«Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El claustro de ArsMálaga acogió, el lunes 31 de octubre, la primera “Oración por la Paz, en el Espíritu de Asís”. Un encuentro para «decir alto y claro que la religión no promueve la guerra», en palabras de D. Jesús Catalá, Obispo de Málaga.

«La Iglesia católica ha invitado a todos los representantes religiosos, y han respondido todos», afirmaba Mons. Catalá minutos antes de la celebración en la que cada comunidad presente, siguiendo su propia tradición religiosa, dirigió una breve oración o una meditación, elevando sus voces unidos para crear una cultura de la no violencia, de tolerancia, de respeto, de fraternidad; y la Escolanía de niños de San Estanislao de Kotska, acompañó el encuentro interpretando cantos de paz.

Intervinieron, por la comunidad hindú, el Sr. Prakash Ratan Mirchandani; por la comunidad budista, Lina M. Combita; por la comunidad judía, el rabino Yehuda Benguigui, de Málaga y Marbella y el rabino Raphael Cohen, de Torremolinos; por la comunidad islámica, el imán de la Mezquita de Málaga, Cheij Omar El Farouk y un representante del imán de Fuengirola Mohamed Kamal.

Por la comunidad cristiana, intervinieron Mons. Jesús Catalá, obispo de Málaga; P. Taras Petruniac, del Patriarcado Ecuménico de Constaninopla; el pastor José Manuel Mochón, de la Iglesia Evangélica Española, el pastor Dennis Campbell, de la Iglesia Presbiteriana de Escocia; la pastora Iben Snell, de la Iglesia Luterana Danesa; el padre Russell y el padre Scheller, católicos del Centro Lux Mundi.

También han intervenido: D. Juan Carlos López, de la Asociación Paz del Mundo, Dª Gloria Uribe, del Centro Ecuménico Lux Mundi y D. Lorenzo Rodríguez de la Peña, vicepresidente de la Asociación Unesco para la promoción del diálogo intercultural y religioso en Málaga.

El rabino Yehuda Benguigui, de Málaga y Marbella afirmó que «la oración es la mejor medida que podemos tener, siempre que salga de nuestro corazón. Y como dicen nuestros sabios, palabras que salen del corazón, entran al corazón». «Que de tu fuente inagotable de amor y coincidiendo con la triple bendición sacerdotal impartida diariamente en nuestros centros de oraciones, existe entre nosotros el amor fraternal como preludio del amor y de la paz mundial, amén».

La representante de la comunidad budista, Lina M. Combita explicó que «nosotros como budistas, entendemos que, tanto el sufrimiento como la felicidad, dependen de nosotros mismos, de lo que pensamos, decimos y hacemos. Por esta razón, cuando hacemos deseos por la felicidad y por la paz del mundo, deseamos que las personas se alejen del sufrimiento y de sus causas. Lo que nos une a todos los seres humanos es ese deseo de ser felices. Deseamos que todos los seres alcancen la felicidad y que sembremos las causas de la felicidad. Deseamos que todos los seres se alejen del sufrimiento y no sembremos esas semillas que causan el sufrimiento. Deseamos que todos los seres tengan la felicidad, esa que es incondicional y libre de causa».

El pastor José Manuel Mochón, de la Iglesia Evangélica Española, expresó que «las distintas confesiones cristianas en Málaga viven y comparten el Evangelio de Jesús, oran por la paz, trabajan por la paz y atienden y atendemos juntos a las víctimas por la ausencia de paz. Hoy nos alegramos de poder orar de nuevo por esa paz con todas las confesiones de fe que viven y conviven en Málaga».

El representante de la comunidad musulmana agradeció «en mi nombre y en nombre de todos los Imanes de Fuengirola, Torremolinos, Benalmádena y Málaga, este honor que se nos brinda, en esta bendita casa de Dios. Y agradecemos, tanto al Sr. Obispo como a todos los demás. Sobre todo agradezco a Dios que me haya permitido mantener la vista y el oído para poder disfrutar de todas vuestras compañías. En el Islam, realmente, hablar de paz llevamos mucho tiempo, nuestro saludo significa “la paz sea contigo”, pero desafortunadamente muchos lo decimos como frase hecha. Lo que grandes sabios del Islam dicen es que cuando un musulmán le dice a otro este saludo, que esta persona esté segura y en paz de que no le va a dañar ni con su lenguaje ni con sus manos».

El Obispo de Málaga, en su mensaje final ha recordado tres palabras que resumen este encuentro: «gesto, porque es un gesto por la paz, ante la sociedad, que hacen las distintas religiosas unidas; oración, porque se han convocado a todos a rezar, porque la paz es un don que hay que pedir y testimonio, porque todos estamos llamados al testimonio».

En el Espíritu de Asís

Al inicio del encuentro interreligioso, los organizadores recordaron que «el 27 de octubre de 1986, hace ahora 30 años, en la pequeña ciudad de piedra de Asís, se reunieron, convocados por el papa san Juan Pablo II, representantes de distintas familias religiosas de todo el mundo con un firme propósito: orar por la paz. Nació entonces lo que se denominó el “espíritu de Asís”, que se ha extendido a lo largo del mundo».
En ese “espíritu de Asís” ha surgido el encuentro de Málaga pues «es espíritu de reconciliación y de paz. Hoy también nos hemos reunido miembros de las distintas religiones que conviven en Málaga en este claustro de ArsMálaga Palacio Episcopal, que quiere ser un lugar de encuentro, abierto al diálogo con el mundo, con la cultura, con la filosofía, con las religiones».

Un encuentro que nace también en el Año de la Misericordia, convocado por el papa Francisco: «Esta misericordia, que se traduce en amor especialmente con aquellos más necesitados, es universal. El amor tiene siempre las puertas abiertas a los hombres y mujeres de buena voluntad, y en ese espíritu de amor y fraternidad hoy nos reunimos», expresaron los participantes, y añadieron, «estamos juntos para manifestar nuestro deseo común de paz y de convivencia, cada uno desde su propia tradición religiosa. Pediremos a Dios que nos ayude a resolver los conflictos y enfrentamientos, y a superar la incomprensión para vivir como hermanos y llegar a ser cada uno de nosotros instrumentos de paz».

Durante el acto, los participantes proclamaron el “Decálogo por la Paz” que surgió el 24 de enero de 2002, en un segundo encuentro en Asís. A cada afirmación del decálogo, los representantes religiosos fueron encendiendo una luz, pues «cada uno de nosotros está llamado a ser una luz en la noche con nuestro compromiso de paz», en palabras del delegado de Ecumenismo, Rafael Vázquez. Estos fueron los puntos del decálogo:

DECÁLOGO POR LA PAZ

1. Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo se oponen al verdadero espíritu religioso y, condenando cualquier retorno a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo posible para erradicar las causas del terrorismo.

2. Nos comprometemos a educar a las personas en el respeto y la estima recíproca para que se pueda llegar a una coexistencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.

3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo para que se desarrollen la comprensión y la confianza recíproca entre los individuos y el pueblo, ya que tales son las condiciones de una paz auténtica.

4. Nos comprometemos a defender el derecho de cada persona humana para que pueda tener una existencia digna, conforme a su identidad cultural y a fundar libremente una familia.

5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, no considerando eso que nos separa como un muro insuperable, sino al contrario, reconociendo que la confrontación con la diversidad de los demás puede volverse una ocasión de mayor comprensión recíproca.

6. Nos comprometemos a perdonarnos recíprocamente los errores y los prejuicios del pasado y del presente, y a sostenernos en el esfuerzo común de vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y aprender del pasado que la paz sin justicia no es una paz verdadera.

7. Nos comprometemos a estar cerca de los que sufren a causa de la miseria y el abandono, haciéndonos voz de aquellos que no tienen voz y obrando concretamente para superar situaciones semejantes, convencidos de que ninguno puede ser feliz solo.

8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de los que no se resignan a la violencia y al mal, y deseamos contribuir con todas nuestras fuerzas para dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de paz y justicia.

9. Nos comprometemos a animar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que si falta entendimiento entre los pueblos, el progreso tecnológico expone al mundo a crecientes riesgos de destreucción y de muerte.

10. Nos comprometemos a pedir a los responsables de las naciones que cumplan todos los esfuerzos posibles para que, a nivel nacional e internacional, se edifique y consolide un mundo de solidaridad y paz fundado en la justicia.

Nosotros, pertenecientes a tradiciones religiosas diversas, no nos cansaremos nunca de proclamar que la paz y la justica son inseparables, y que la paz en la justica es el único camino por el que la Humanidad puede avanzar hacia un futuro de esperanza.

Estamos convencidos de que en un mundo con fronteras cada vez más accesibles, distancias cada vez más cortas y relaciones cada vez más fáciles, gracias a una densa red de comunicaciones, la seguridad, la libertad y la paz no podrán ser garantizadas por la fuerza, sino por la confianza recíproca.

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