Homilía en la clausura del centenario del nacimiento de Fernando Rielo, fundador de las Misioneras Identes

CLAUSURA DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FERNANDO RIELO, FUNDADOR DE LAS MISIONERAS IDENTES

(Catedral-Málaga, 14 enero 2024)

Lecturas: 1 Sam 3, 3-10.19; Sal 39, 2-10; 1 Co 6, 13-15.17-20; Jn 1, 35-42. (Domingo Ordinario II-B)

1.- Actitud de escucha de Samuel

Hemos escuchado el relato de la vocación de Samuel, que vivía en el templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios (cf. 1 Sam 3, 3). La palabra “Samuel” significa “el que escucha a Dios”.

El Señor llamó al joven Samuel, pero éste aun no conocía la voz de Dios y pensó que le llamaba el sacerdote Elí: «Corrió adonde estaba Elí y dijo: Aquí estoy, porque me has llamado. Respondió: No te he llamado. Vuelve a acostarte. Fue y se acostó» (1 Sam 3, 5).

Cuando el anciano sacerdote de Silo comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, le dijo que, si volvía a ser llamado, respondiera: «Habla Señor, que tu siervo escucha» (1 Sam 3, 9).

El Señor volvió a llamar a Samuel como las veces anteriores éste respondió: «Habla, que tu siervo escucha» (1 Sam 3, 10).

2.- Nuestra escucha

Al igual que Samuel hemos de estar atentos a la voz del Señor, que nos habla de muchos modos: a través de su Sagrada Escritura, de las personas, de los acontecimientos, de ciertos signos providenciales. Hemos de responder como Samuel: «Aquí estoy» (1 Sam 3, 4).

Hemos comenzado un nuevo tiempo litúrgico, llamado “Tiempo ordinario”. La liturgia de la Palabra nos invita a situarnos ante la llamada del Señor, para seguirle, para tomar una opción de vida, para afianzar nuestra identidad cristiana, para abrirse a las sugerencias del Espíritu, que constantemente habla al corazón.

La respuesta que el sacerdote Elí aconsejó a Samuel fue que dijera a Dios “Aquí estoy”. También nosotros decimos hoy al Señor con el salmo interleccional: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. El mismo Jesús vino al mundo para hacer la voluntad de su Padre: «He aquí que vengo (…) para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad» (Heb 10, 5.7). Jesús oraba cada día a su Padre para descubrir su voluntad y realizarla.

En recompensa por su actitud obediente, Samuel creció y «el Señor estaba con él, y no dejó que se frustrara ninguna de sus palabras» (1 Sam 3, 19).

También Jesucristo, el Hijo de Dios, que obedeció en todo al Padre, resucitó de entre los muertos.

3.- Llamamiento de los discípulos

El evangelio narra la llamada de los primeros discípulos de Jesús. Juan el Bautista les señala al «Cordero de Dios» (Jn 1, 36); y «los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús» (Jn 1, 37).

«Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: ¿Qué buscáis?» (Jn 1, 38). Jesús hace esa pregunta porque los ve hambrientos de felicidad, de sentido de su vida, de orientación, de armonía interior, de un proyecto de vida.

Cristo hace la pregunta “¿a quién buscáis?”, porque quiere averiguar la recta intención de sus primeros seguidores. Durante su vida pública Jesús hizo tres veces la misma pregunta: la primera vez fue a los discípulos, al inicio de su ministerio apostólico; la segunda fue en el huerto de Getsemaní (cf. Jn 18, 4-5); y la tercera, después de su resurrección, a María Magdalena en la mañana de Pascua (cf. Jn 20, 15-16).

Hoy el Señor nos lo pregunta a cada uno de nosotros; y podemos escucharla en momentos de oración, de silencio, de desierto del alma, de ejercicios espirituales, de retiros, de adoración eucarística; también de fracasos aparentes, de éxitos, de enfermedad. A su pregunta, ¿qué respondemos?

Cuando Jesús nos hace esa pregunta es porque nos ve hambrientos de felicidad, de sentido de vida, de orientación, de armonía interior. Algunos buscan la armonía interior en ejercicios físicos y mentales, pero la verdadera armonía interior se encuentra en el encuentro personal con el Señor. Los cristianos, si queremos paz interior, la obtenemos al encontrarnos con el Señor. Él nos hace esa pregunta porque nos ama, y porque la iniciativa parte siempre de Él y que espera una respuesta libre, consciente, amorosa y sincera.

4.- Clausura del Centenario del nacimiento de Fernando Rielo

Hoy damos gracias a Dios por la clausura del Centenario del nacimiento de Fernando Rielo Pardal, fundador de los Misioneros y Misioneras Identes.

Nacido en Madrid en 1923 en una familia religiosa, donde vivió la fe católica, tuvo en su juventud una experiencia espiritual que le marcó en su vida y donde sintió la llamada a ser santo. Al igual que Samuel escuchó la llamada del Señor y prometió vivir y transmitir el Evangelio con la ofrenda de la propia vida, ingresando en la congregación del Santísimo Redentor.

Fundó en 1959 la institución “Id de Cristo Redentor de Misioneras y Misioneros Identes”, reconocida en la diócesis de Madrid en 1994, como Asociación Pública de Fieles y que pasaría a ser “Instituto de vida consagrada” de derecho pontificio en el año 2009.

El carisma “Idente” tiene como objetivo vivir la filiación divina, siguiendo a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, fundamentándose en tres principios evangélicos: 1) la vocación a la santidad (cf. Mt 5, 48); 2) la promoción de la vida comunitaria y el espíritu de familia (cf. Mt 18, 20); 3) y la dedicación prioritaria a la misión evangelizadora de ir por todo el mundo para proclamar la buena nueva (cf. Mc 16, 15).

La vida de Fernando Rielo y la Institución “Idente” se centra en la tarea de ser “discípulos misioneros” a la que nos ha llamado el papa Francisco (cf. Evangelii gaudium, 120). La institución “Idente” lleva a cabo su misión sobre todo en el campo cultural y literario, promoviendo cursos de literatura y concursos literarios.

Damos gracias a Dios por este carisma eclesial y pedimos al Señor que mantenga en la fidelidad a sus miembros, para llevar a cabo la misión que les ha confiado.

Hoy celebra la Iglesia la Jornada de la Infancia Misionera, cuyo lema es: “Comparto lo que soy”. Rezamos por todos los niños y jóvenes cristianos, para que sean verdaderos discípulos misioneros, que anuncien la Buena Nueva de Jesús.

Que el Señor nos conceda escuchar si voz y llevarla a la práctica.

Pedimos a la Santísima Virgen María que nos proteja y nos acompañe en la tarea de la evangelización, tan importante y urgente en nuestros días. Amén.

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