Mons. Catalá: «La Cuaresma no es triste, es tiempo de libertad»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El Sr. Obispo presidió el Miércoles de Ceniza la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral en la que impuso la ceniza a los fieles en este inicio de la Cuaresma 2024. En su homilía, Mons. Catalá afirmó que «la Cuaresma tiene un sentido y un contenido gozoso; no es triste el tiempo cuaresmal, porque invita a crecer en libertad, abandonando las cadenas que nos atan, siguiendo con alegría a Jesucristo».

El Obispo de Málaga comenzó su intervención saludando a Mons. Francisco Pérez González, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, del que anunció «que ha venido a quedarse con nosotros al dejar el gobierno de su Diócesis. ¡Bienvenido, D. Francisco!».

Continuó señalando que «Cuaresma es tiempo para una escucha y meditación más frecuente de la Palabra de Dios. Es tiempo para renovar nuestro bautismo y el compromiso adquirido; es tiempo de conversión y de reconciliación con Dios y con los hermanos; es tiempo de recurrir más frecuente a la oración, al ayuno y a la limosna, como hemos escuchado en el evangelio».

Con respecto al rito de la imposición de la ceniza, Mons. Catalá recordó que «se usaba ya en los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia. El gesto de la ceniza significa reconocer la propia fragilidad moral, la mortalidad y el pecado, que necesita ser redimido por la misericordia de Dios. No se trata de un gesto puramente exterior. La Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente de cada bautizado, que está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Este gesto abre a la conversión y a la renovación pascual».

El tiempo de Cuaresma, para el prelado, no es un tiempo gris y melancólico, sino un tiempo de libertad: «Con Él salimos de la mediocridad de nuestra vida hacia la novedad creativa –dijo– recuperando y profundizando nuestro bautismo, abriendo nuestros brazos a Dios, que nos transforma. Permitamos al Señor que haga esa transformación en nosotros; y que podamos celebrar la Pascua siendo mejores, más humanos y más divinizados a la vez. Es tiempo de acortar nuestra lejanía de Dios, rompiendo las ataduras, sutiles o grandes, que nos retienen y nos impiden mirar con libertad a lo alto, reconociendo que Dios nos ama y nos perdona. Por eso la Cuaresma no puede ser triste».

Mons. Catalá terminó su enseñanza invitando a los malagueños a que, en este tiempo de Cuaresma, recurramos «más frecuentemente a las «armas de la penitencia cristiana», que son: la oración, el ayuno y la limosna».

La homilía completa puede leerse en este enlace.

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