Dedicación del templo parroquial de Stella Maris

Homilía del Obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá Ibáñez, el 18 julio 2015.

Lecturas: Jer 23, 1-6; Sal 22, 1-6; 1 Co 3, 9-11.16-17; Mc 6, 30-34.

1. Hoy dedicamos este templo parroquial de Stella Maris, construido hace cincuenta años. La parroquia fue erigida por el obispo Ángel Herrera Oria el día 8 de diciembre de 1953. Y el día 25 de octubre de 1957 el P. Gerardo de Jesús María se hizo cargo de la parroquia encomendada a los PP. Carmelitas Descalzos.

Se colocó la primera piedra en 1961. Y el 25 de marzo de 1965, con asistencia de tres Provinciales y más de treinta carmelitas, se bendijo la nueva iglesia bajo el título de Santa María de Belén. Posteriormente se denominó «Stella Maris».

Es una celebración llena de signos expresivos y de gran riqueza espiritual, que os invito a seguir atentamente, para disfrutar de la belleza y adentrarnos en el misterio divino.

2. El profeta Jeremías, preocupado por el pueblo de Israel, anuncia que el Señor en persona reunirá al resto de sus ovejas «de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen» (Jer 23, 3).

Promete la presencia de pastores que cuiden del rebaño y lo lleven a buenos y sabrosos pastos: «Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán» (Jer 23, 4).

La parroquia de Stella Maris es como un verde prado, donde las ovejas, es decir, los fieles cristianos, pastorean, descansan y se alimentan con pastos exquisitos. Aquí nacen a la vida divina como hijos de Dios los que reciben las aguas bautismales; aquí acuden a recibir el perdón de sus pecados numerosos fieles, para ser purificados con la gracia del perdón; aquí se acercan los fieles cristianos a escuchar la Palabra de Dios, que ilumina sus vidas y les alimenta con su doctrina; aquí se allegan de muchos lugares de la diócesis para celebrar la Eucaristía y alimentarse con el Pan de vida eterna.

Damos gracias a Dios por estos largos años en los que la parroquia Stella Maris ha estado ofreciendo a los fieles malagueños los sabrosos pastos divinos, que llenan su alma y les hace vivir en sintonía con Dios. Agradecemos a todos los padres y hermanos carmelitas descalzos, que han ejercido su ministerio sacerdotal en este tiempo, cuidando del rebaño de Dios encomendado a su cuidado solícito.

3. Con gratitud y alegría podemos cantar con el Salmo: «El Señor es mi pastor, nada me falta» (Sal 22, 1). El Señor me conduce hacia fuentes tranquilas (cf. Sal 22, 1) y repara mis fuerzas (cf. Sal 22, 3).

Jesús y sus discípulos, agotados por el ajetreo del ir y venir de la gente, buscaban un lugar tranquilo para descansar: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco» (Mc 6, 31), porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.

El mismo Jesús nos invita también a nosotros a descansar con él, a estar con él en silencio, a contemplarle, a pedirle ayuda, a contarle nuestras cosas, a escuchar sus palabras, a seguir sus pasos. Es importante venir al templo para retirarnos del bullicio y estar a solas con Jesús. Él sosiega nuestro ánimo, calma nuestros corazones y nos da fuerza para seguir adelante.

4. Dios nos ama y quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf. 1 Tim 2, 4). Cuando nos alejamos de su lado, nos busca, como a la oveja perdida (cf. Lc 15, 3-5); nos guía y nos orienta; su vara y su cayado nos sosiegan (cf. Sal 22, 4).

A través de pastores y sacerdotes sabios y santos el Señor nos lleva junto a él, para que no descarriemos. Ellos nos ofrecen la Palabra de vida eterna y el Pan eucarístico; nos instruyen con las enseñanzas del Señor y Maestro; comparten con nosotros la espiritualidad teresiana. Es hermosa la coincidencia del Año Teresiano y la dedicación de este templo parroquial.

Demos gracias por la bondad y la misericordia de Jesús, el Buen Pastor, que nos acompañan todos los días de nuestra vida, hasta habitar en la casa del Señor por siempre (cf. Sal 22, 6).

5. El templo parroquial, que hoy vamos a dedicar al Señor, nos recuerda que somos templos del Espíritu Santo, piedras vivas que forman la construcción: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1 Co 3, 16).

No se puede construir de cualquier manera y sobre cualquier fundamento: «Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3, 11). Solo Jesús, el Señor, es quien ha fundado su Iglesia y la sostiene con los pilares de los apóstoles y sus sucesores.

Cada uno de nosotros somos las piedras vivas de la Iglesia, que armónicamente colocadas en su correspondiente lugar por el arquitecto, formamos el edificio de Dios (cf. 1 Co 3, 9).

Cada cual debe construir con los demás, siendo fiel a su misión y al plan que Dios tiene para cada uno de nosotros y para el conjunto de la Iglesia. No puede ir cada uno por su lado, sin tener en cuenta la comunidad cristiana donde está inmerso. Pastores y fieles formamos la única Iglesia de Cristo.

6. San Pablo nos ha recordado hoy que «nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3, 11). Sobre este fundamento, dice el Concilio Vaticano II: «levantan los apóstoles la Iglesia (cf. 1 Co 3, 11) y de él recibe firmeza y cohesión. A esta edificación se le dan diversos nombres: casa de Dios (cf. 1 Tm 3, 15), en que habita su «familia», habitación de Dios en el Espíritu (cf. Ef 2, 19-22), tienda de Dios con los hombres (cf. Ap 21, 3) y, sobre todo, «templo» santo, que los Santos Padres celebran representado en los santuarios de piedra, y en la liturgia se compara justamente a la ciudad santa, la nueva Jerusalén» (Lumen gentium, 6).

Sobre el cimiento de Jesucristo se edifica la Iglesia; y hemos de construir la Iglesia y nuestra comunidad parroquial de Stella Maris, queridos hermanos, sobre este cimiento. San Pablo advierte del peligro de construir de manera equivocada: «Mire cada cual cómo construye» (1 Co 3, 10).

Los cristianos somos santuarios de Dios. Así ha dicho Pablo en la lectura de hoy: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1 Co 3, 16).

Hoy pedimos, de modo especial, por el papa Francisco, pastor de la Iglesia universal, para que el Señor lo fortalezca y lo mantenga fiel a la misión encomendada.

Pedimos también por nuestra diócesis de Málaga y por esta comunidad parroquial de Stella Maris, para que sea una verdadera comunidad cristiana de acogida, de vivencia del amor de Dios y de testimonio evangelizador.

¡Que la Virgen del Carmen nos proteja y acompañe siempre; y que nosotros no nos apartemos nunca de ella! Amén.

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