
José Manuel Fernández Camino. OCD., delegado para la Vida Consagrada, ha remitido una carta a todas las parroquias y comunidades cristianas con motivo de la celebración de la Jornada Pro Orantibus, el próximo domingo, Solemnidad de la Santísima Trinidad.
El padre José Manuel Fernández comienza recordando que, «todos los años el Domingo de la Santísima Trinidad celebramos la Jornada “Pro Orantibus”. En esta ocasión el lema elegido es «Orar con fe, vivir con esperanza». Éste es un certero resumen de la vida contemplativa en este año jubilar y nos convoca para volver a pasar por el corazón a los hombres y mujeres que se han consagrado en la Iglesia a vivir a imagen del misterio trinitario. Afirmaba el Papa Francisco, en la constitución apostólica Vultum Dei quaerere del año 2016, «La oración es el corazón de la vida contemplativa» (VDQ 4§1). La oración personal y comunitaria, elevada al Señor con fe sincera en medio de las vicisitudes de la propia existencia y del mundo, hace descubrir al Señor como tesoro de la vida, como el mayor bien, como la esperanza que no defrauda y que mora en la celda del propio corazón, «en la soledad habitada del claustro y en la vida fraterna en comunidad» (VDQ 9). En una existencia que se sostiene orando con fe, a imagen de Jesús, que se retira para encontrarse con el Padre, no caben la apatía, la rutina, ni la desesperanza, sino que su fruto es justamente una vida que se afronta con esperanza, con entera confianza en el Señor y en su querer para nosotros».
La misiva del delegado para la Vida Contemplativa continúa afirmando que «a estos hermanos y hermanas que rezan con fe y viven con esperanza, los seguimos necesitando como «faros» que iluminen el camino de los hombres y mujeres de nuestro tiempo y, especialmente, de la Iglesia. Los necesitamos para que escuchen los temores y esperanzas, gozos y sufrimientos de nuestro mundo y de la Iglesia, y los pongan en la presencia del Dios en el que creyeron y esperaron Abrahán, Sara, cada uno de los fundadores, fundadoras y ellos mismos hoy. Su oración creyente y sostenida, su esperanza vivida contra toda esperanza nos da vigor y es para nosotros aliento en la oración y en la espera definitiva, la de Cristo vivo y glorioso. Ese Cristo ofrecido al mundo por el Padre, despertado en el corazón de cada creyente por el Espíritu Santo y del que la Bienaventurada Virgen María es primera discípula orante, esperanzada y contemplativa».
El carmelita descalzo finaliza pidiendo que «esta jornada nos ayude a reconocer y valorar con agradecimiento la labor que la vida contemplativa realiza en la vida de la Iglesia, a celebrar con alegría y esperanza el don que Dios nos regala con ella y a orar con confianza para que Él la aliente en el camino».