Inmaculada Concepción de la Virgen María

Homilía pronunciada por el Sr. Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, celebrada en la Catedral el 8 de diciembre de 2020.

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

(Catedral-Málaga, 8 diciembre 2020)

Lecturas: Gn 3, 9-15.20; Sal 97, 1-4; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1, 26-38.

María, reflejo de la belleza divina

1.- La Inmaculada Concepción, cuya fiesta celebramos hoy, es reflejo de la belleza divina que salva al mundo; es destello de la hermosura de Dios, que resplandece en el rostro de Cristo, a quien Ella ha llevado en su seno. María entrega a su Hijo en la historia, para que los hombres contemplen la gloria y la belleza divina.

El fundamento bíblico del dogma de la Inmaculada Concepción se encuentra en las palabras que le dirigió el ángel en Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). ¡Qué hermosas suenas estas palabras! “Llena de gracia” es el hermoso título que dio el ángel a María, de parte de Dios, para indicar que Ella era la elegida para acoger el don más precioso, “el amor encarnado de Dios”, el Hijo de Dios, Jesucristo.

María es toda hermosa, toda pulcra, preservada de la mancha original. En el siglo V San Máximo escribe estas palabras: “María, digna morada de Cristo, no por la belleza del cuerpo, sino por la gracia original”.

María aparece como la expresión máxima de la belleza y de la hermosura transfigurada. Ella es la imagen de la nueva humanidad que Cristo ha redimido y salvado.

Ella se nos presenta como la criatura que vive en total confianza y en una absoluta dependencia de Dios. Esta fidelidad y obediencia forman parte también de su hermosura. Si queremos participar de esa hermosura, estamos invitados a vivir en la fidelidad y en la obediencia a la voluntad del Señor.

2.- María es la Inmaculada, que ha sido concebida “sin mancha” de pecado original y llega al mundo “toda llena de gracia”. Este hecho singular explica todo lo que María es y significa para la humanidad.

En la Biblia el término “gracia” tiene estos dos significados. Indica ante todo el favor divino gratuito e inmerecido que, en presencia del pecado, se traduce en perdón y misericordia, como cuando un condenado obtiene gracia y se le perdona; e indica también la belleza que se deriva de este favor divino; es decir, “el estado de gracia”, el encanto, la fascinación y la bondad.

En María hallamos ambos significados. Ella es «llena de gracia», porque ha sido objeto del favor de Dios y de una elección única; ella ha sido «agraciada», esto es, salvada gratuitamente por la gracia de Cristo; ella fue preservada del pecado original en previsión de los méritos de su Hijo Jesucristo. Ella es «llena de gracia» también en el sentido de que la elección de Dios la ha hecho resplandeciente, sin mancha, «toda bella», «tota pulchra», como le canta la Iglesia en esta fiesta.

Damos gracias a Dios por este hermoso regalo que ha concedido a toda la humanidad en la persona de María, la Inmaculada. Como hemos dicho en el Salmo: «Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas» (Sal 97,1). Dios ha hecho maravillas en María y quiere hacerlas también en cada uno de nosotros.

3.- La Conferencia Episcopal Española propuso que el Día del Seminario, tradicionalmente celebrado en el mes de marzo, se trasladara este año por causa de la pandemia a la fiesta de la Inmaculada.

El lema para esta campaña es: “Pastores misioneros”, que intenta profundizar en la identidad del sacerdocio ministerial. Los sacerdotes al participar del sacerdocio de Cristo Cabeza, Pastor, Esposo y Siervo (cf. Pastores dabo vobis, 15), son llamados a ser “pastores de la Iglesia”; y en cuanto enviados por Cristo, como sucesores de los apóstoles (cf. Mt 28,19-20), son misioneros en una Iglesia misionera.

Existe en la Iglesia una preocupación por el descenso de candidatos al sacerdocio. El papa san Juan Pablo II nos animaba a trabajar por las vocaciones y decía: “la pastoral vocacional exige ser acogida, sobre todo hoy, con un nuevo, vigoroso y más decidido compromiso por todos los miembros de la Iglesia” (Pastores dabo vobis, 34). Se nos invita a todos (familias, parroquias, sacerdotes y fieles) a rezar y a promover las vocaciones al ministerio sacerdotal; hemos de cuidar de nuestros jóvenes y acompañarles en su proceso de maduración cristiana.

4.- La fiesta litúrgica de la Inmaculada es para nuestra Iglesia de Málaga una ocasión propicia para rezar con María por las vocaciones al sacerdocio. El Seminario diocesano deber ser para todos los fieles como la niña de los ojos, que hay que amar con gozo y cuidar con esmero, para que sea como un Nazaret, donde los discípulos aprenden a ser pastores misioneros en el trato frecuente con Jesús, el Buen Pastor.

Las comunidades cristianas deben ser capaces de suscitar entre los jóvenes el encuentro con Cristo que les enamore y les anime a una entrega incondicional a los demás, como nos dice el papa Francisco: “Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas” (Evangelii gaudium, 107). Donde no hay ese fervor, es difícil que surjan.

A ejemplo de María, que contestó al ángel: «he aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38), animamos a quienes llama el Señor a que respondan con diligencia para ponerse al servicio de la Iglesia y del evangelio.

5.- En esta eucaristía de la Inmaculada, en la que tradicionalmente participan nuestros seminaristas, haremos la colación del ministerio de Acolitado a los seminaristas Daniel Gutiérrez y Álvaro López.

Y próximamente, en esta misma Catedral, serán ordenados sacerdote y diácono, respectivamente, David Roca y Fernando Eningo.

Rezamos por las vocaciones al ministerio sacerdotal, por los nuevos acólitos y por los próximos sacerdote y diácono.

Pedimos a la Virgen Inmaculada que, como madre solícita, nos cubra bajo su manto, y que acompañe a cada cual en su proceso vocacional y en la respuesta fiel y generosa a la llamada del Señor. Amén.

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