Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en el Domingo de Resurrección celebrado en la Catedral de Málaga el 4 de abril de 2021.
DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
(Catedral-Málaga, 4 abril 2021)
Lecturas: Hch 10, 34a.37-43; Sal 117, 1-2.16-17.22-23; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9.
Buscar los bienes de arriba
1.- Ya ha llegado la Pascua, queridos hermanos. El canto del “Aleluya” resuena en toda la tierra, anunciando la resurrección del Señor y llenando el mundo de alegría y de luz. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
San Pablo nos recuerda nuestra condición de hombres pascuales. Hemos vivido la experiencia pascual, muriendo con Cristo y resucitando con Él: «Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios» (Col 3, 3).
La nueva vida en Cristo consiste en buscar los bienes del cielo: «Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios» (Col 3, 1);
Si decimos que hemos resucitado con Cristo, no podemos vivir como viven los paganos, que ponen su corazón en las cosas de la tierra. San Pablo nos exhorta a dejar los bienes terrenos: «Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra» (Col 3, 2).
En este tiempo de pandemia hemos podido aprender a prescindir de muchos bienes terrenos, que considerábamos necesarios, importantes y esenciales en nuestra vida; pero hemos podido verificar que se puede prescindir de ellos. Hemos de aferrarnos a los bienes esenciales y permanentes que no caducan y permanecen después de nuestra muerte temporal.
2.- Nuestra vida está unida a la de Cristo, que ha pasado por la muerte y ha resucitado. Estamos llamados a gozar de la gloria del Resucitado: «Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él» (Col 3, 4).
Esta es la gran noticia de la Pascua: nuestra vida está destinada a la eternidad, a los goces del cielo, a la alegría sin fin, a la gloria luminosa de la resurrección.
La exhortación de Pablo va en este sentido: si habéis muerto con Cristo en esta pascua, os espera la resurrección; si os habéis encontrado con Jesucristo resucitado, vuestra vida estará llena de la alegría pascual; si Cristo os ha liberado, ya no podéis seguir viviendo como esclavos del pecado; si Él ha salvado vuestra vida, no podéis continuar viviendo como vivíais antes; si habéis experimentado su presencia, su amor llenará vuestro corazón; si habéis recibido su perdón, podéis sentiros amados por Él; si creéis en Cristo Jesús, no podéis seguir viviendo como lo hace la gente que no cree en Dios.
3.- El encuentro con el Resucitado lleva al creyente a proclamar la experiencia vivida y a comunicarla a los demás. Esa vivencia interior no puede quedarse encerrada en uno mismo y es como un fuego que se propaga a otros. Cuando alguien ama a una persona, no solamente se entera esa persona, sino que se trasluce en su vida y se enteran los demás; porque el corazón expresa el amor que siente.
El apóstol Pedro, testigo de la resurrección del Señor, explicó de manera sintética en casa de Cornelio, centurión romano, hombre piadoso y temeroso de Dios, la vida de Jesucristo; y lo hizo de manera resumida, exponiendo el núcleo esencial de la fe cristiana.
Este discurso constituye la exposición más completa de la predicación kerigmática de Pedro y, aunque reelaborado después por el evangelista Lucas, refleja lo fundamental de la primera predicación cristiana.
4.- En primer lugar, proclama la obra salvífica de Jesús: «Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hch 10, 38).
Después testifica la muerte y resurrección del Señor, diciendo: a este Jesús «lo mataron, colgándolo de un madero; pero Dios lo resucitó al tercer día» (Hch 10, 39-40).
Y, finalmente, los apóstoles, testigos de estos hechos (cf. Hch 10, 39.41), reciben el mandato misionero de «predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos» (Hch 10, 42).
Y estos mismos testigos verifican que se han cumplido en Jesús de Nazaret las promesas de los profetas (cf. Hch 10, 43).
5.- Queridos fieles y cofrades, somos personas pascuales, que nos hemos encontrado con Jesús de Nazaret y somos portavoces de su resurrección. Éste debería ser nuestro testimonio y nuestra predicación a nuestros paisanos y contemporáneos.
Agradezco la presencia de los Hermanos mayores de las Cofradías de pasión de Málaga. La celebración del Centenario de la Agrupación y la pandemia han propiciado que, por primera vez, celebremos juntos en la Catedral el Domingo de Pascua. Espero que, en el futuro, podamos seguir celebrando juntos este primer día de la Pascua.
El Resucitado nos ha enseñado que debemos buscar los bienes de arriba, los del cielo, donde Él nos espera para compartir su vida y el gozo eterno.
La Pascua debe cambiar nuestro estilo de vivir. Las cosas del mundo son buenas y algunas las necesitamos; pero otras, sobre todo las que nos apartan de la verdadera vida, que es la eterna, debemos prescindir de ellas.
Queridos fieles, contad a todo el mundo que nuestra verdadera patria está en el cielo; que los bienes de la otra vida son eternos y no caducan.
Como María Magdalena (cf. Jn 20, 1-2) y los apóstoles (cf. Jn 20, 8-9), que creyeron en la resurrección de Jesús, ¡sed también vosotros testigos gozosos y valientes de la misma!
¡Feliz Pascua de Resurrección! Amén.