Entrevista al sacerdote diocesano José Acosta Guzmán, nacido en Málaga en 1946 y ordenado en 1975.
¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?
Creo que vivirla y mirándola de frente
¿A vivir se aprende? ¿Y a ser sacerdote?
¡Cierto! Claro que sí, pero creemos que lo sabemos todo. Yo he dicho muchas veces que cuando la persona deja de sorprenderse… ha empezado a morir.
¿Y a ser sacerdote?
A ser sacerdote mucho más. Es necesario aprender de sacerdotes mayores, de la experiencia de tus compañeros y de la propia. La experiencia no puede ser solo los libros, para mí fue muy rico el año de pastoral que en mis tiempos se hacía durante el diaconado
¿Crees que sabes vivir?
¡No! Qué más quisiera yo…
¿Has sufrido alguna crisis vital?
Sí, como todos los humanos. Bueno, para uno es lo más grande… a lo mejor no fue tanto…
¿En qué o en quién te apoyaste cuando la sufriste?
Además de en la eucaristía en todos los destinos que he tenido encontré grandes y recios cristianos, hombres y mujeres jóvenes y adultos que me ayudaron mucho y aún hoy me buscan o yo los busco. Dios les premie.
¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga?
Con mi pobreza personal debe haber sido poca, muy pequeño mi grano de arena. Pero sí he puesto toda mi vida y todo mi esfuerzo. Cómo olvidar la ilusión y el entusiasmo de aquellos primeros años con los encuentros del pueblo de Dios. O cómo olvidar a todas las parroquias en las que me tocó realizar algunas labores de obras tanto de mantenimiento como nuevas construcciones; en todos sitios encontré la gran ayuda de cristianos tanto con esfuerzo personal como ayudas económica habiéndose pagado todo y lo más importante… al mismo tiempo de pagar las obras, nunca faltó ingresar el canon, las colectas imperadas y las colectas extras por catástrofes o ayudas a cáritas.
¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar?
¡Uf! ¡Hay miuras que dan miedo! Además de los pecados personales, el que más me asusta es el de la doble cara, la falsedad, la indiferencia
¿Quién es Jesucristo para ti?
Todo. Es Dios, compañero de camino… tanto en el Tabor, como en el Calvario; es Salvador; es el que me ha llamado conociéndome y sabiendo mi pequeñez. Además creo y lo intento sentir que me llama cada día.
¿Quién dice la gente que eres tú?
¡Madre mía! A mí siempre me ha conmovido mucho cuando la gente me ha dicho “usted me hizo pensar, me acerqué a Dios”.
¿Te gusta complicarte la vida?
Creo que no; pero no sé cómo me las arreglo que siempre me la complico
¿Cómo te gustaría morir?
En gracia de Dios y fiel a él y a la Iglesia. Con las botas puestas.
¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura?
Le diría: sé generoso que él te ama de verdad
¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices?
Creo ciertamente que sí. Pero no a ser feliz yo amargando a nadie, sino ser feliz haciendo felices a los otros.
¿Qué te preguntas?
Muchas cosas y me respondo con algo que he dicho en muchas homilías: cuando Dios lo ha prometido tiene que ser muy bueno.
¿Cómo te ves con el paso del tiempo? ¿Has mejorado como los buenos vinos?
Los años nos hacen perder fuerzas y actividades, pero nunca alegría, deseos de paz y bien.
Eso de los buenos vinos es tema especial. Creo que con lo que más he profundizado es de vivir en las manos de Dios y tratar de dejarle hacer a él.
¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal?
¿Estás enamorado de Jesús de Nazaret? Eso me lo pregunto a mí un salesiano hace muchos años, y yo le respondí que yo me enamoraba de una chica. Ahora entiendo lo que me quería decir.
¿Dónde encuentras la felicidad?
La buscamos en muchos sitios pero está en Dios, en los amigos, en la vida. Hace poco leía: ¿no te ha pasado alguna vez que buscas un lápiz y lo tienes en la mano? Pues algo así ocurre con la felicidad.
¿Rezas para tener éxito?
No, por favor… Rezo para llenarme de Dios y que él me dé luz en el caminar.
¿Te preocupa cómo vive la gente? ¿Por qué?
Sí, mucho. Una vida sin Dios es árida, difícil, estéril. Y nuestra sociedad no sólo quiere vivir sin Dios, sino que ha hecho dioses cosas que le interesan.
¿Eres un sacerdote dócil?
Yo lo he intentado en cuanto al obispo, a los hermanos sacerdotes y en cuanto al servicio del pueblo de Dios
¿De qué te arrepientes o tienes remordimientos?
De todo aquello que queriendo lo mejor, no supe pastorear
¿Cuál es tu viaje favorito?
¡Uy! ¡Cualquiera! Siempre me gustó viajar. Pero el viaje que me hace encontrarme con personas, conocer pueblos, culturas, y sobre todo el que me lleva a la presencia de Dios.
Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? Si es así ¿qué hiciste para abrazarlo?
Oye, estoy solo, pero creo que no vivo en soledad. Te contaría vivencias, pero no es el momento. En mis primeros años en una parroquia llegamos a formar una comunidad que yo la sentía como mi familia e igual ocurrió en otros destinos.
¿Un olor que recuerdes?
El perfume que las monjas de mi parroquia de Capuchinos ponían en los ornamentos y vasos sagrados el Jueves Santo. Y siempre los jazmines en verano.
¿Un perfume que te cautive?
El nardo
¿Tu flor favorita?
La naturaleza entera, pero reina la rosa
¿La palabra más hermosa del diccionario?
Amor.
¿El regalo más bello que te ha hecho ser presbítero?
Un querido compañero y amigo me enseñó a rezar diciendo: “Señor escondido que cada día nos haces caso a nuestro llamado y vienes a nuestras manos” ¿Te parece poco regalo?
A estas alturas del partido ¿volverías a ser sacerdote?
No volvería porque lo soy; si volviera a nacer, volvería a prestar oídos a Dios. Claro que sí.
Chaplin, como casi todos, empezó diciendo que la vida era maravillosa y acabó diciendo que no tenía ninguna gracia. ¿Qué le responderías?
No me atrevería yo a decir a tan gran persona. Pero la vida es maravillosa y no tendrá ninguna gracia… pero vale la pena vivirla. Lo que yo no haga, no disfrute, no ame, no perdone, no realice… nadie lo va a hacer por mí.
Rafael J. Pérez Pallarés