Homilía del obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá, en la Eucaristía por la concesión de la medalla de oro de la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Málaga a D. Drancisco de la Torre, alcalde de Málaga.
(Iglesia de San Julián-Málaga, 21 enero 2017)
Lecturas: Is 8, 23 – 9, 3; Sal 26, 1-4.13-14; 1 Co 1, 10-13.17; Mt 4, 12-23.
(Domingo Ordinario III-A)
1.- Una luz brilla en medio de la tiniebla
El profeta Isaías nos ha acompañado en el período de Adviento, para prepararnos a la celebración de la Navidad. Jesús de Nazaret es la luz, anunciada por los profetas, que brilla en la tiniebla y acompaña a los hombres en su caminar. Con la encarnación del Hijo de Dios la humanidad ha sido iluminada por una luz sobrenatural. No es una luz cualquiera, ni la simple luz de la inteligencia del ser humano, que tiene sus grandes limitaciones.
Podemos constatar que el ser humano, abandonado a sus propios deseos y proyectos, camina a oscuras, dando tumbos, y no acierta siempre a encontrar el sentido y el objetivo de su vida; y esto le angustia. Nuestra sociedad no escapa a la condición humana de vivir en tiniebla, a la tentación de angustia ante el dolor, la enfermedad y sobre todo la muerte. A pesar de los avances de la ciencia, que solo mitigan el dolor o prolongan por un tiempo la vida, al final el ser humano deja de existir en este mundo. Por mucho que avance la ciencia, al final el ser humano tiene limitada su existencia sobre la tierra.
Pero hay una promesa de salvación: «¡No habrá ya oscuridad para la tierra que está angustiada!» (Is 8, 23). Isaías nos recuerda que «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló» (Is 9, 1). Este pueblo se refiere a toda la humanidad.
Hay, pues, motivo de esperanza; el hombre no está perdido. Hoy hemos cantado con el salmista: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?» (Sal 26, 1). Cuando dice “El Señor” se refiere al único Dios, Señor de cielos y tierra, que profesamos las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam, por ese orden cronológico de aparición. Estamos llamados, pues, a poner esperanza en nuestra sociedad; a ayudar a superar la angustia del ser humano.
2.- Ser luz del mundo
Los creyentes en Cristo tenemos su Luz divina, que ilumina y da sentido a nuestra existencia. Somos testigos de esa luz ante los demás hombres; no podemos esconderla ni apagarla: «Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5, 16). ¡Ojalá brille esa Luz en nuestros corazones y la propaguemos a los demás! Esa es nuestra misión.
Lo dicho respecto a nuestra sociedad se puede también aplicar al mundo cofrade: tampoco escapa a la condición de vivir en tiniebla y a la tentación de angustia. Los hermanos deben ser antorchas que arden de amor y buscan la fraternidad; deben ser luminarias que propagan la luz de Cristo; deben ser presencia sanante en el dolor; deben dar esperanza ante cualquier situación humanamente difícil, incluida la muerte. Las cofradías nacieron, como bien sabéis, para ayudar a los hermanos enfermos, moribundos y difuntos que no tenían recursos. Deseo felicitaros porque hoy en día seguís manteniendo la dimensión de ayuda social a los más necesitados. Gracias a Dios eso no lo habéis perdido y espero que no lo perdáis.
Algunos cofrades pueden vivir en tiniebla y necesitar la luz que los saque de esa oscuridad u ofuscación; pueden vivir ofuscados por problemas, por temas concretos, por cuestiones, por derechos pisoteados. Y pueden también ponerse a veces “enfermos espiritualmente” y necesitar los cuidados de los otros hermanos, para que no se pierdan, para sanar, para salir de su ofuscación o de falta de luz. Hago una llamada, queridos cofrades, a vuestra misión de ser luz en la tiniebla y apoyo en la flaqueza del otro hermano.
3.- Vivir en comunión y no andar divididos
San Pablo, en su primera carta a los Corintios les recomienda que vivan unidos y sin divisiones: «Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros» (1 Co 1, 10).
No se trata de tener todos la misma opinión o decir todos lo mismo, porque se perdería la riqueza de los diversos miembros de la comunidad o de la hermandad. Se trata, más bien de estar unidos a Cristo, asimilando sus actitudes, sentimientos, estilo, y obediencia a la voluntad del Padre. Como dice san Pablo: «Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús» (Rm 15, 5). Él es el modelo y el centro de nuestra comunidad, de nuestra cofradía, de nuestra Iglesia. Él es el centro y el motor, porque es la Paz, la perfecta comunión. Os animo a superar las divisiones entre vosotros y a ser promotores de paz y de comunión sobre todo en vuestras cofradías.
4.- Concesión de la Medalla de Oro
La Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga quiere hoy expresar su agradecimiento a D. Francisco de la Torre, por el apoyo incondicional al mundo cofrade, que siempre ha ofrecido desde su cargo como Alcalde del Ayuntamiento. Al final de esta celebración le tocará a otro hacer el panegírico; pero un servidor no me resisto a decir unas palabras de agradecimiento.
Nos unimos con gozo a este reconocimiento de la Agrupación, haciendo nuestro este gesto de gratitud hacia quien ha sabido dar testimonio de manera coherente como cristiano comprometido en la transformación de las estructuras sociales y políticas, tal como pide el Concilio Vaticano II a los fieles cristianos laicos.
¡Querido D. Francisco, muchas gracias por su tesón, valentía, dedicación y generosidad en la no fácil tarea de gobernar esta amada Ciudad!
¡Cuántas veces le he comentado que Vd. se ha multiplicado por estar presente en más actos cofrades que el propio Obispo! Si el Señor le hubiera concedido el don de la bilocación, su presencia hubiera sido incontable. ¡Muchas gracias por todo el apoyo y la colaboración que ha dado al mundo cofrade desde las instancias de gobierno!
No resulta fácil hoy mantenerse en actitud de respeto y de libertad ante las opciones religiosas o políticas de los demás, como bien sabemos que ocurre en nuestra querida patria. No hay un auténtico respeto y libertad ante opciones y actitudes religiosas y políticas. Hay quienes golpean y zahieren a quienes no piensan como ellos. Pero nosotros, los cristianos y los creyentes en el mismo Dios, debemos mantenernos respetuosos con todas las opciones. Y ese es el testimonio que pido a los cofrades.
Pedimos a la Santísima Virgen María que nos acompañe y nos ayude en la misión que Dios confía a cada cual en la propia situación personal, familiar, cristiana, social y cofrade. Amén.