Carta Pastoral del Obispo de Málaga, D. Antonio Dorado Soto, con motivo de la solemnidad del Corpus Christi. El amor al prójimo, enraizado en el amor a Dios, es el elemento más característico de la vida de fe, porque la experiencia de que Dios nos ama ilumina la mirada del creyente y le hace descubrir en cada persona un ser irrepetible, dotado de la dignidad que le confiere ser hijo de Dios. Cuando analizamos la vida de los santos, vemos que han fundamentado su existencia en una rica experiencia de Dios y en un amor entrañable a todos, especialmente a los más necesitados. Como nos dijo Jesucristo, el amor a Dios y al hombre constituyen la respuesta agradecida al amor que el Padre nos ha manifestado. O lo que es igual, son el mandamiento primero y principal que debe orientar la vida de sus seguidores (cf Mc 12, 28-33).
Los miembros del Pueblo de Dios, fecundados por el Espíritu Santo (cf Rm 5,5), tratamos de encarnar este amor en todas las dimensiones de nuestra vida. Pero además de hacerlo cada uno de manera personal, también lo intentamos realizar como comunidad de fe a través de diversas organizaciones eclesiales, entre ellas Cáritas, que promueve el servicio de la caridad en cada parroquia y en cada diócesis. Y como ha dicho Benedicto XVI, aunque “la Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible”, “tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia”, “sino que debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar”. Por consiguiente, “le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien” (DC, 28).
Se explica, por consiguiente, que ante una situación que mantiene a las mujeres discriminadas y abocadas a caer en la extrema pobreza, Cáritas española nos recuerde, en su campaña de este año, que si “los derechos humanos son universales, las oportunidades deberían serlo”. Porque dichas oportunidades de conseguir la igualdad con el varón en los diversos campos no sólo no se han conseguido todavía, sino que apenas avanzan. Mas, aunque la discriminación en asunto de salarios, estabilidad laboral, oportunidades de conseguir un trabajo y acceso a puestos directivos se dan también entre nosotros, la situación es sangrante en numerosos países que no disfrutan de regímenes democráticos ni de un desarrollo similar al nuestro. Especialmente dolorosa es la situación de las amas de casa de los países empobrecidos; la de las inmigrantes que, entre nosotros, se han visto esclavizadas por las redes de prostitución; y la de las mujeres que sufren malos tratos en todas partes.
Es natural que Cáritas nos alerte sobre la “feminización de la pobreza”, y recuerde que “dos tercios de los analfabetos del planeta son mujeres”, con las graves consecuencias que tiene esta situación. Lo que pretende esta campaña no es sólo la denuncia de un estado de cosas que atenta contra los derechos humanos, sino dar a conocer la cruda realidad de la discriminación de la mujer en el mundo de hoy, descubrir sus causas, e invitar a todos, en especial a los miembros del Pueblo de Dios, a comprometerse con acciones que propicien un futuro más justo. Pero no olvidemos, como ha dicho también el Papa, que los cristianos, y especialmente los colaboradores de Cáritas han de ser “personas movidas ante todo por el amor de Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo” (DC 33).
+ Antonio Dorado Soto
Obispo de Málaga