Por los pobres y con los pobres

Queridos diocesanos, hermanas y hermanos de Málaga y Melilla:

«No es posible olvidar a los pobres si no queremos salir fuera de la corriente viva de la Iglesia que brota del Evangelio y fecunda todo momento histórico». Con esta claridad nos lo recuerda León XIV en su primera Exhortación Apostólica (n. 15), cuyo texto fue iniciado por el papa Francisco. Su título Dilexi te (Te he amado) es una expresión tomada de una declaración de amor del Señor, dirigida a una comunidad pobre y al límite de sus fuerzas: la iglesia de Filadelfia del Apocalipsis.

El Santo Padre nos invita a reconocer las múltiples formas de pobreza que hoy nos interpelan: material, social, moral… (n. 9). Nos llama a contemplar a Jesucristo, que se hace pobre y se acerca a los pobres como su Mesías, comprometido con el desarrollo humano integral de los últimos (n. 19). La Exhortación realiza un recorrido histórico que parte de la Sagrada Escritura (nn. 24–34) y se enriquece con referencias a los Santos Padres (nn. 39–48), para mostrar que los pobres han estado —y deben seguir estando— en el centro de la acción de la Iglesia: «El cuidado de los pobres forma parte de la gran tradición de la Iglesia, como un faro de luz que, desde el Evangelio, ha iluminado los corazones y los pasos de los cristianos a lo largo de la historia» (n. 103). La Doctrina Social de la Iglesia da testimonio de esta preocupación (cap. IV).

El amor concreto a los pobres remite a lo esencial de nuestra fe. No podemos, por tanto, delegar su atención exclusivamente en Cáritas ni en otros cristianos “especializados” en la solidaridad. Cada creyente y cada comunidad cristiana estamos llamados a manifestar un amor real y tangible hacia quienes más sufren, pues ellos son la misma carne de Cristo. No deberíamos percibirlos «como un problema social, sino como un “asunto familiar”, son “uno de los nuestros”» (n. 104). Las palabras de la parábola del Buen Samaritano: “Ve, y haz tú lo mismo”, constituyen un mandato en nuestra vida cotidiana (n. 105-107). La Exhortación invita a un trabajo inteligente para transformar las estructuras injustas, reivindica el valor de las obras de misericordia y el hondo sabor evangélico de la limosna (cap. V). Con gestos de ayuda personal, el pobre podrá sentir en su corazón las palabras del Señor: Dilexi te (Yo te he amado).

Os exhorto a conocer el documento, a trabajarlo con entusiasmo en los grupos, a hacerlo vida en nuestras comunidades y a convertirlo en luz que alumbre nuestro trabajo pastoral «por los pobres y con los pobres» (n.3); para que —como ha señalado el mismo papa León— «ayude a la Iglesia a servir a los pobres y ayude a acercar a los pobres a Cristo».

Recibid un saludo muy cordial en el Señor.

+ José Antonio Satué
Obispo de Málaga

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