de San Julián-Málaga).

Lecturas: Ex 14, 21‒15, 1; Sal: Ex 15, 8-10.12.17; Mt 12, 46-50.

1. Querido Delegado episcopal y ministros del altar; apreciado nuevo Presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga y miembros de la Junta, que hoy juraréis vuestro cargo eclesial; saludo al Presidente y Junta saliente; representantes de cofradías y juntas de las mismas; excelentísimas autoridades; y fieles cristianos todos.

En esta celebración damos gracias a Dios, porque siempre está con nosotros por su gran misericordia y su amor. Él nos otorga la vida, nos cuida con su providencia amorosa, nos regala el don de la fe, de la esperanza y de la caridad; y nos permite realizar las actividades religiosas, sociales y culturales.

A veces podemos pensar que somos nosotros los que ofrecemos a Dios nuestras cosas, nuestro tiempo, nuestros esfuerzos, nuestros proyectos. Sin embargo es él quien nos lo regala todo; no podríamos estar aquí, ni llevar adelante nuestros proyectos, si él no nos concediera la vida; es él quien llena nuestra vida. Como dice Santa Teresa de Jesús: «Solo Dios basta». Este Año Teresiano nos ayuda a reflexionar sobre la centralidad de Dios; nos invita a prescindir de muchas cosas superfluas y a poner nuestro esfuerzo en lo que verdaderamente es importante y esencial para nuestra vida. Tomar posesión de vuestros cargos en un Año Teresiano tiene su significado eclesial.

Hoy rezamos por los miembros de la Junta saliente y les agradecemos el trabajo realizado. Y pedimos por los nuevos responsables de la Agrupación, para que el Señor les ilumine y sepan ofrecerse al servicio de la Iglesia; tienen la misión de ayudar a las otras Cofradías.

2. La primera lectura bíblica de esta celebración nos recuerda la hazaña que Dios realizó en el mar Rojo: «Moisés extendió su mano sobre el mar y el Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y se dividieron las aguas» (Ex 14, 21).

En la Sagrada Escritura aparece muchas veces el término «Oriente», es decir, el «Este» por donde sale el sol. El Señor manda dirigirse hacia oriente o mirar a oriente (cf. Lv 16, 14; 1 Re 17, 2; Bar 4, 36; 5, 5; Ez 8, 16). De oriente viene la salvación. El sol nace por el este (oriente). Cristo nació en oriente. Sabéis que los templos están orientados de oriente (este) a occidente (oeste) en el eje que va desde el altar hasta la puerta de entrada, dejando el lado derecho orientado hacia el sur (mediodía), para quedar iluminado por el recorrido del sol. Desde el lado sur del templo. Según dice el profeta Ezequiel, estas aguas que manan del lado sur del templo sanean y dan vida (cf. Ez 47, 1-9); ésta es también una imagen de la Iglesia.

Ante el mar Rojo, el Señor hizo soplar un «viento del este» que secó las aguas. «Los hijos de Israel entraron en medio del mar, en lo seco» (Ex 14, 22). Ante los mares impetuosos y las dificultades de la vida, Dios hace soplar un viento del este, que aplaca todas las tormentas.

La referencia obligada es Jesucristo, que viene del oriente, punto de referencia de toda la humanidad. Su venida al mundo ha marcado un antes y un después. No se puede ser indiferente ante este acontecimiento, ni se puede ser neutral: o aceptas a Cristo o estás de espaldas a él.

3. Queridos cofrades, ¿en qué o en quién ponéis vuestra confianza? ¿En qué o en quién os apoyáis?

En el pasaje del mar Rojo los egipcios persiguieron a los israelitas con sus carros, caballos y jinetes (cf. Ex 14, 23); todo un despliegue de fuerza humana y de instrumentos bélicos.

Pero Dios «trabó las ruedas de sus carros, haciéndolos avanzar pesadamente» (Ex 14, 25). Los egipcios, que confiaron en sus fuerzas y recursos, perecieron; los israelitas, en cambio, que pusieron en Dios su confianza, salvaron sus vidas. ¿Dónde ponemos nosotros la confianza?

Si no hay un proyecto cristiano y una clara identidad religiosa en las cofradías, éstas avanzarán lentamente, como carros pesados, hasta ir languideciendo y quedarse sin vida.

Si las cofradías, en vez de vivir la fe en Dios, la devoción mariana y la comunión con la jerarquía de la Iglesia, buscan otros intereses, acaban desapareciendo o degradándose en asociaciones profanas. Si los responsables y los que asumen los cargos directivos en las cofradías no viven en sintonía con la Iglesia, destruyen de modo implacable a su misma hermandad. Todo esto tiene unas consecuencias, que podemos ir clarificando en el futuro. ¿Qué estar en sintonía con la Iglesia y qué significa comunión con la jerarquía de la Iglesia?

4. ¡Atención, queridos cofrades! Como dice san Pablo: «Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3, 10-11). No se puede construir sobre otros cimientos.

Cada cual puede construir como estime conveniente; pero al final de la vida nuestras obras serán juzgadas y pasadas por fuego. Si uno ha construido con materiales nobles (oro, plata) o con materiales que se consumen (paja, madera), el fuego dará cuenta, comprobando la calidad de la obra de cada cual (cf. (1 Co 3, 12-15). San Juan de la Cruz nos recuerda: «Al atardecer de tu vida, te examinarán del amor».

El único fundamento es Jesucristo, sol que surge de oriente (este) e ilumina a toda la humanidad. Él es el centro de nuestras vidas; él es el único camino o puente para llegar a Dios; él es el sumo sacerdote, misericordioso y fiel (cf. Heb 2, 17), que nos trae la salvación.

El que quiera atravesar las aguas turbulentas de la vida, solo tiene como opción adherirse a Jesucristo por la fe, la esperanza y el amor. No hay otra salida, ni otros medios, ni otro camino que Cristo.

Os animo a todos a vivir con alegría la fe cristiana; y ayudar a los demás hermanos para que Jesucristo sea el centro de su vida.

5. Los miembros de la nueva Junta de la Agrupación de Cofradías de Pasión de Málaga tomáis posesión hoy de vuestros cargos. ¡Vaya por delante mi felicitación y mi oración por vuestra nueva tarea! Recordad que es un servicio a la Iglesia; y no un poder social o político, ni un simple honor, ni una plataforma de escalada.

La vida del cristiano y del cofrade debe estar enraizada en Cristo, imitando su ejemplo y dando testimonio de fe y de amor; debe estar en plena sintonía con la Iglesia, como hemos dicho; debe impregnar con la luz del evangelio las diversas dimensiones de la existencia humana.

El evangelio de san Mateo, que hemos escuchado, nos presenta la escena en la que Jesús explica quiénes son su madre y sus hermanos. Su respuesta clara fue: «El que haga la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mt 12, 50). Este es el programa de vida de un buen cofrade; es un programa sintético, muy hermoso, pero muy exigente.

Pedimos a la Santísima Virgen María su maternal intercesión por todos nosotros y por los miembros de la nueva Junta, que va a tomar posesión de su cargo. Amén.

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