Con motivo del Día de la Iglesia Diocesana

Carta del Obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá, con motivo del Día de la Iglesia Diocesana

El domingo 13 de noviembre celebramos el día de la Iglesia Diocesana con el lema: “Somos una gran familia contigo”. Es un día en el que damos gracias a Dios por el regalo de nuestra Diócesis y por nuestra pertenencia a ella.

La Diócesis de Málaga está formada por multitud de realidades eclesiales concretas, que tienen con meta: «ser presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero». (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 28).

Estas palabras del Papa dirigidas a las comunidades cristianas nos recuerdan a todos la preciosa y gran tarea que tenemos los cristianos como parte de una misma familia, donde lo importante es realizar la misión que cada uno tiene, haciendo las tareas con alegría y llevando a Dios a los demás.

La Diócesis es una familia en la que todos somos hermanos e hijos de Dios, llamados a cumplir su voluntad; una familia donde nadie es excluido, donde a todos se les tiende la mano y se les ayuda a descubrir el don de ser parte de la familia de Dios.

Una familia donde el más pequeño, el que menos tiene, el más débil es el que más cuenta y más necesita de nuestro cariño y atención.

Una familia que siempre acompaña a sus miembros; que siempre está con las puertas abiertas para recibirnos; que siempre nos ayuda a acercarnos a Dios cuando lo olvidamos o nos alejamos de Él.

Una familia donde compartimos lo que Dios nos ha regalado; donde todos aportamos para su buen funcionamiento; donde nos ayudamos en las necesidades económicas; donde cada uno ofrece su granito de arena para que a nadie le falte lo necesario.

Ésta es nuestra Iglesia Diocesana: esa gran familia de bautizados y discípulos de Cristo que caminamos juntos, enriqueciéndonos con las virtudes de cada cual y aceptando nuestras debilidades.

El Señor nos anima a seguir caminando juntos, haciendo crecer la Iglesia como la gran familia de Dios y dando testimonio ante la sociedad que nos toca vivir.

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