Carta Pastoral del D. Antonio Dorado Soto con motivo del Día de la Misión Diocesana. Las buenas noticias ganan en hondura cuando se comparten. Es algo que pertenece a la condición humana. De ahí que los seguidores de Jesucristo no podamos ni debamos callar lo que da sentido a nuestra vida y guía nuestros pasos: Que Dios existe, que nos ama con pasión de Padre, que ha enviado a su Hijo para perdonarnos y rescatarnos del poder de la muerte, y que su Espíritu transforma nuestros corazones para amar. Es la Buena Noticia, el Evangelio de siempre, la Luz que no podemos ocultar debajo de un celemín, ni siquiera en la intimidad del corazón. Por eso, el Pueblo de Dios es esencialmente misionero, porque Dios ha enviado a su Hijo y a su Espíritu para revelarnos su rostro y liberarnos de la muerte y del pecado; y el Hijo nos ha enviado a nosotros, con la fuerza del Espíritu, a proclamar con obras y con palabras, su presencia salvadora y redentora entre nosotros.
Desde hace muchos años, la Diócesis de Málaga evangeliza también en Venezuela, en la región de Caicara del Orinoco. Es una manera concreta de manifestar con los hechos que creemos que la Iglesia es Católica, universal, pues los habitantes de esta zona son una porción del mismo Pueblo de Dios que formamos todos los seguidores de Jesucristo. Por eso, algunos de los nuestros, sacerdotes y seglares, se saben enviados a compartir la fe que nos salva. Y al mismo tiempo, a dejarse ayudar también en la vivencia de su fe por aquellos hermanos, pues como dice el lema de este año para el día de la misión diocesana, “la fe, como la vida, crece entregándose”. Ellos, que son “el rostro misionero de la diócesis”, contribuyen luego a revitalizar nuestra fe.
Aunque tenemos un día, el 13 de Abril, para reavivar este encuentro de hermanos y de culturas, la misión diocesana de Caicara del Orinoco está siempre presente en muchos de nosotros. Unos, porque la hemos visitado; otros, porque han dedicado años a compartir su fe con aquellos hermanos; y todos, porque este lugar entrañable está presente siempre en su oración y en su ayuda. Si, como espero, visitáis con frecuencia la página Web de nuestra Diócesis, veréis un apartado en el que los hermanos de allí nos dan constantemente noticias de su vida y comparten con nosotros sus inquietudes y proyectos.
La Iglesia de Málaga no sólo envía a las personas que puede, siempre menos de las que sería deseable, sino que les procura los medios necesarios para su vida y actividades. De todos nosotros depende que esos medios crezcan en la medida oportuna. Sabemos que allí se hacen auténticos milagros con lo que reciben, porque en la casa del pobre cualquier ayuda es preciosa, pero no podemos conformarnos. En especial ahora, cuando tienen que soportar unas condiciones de vida más difíciles que en otros tiempos. Todo lo que podamos aportar, a través de nuestra oración, de nuestra cercanía humana y de la ayuda económica, será una manera concreta y eficaz de saberse y de sentirse verdaderamente enviados.
Como bien sabéis, Jesucristo nos enseñó que todo cuanto hagamos por los demás, especialmente por los más necesitados, nos enriquece también a nosotros, porque es dando como se recibe. En este caso, enriquece nuestra vida de fe y la fortalece para que podamos transmitirla, como nos hemos propuesto toda la Iglesia Diocesana a través de ese Proyecto Pastoral que tenemos en marcha.
+ Antonio Dorado Soto
Obispo de Málaga