Homilía en el Centenario de la aprobación pontificia de la Institución Teresiana

CENTENARIO DE LA APROBACIÓN PONTIFICIA DE LA INSTITUCIÓN TERESIANA

(Catedral-Málaga, 12 enero 2024)

Lecturas: Hch 2, 1-4.22-24.42-47; Mt 5, 13-17).

1.- El motivo que nos reúne hoy es la celebración del Centenario de la Aprobación pontificia de la Institución Teresiana, que vio la luz en Asturias en 1911 bajo la mirada de la Virgen de Covadonga. Recibió del espíritu de su Fundador, San Pedro Poveda Castroverde (1874-1936), una conciencia eclesial de valiente compromiso laical en la misión de la Iglesia.

Pedro Poveda inició sus trabajos en el barrio de las cuevas de Guadix, población compuesta por braceros y gitanos, a los que proporcionó ayuda material y, sobre todo, formación humana y religiosa a través de las Escuelas del Sagrado Corazón con el fin de sacarlos de la ignorancia y de la situación de relegación social.

2.- En esa época dominaba en el campo educativo la Institución Libre de Enseñanza con una visión laicista y contraria a los valores católicos, conquistando puestos clave en la sociedad y en la educación y defendiendo la “escuela neutra”, inadmisible desde el punto de vista católico; como decía el P. Poveda nunca un maestro es «neutro» (cf. Pedro Poveda, “Estudio y presupuesto para la fundación de una residencia de estudiantes», en Itinerario Pedagógico, Madrid, 1964: CSIC, 220).

San Pedro Poveda supo analizar las características de su tiempo y aplicar en cristiano el estilo de otras instituciones civiles en varios aspectos esenciales del último tercio del siglo XIX. Uno de ellos era el interés por la “educación”. En ese tiempo nacieron muchas congregaciones religiosas e instituciones dedicadas a la educación de jóvenes e inspiradas en los principios cristianos.

Otros aspectos de esa época fueron el derecho a asociarse, que permitía la libertad de cátedra; y en el campo social se comenzaba a valorar la “promoción de la mujer” en un nuevo estatus social.

Los defensores de la sociedad laicista de la época usaban para su provecho la Constitución de 1869 y otras leyes, que proclamaban en teoría la libertad de educación y de educación; pero, en realidad, los gobiernos no la protegían. Al final, la libertad de enseñanza fue para los católicos españoles anuncio de persecución.

3.- El evangelio de hoy nos ha recordado las palabras de Jesús: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5, 13). «Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 14). Pedro Poveda asumió esta misión, iluminando la realidad socio-cultural con la luz de Cristo y convirtiendo en retos los problemas de su tiempo y los transformó en proyectos cristianos y evangelizadores.

La Institución Teresiana, ahora centenaria, asumió el carisma de su fundador, dando respuesta a estos temas, como se ha comprobado a lo largo de su historia. Queridas Teresianas del padre Poveda, estáis llamadas desde vuestra condición laical a transformar la sociedad actual, a la luz del evangelio, como nos pide Jesús. ¡Sed luz! Cambiad los problemas actuales de nuestra sociedad en retos con identidad cristiana.

4.- En su época el P. Poveda planteó un carisma nuevo en la Iglesia desde su sensibilidad por la situación que atravesaba la sociedad y la propia Iglesia. Ofreció los valores evangélicos y propuso una llamada a la acción y a la colaboración, poniendo como cimiento de esta obra a Cristo, que es la “Piedra angular”. Como suele suceder a los fundadores, su tarea le acarreó grandes sufrimientos, incomprensiones y ataques.

El proceso de crecimiento de un carisma necesita tiempo hasta que la Iglesia lo reconozca. La aprobación diocesana de la Institución Teresiana tuvo lugar en Jaén, en 1917; y la aprobación pontificia en 1924. Aun así, la asociación necesitaba su tiempo para asentarse y consolidar la obra a lo largo de la década de los años treinta y posteriormente.

A partir de la inspiración de su Fundador la andadura siguió su proceso y se fue a enriqueciendo progresivamente como una Obra de Iglesia compuesta por seglares.

5.- En la década de 1920 la Institución Teresiana entró en una nueva etapa dentro de un nuevo contexto político, con nuevas expectativas. En ese momento se celebró el Primer Congreso Nacional de Educación Católica (1924), en el que participó de modo especial la Institución Teresiana.

Se fue consolidando la Obra de Poveda apoyando los valores católicos frente al fuerte laicismo en la escuela. Se crearon en ese momento Academias y otros centros educativos; Residencias femeninas de estudiantes y se realizan Estudios de las Academias Teresianas.

Con la llegada de la Segunda República en España se publican numerosas medidas en el campo educativo y se cierran los colegios confesionales; esto hace que se promoviera aún más la acción evangelizadora en el campo de la enseñanza, dada la descristianización por “decreto” de las escuelas estatales.

Queridos hermanos, parece que esto es lo que está ocurriendo hoy día. Tal vez nos encontramos hoy en una situación similar, que debe empujarnos a buscar con creatividad nuevas soluciones.

6.- En la época en que vivió vuestro Fundador había otro frente abierto: el económico-social. La encíclica del papa León XIII, Rerum novarum (1891), había sacudido las conciencias sobre el problema de las desigualdades sociales y económicas, que daban paso a las ideologías de izquierda.

En España nacieron, a principios del siglo XX, las Obras de los Congresos, los Círculos Católicos, los sindicatos obreros, los sindicatos agrícolas, las cooperativas, las cajas rurales, donde los católicos planteaban los principales problemas sociales, económicos y políticos.

Hoy tenemos la posibilidad de crear o de mantener otras instituciones, adaptadas más a nuestro tiempo, como los colegios, las universidades, las instituciones culturales, las residencias; y ofertar otras actividades para contrarrestar también hoy el laicismo imperante.

Queridas miembros de la Institución Teresiana, continuad asumiendo el carisma de Pedro Poveda, que sigue siendo necesario; es un gran servicio que hacéis a nuestra sociedad.

7.- Queridos padres, seguid confiando la educación de vuestros hijos a las instituciones educativas que tienen como criterio los valores evangélicos y están iluminadas por esa Luz, que tienen identidad cristiana.

Desde mi experiencia defiendo que la calidad de la enseñanza no se basa tanto en lo técnico o en la enseñanza “neutra” de las materias; la calidad de la enseñanza se fundamenta sobre todo en los valores cristianos. Es una oferta que hacemos a la sociedad.

Queridos profesores, formadores y personal de servicios que trabajáis en los centros educativos, asumid el carisma povediano; si alguien no quiere hacerlo, es preferible que vaya a otro tipo de centros.

Y queridos educandos, que acudís a formaros en centros de ideario cristiano, aprovechad al máximo este tiempo de formación. Tenéis una gran oportunidad, que no debéis desaprovechar; podéis salir con unos criterios válidos para toda vuestra vida. Y no os dejéis engañar por otros modos de ver la sociedad ni por ideologías, que no aportan nada, sino que más bien “des-educan” o “de-forman”.

A todos animo a seguir en la línea en la que estáis, cada cual en su misión propia.

8.- Junto al Fundador estuvo la figura de una gran mujer, María-Josefa Segovia Morón (1891-1957), que encarnó el carisma y el estilo povediano, con una fuerte dimensión educadora y una extraordinaria capacidad de comunicación.

Dirigió con tesón la Institución Teresiana desde 1919 hasta su muerte. Ella pedía coherencia de vida, formación sólida, responsabilidad social y fe formada y vivida, porque no debe haber separación entre lo que uno cree y lo que vive. Su personalidad atraía y dejaba huella profunda, que siempre favorecía el encuentro con Dios.

Las iniciativas de la Institución Teresiana se dirigían a mujeres que deseaban orientar sus vidas desde perspectivas más amplias que las ofrecidas por el entorno socio-cultural de su época, con una mirada amplia y abierta a otras culturas, razas y pueblos, y con un espíritu de diálogo.

Como decía el Padre Poveda el secreto está en poner a Dios en el corazón. Hemos escuchado en el evangelio la curación de un paralítico por Jesús (Mt 5, 13-17); el enfermo pasa de una situación de pasividad a una actividad vital. Cristo es capaz de transformarnos.

9.- Damos gracias a Dios por la presencia en la Iglesia y concretamente en nuestra diócesis del carisma povediano, encarnado en la Institución Teresiana y auguramos que sea una presencia viva y transformadora en el campo educativo y social.

También hoy existe una gran lucha por los derechos de la mujer en nuestra sociedad; pero esta exigencia de derechos sin más, no parece el camino adecuado; sino que es necesario un proceso de crecimiento, maduración y asunción paulatina de responsabilidades por parte de la mujer. Todo tiene su proceso.

Como dice Jesús en el evangelio: «Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5, 16). Ese debe ser nuestro estilo y nuestra misión en esta sociedad.

Pedimos a la Virgen Santísima, mujer creyente y Madre solícita que nos acompañe, y de modo especial a la Institución Teresiana en su Centenario. Amén.

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