57 Congreso Nacional Belenista (Parroquia Ntra. Sra. de los Remedios-Antequera)

Homilía pronunciada por Don Jesús Catalá, Obispo de Málaga, en la Eucaristía celebrada en el 57 Congreso Nacional Belenista, en la Parroquia Ntra. Sra. de los Remedios-Antequera, el 13 de octubre de 2019.

57 CONGRESO NACIONAL BELENISTA

Parroquia de Nuestra Señora de Los Remedios

(Antequera, 13 octubre 2019)

Lecturas: 2 Re 5,14-17; Sal 97,1-4; 2 Tm 2,8-13; Lc 17,11-19.

(Domingo Ordinario XXVIII-C)

1.- Las lecturas bíblicas de este domingo nos presentan dos curaciones: una, en tiempo del profeta Eliseo, la curación de un leproso, Naamán el siro; y la otra curación es la de los diez leprosos en tiempos de Jesús.

La curación de Naamán en el río Jordán tuvo lugar por su confianza en la palabra del hombre de Dios. Fue curado no solo de la lepra de su cuerpo, sino también de su increencia en el Dios verdadero; se convirtió al Señor y, desde ese momento, no volvió a servir a otros dioses. Por eso pidió llevarse tierra de Israel para adorar a Dios en su país: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel» (2 Re 5,15). A partir de ese día dio culto al Dios verdadero.

La sanación fue total, de manera que quedó más limpio que antes de contraer la enfermedad: «Su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio» (2 Re 5,14). La sanación de Dios es radical, porque nos devuelve la limpieza original.

El Jordán simboliza las aguas bautismales, que limpian totalmente el pecado y regeneran a una vida nueva. El sirio curado volvió a renacer a una vida espiritual nueva.

Nosotros, queridos fieles, hemos de ser conscientes de la radical sanación que el bautismo realiza en el cristiano y de la nueva vida que se le regala.

2.- El relato de la curación de Naamán es un claro ejemplo de gratitud a Dios por los beneficios recibidos. Naamán agradeció al profeta Eliseo la curación.

El Salmo también nos invita a ser agradecidos con Dios por su gran misericordia y fidelidad: «Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas» (Sal 97,1). Hemos de ser agradecidos al Señor por todo lo que nos regala, comenzando por la vida natural y siguiendo por la vida espiritual, que nos lleva a la vida eterna. ¡Cuántas cosas hemos de agradecer al Señor!

Antes de la curación Naamán despreciaba la manera en que Dios quería sanarle y se preguntaba enfadado, ¿por qué tenía que bañarse en un río de un pueblo extranjero, cuando en su país había ríos más importantes?

A veces nos resistimos al modo con que Dios nos invita al cambio de vida, a la conversión, a la sanación interior. Y tal vez buscamos caminos diversos al que nos presenta Jesucristo, que es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6). Buscando la paz interior algunos cristianos se adentran por filosofías y métodos de espiritualidad ajenos a la fe cristiana. Pero al final no obtienen la verdadera salvación por esos medios. Puede que obtengan una cierta paz interior, pero no la sanación radical que Dios nos regala.

3.- San Pablo le dice a su discípulo Timoteo que haga memoria de cuanto ha hecho Cristo: «Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio» (2 Tm 2,8).

Pablo es capaz de aguantar sus cadenas y las muchas penalidades que sufre por el nombre de Cristo (cf. 2 Tm 2,9), a quien ama como a su único Señor y por quien lo deja todo: «Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo» (Flp 3,8). Nosotros podríamos preguntarnos si consideramos todo basura con tal de ganar a Cristo; o, más bien, no queremos renunciar a lo que nos gusta. Pero seguir a Jesucristo implica una exigencia radical.

La entrega y el aguante de Pablo es para que todos alcancen la salvación: «Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús» (2 Tm 2,10).

Queridos hermanos, el Señor nos invita a seguirle incondicionalmente. Nos llama a dejar todo lo que se opone a su reino y a corresponder a su amor infinito. No se trata de seguir una bandera, ni un proyecto social, ni un programa político; y menos aún una ideología. Se trata de establecer una relación personal con Jesucristo, que nos invita a conocerle, a seguirle y a amarle.

4.- El pasaje lucano de los diez leprosos curados (cf. Lc 17,12.17) nos enseña la necesidad de ser agradecidos.

Todos ellos pidieron al Maestro la sanación de su horrible enfermedad (cf. Lc 17,13). Pero cuando quedaron limpios, se olvidaron de quién les había sanado.

Solo un extranjero, es decir, uno que no pertenecía al pueblo de Israel, «viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos» (Lc 17,15). Y además de alabar a Dios, «se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias» (Lc 17,16). Era un hombre de fe, un creyente en el Dios verdadero. Jesús viendo su fe, le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado» (Lc 17,19).

Los otros tal vez solo buscaban su salud física, pero no les importaba su salud espiritual. ¡Atención, porque nos puede ocurrir también a nosotros lo mismo!

5.- Celebramos hoy la clausura del 57 Congreso Nacional Belenista en este hermoso templo de Nuestra Señora de los Remedios, patrona de Antequera.

Deseo felicitar a todos los que dedicáis vuestro tiempo e ilusión a dar a conocer el acontecimiento histórico que cambió el mundo. El hecho más sorprendente y espectacular de la historia: el Nacimiento en el tiempo del Verbo eterno, el Hijo de Dios. Parece una contradicción que el Verbo Eterno, coexistente con el Padre (cf. Jn 1,1-2) y preexistente en la eternidad antes de la creación del mundo, entre en las coordenadas histórico-temporales, haciéndose hombre (cf. Jn 1,14).

Os felicito por promover el conocimiento y la celebración de este misterio de amor y de anonadamiento; Dios se rebaja para estar con nosotros. Resulta incomprensible para la mente humana aceptar que Dios se haga hombre y venga a vivir entre nosotros.

En la monición de entrada se animaba a los belenistas a no reducir la exposición del Belén al tiempo litúrgico de la Navidad, sino que debería ser una actividad de todo el año. La Iglesia nos invita a rezar los misterios gozosos del Rosario durante todo el año, los lunes y los sábados. Estos misterios son la Anunciación del ángel a la Virgen, la Visitación de María a su prima Isabel, el Nacimiento de Jesús, su presentación en el Templo y la pérdida en el mismo. La Iglesia no se olvida de meditar los misterios, que podemos llamar “belenistas”, referidos a la infancia de Jesús; y nos invita a recordarlos todo el año. Por tanto, queridos belenistas, estáis en sintonía con la Iglesia; por ello os agradecemos vuestra tarea y vuestro entusiasmo.

La Virgen María de Nazaret fue visitada por el ángel Gabriel, quien le anunció la maternidad divina (cf. Lc 1,31-33). El título de Madre de Dios es el más hermoso y fundamental que podemos dar a María; todos los demás títulos le vienen gracias al de la maternidad.

La Virgen de Nazaret, en vez de enorgullecerse y jactarse de ser la Madre de Dios, aceptó humildemente la propuesta, considerándose la esclava de su Señor (cf. Lc 1,38). Ese momento histórico cambió el mundo. A partir de entonces el ser humano es capaz de llegar a Dios a través del único Mediador o Pontífice (puente) entre Dios y los hombres.

Vosotros, con las figuras de los belenes plasmáis las hermosas escenas bíblicas: la anunciación del ángel, la visita de María a su prima Isabel (cf. Lc 1,39); el censo ordenado por el emperador y el empadronamiento (cf. Lc 2,4-5); el Nacimiento de Jesús (cf. Lc 2,7); la adoración de los pastores (cf. Lc 2,9-12); la adoración de los magos de oriente (cf. Mt 2,10-11); y tantas otras escenas, unas tomadas de los Evangelio canónicos, reconocidos por la Iglesia; y otras escenas tomadas de los evangelios apócrifos o de otra literatura no bíblica.

Vosotros aportáis vuestra creatividad e imaginación para plasmar artísticamente las escenas. No solo exponéis arte, sino que también creáis arte. Todas esas imágenes ayudan a revivir el misterio de la Encarnación del Señor. Niños y mayores, pequeños y grandes disfrutan recordando el inicio de los misterios de la vida de Cristo.

Deseo, queridos amigos, que este Congreso Nacional Belenista traiga buenos frutos, os llene de alegría y enardezca vuestro corazón, para seguir ofreciendo a todos los hombres de buena voluntad la gran noticia del Nacimiento del Salvador del mundo.

Pedimos a la Santísima Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de Antequera, que nos acompañe a todos a vivir cada día mejor la fe, la esperanza y el amor cristianos. Amén.

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